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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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domingo, 25 de junio de 2017

El Metodo de los Acechadores en el Trato con la Gente

Estamos inmersos en el misterio. Formamos parte de lo inexplicable. Por lo tanto, no podemos deshonrar el misterio del hombre sintiendo lástima por uno mismo o tratando de razonar ese misterio, del que formamos parte. Podemos degradar lo disparatado del hombre comprendiéndolo. Pero no hemos de pedir disculpas ni por una ni por otra cosa; ambas son necesarias.
Una de las de las maniobras de los acechadores es poner el misterio y los disparates frente a frente en cada uno de nosotros. Las prácticas de acecho no son algo para disfrutar abiertamente; ya que son en realidad prácticas censurables, hasta ofensivas. No es recomendable discutir o practicar los principios del acecho en la conciencia normal.
El propósito del acecho es doble; primero, mover el punto de encaje con la mayor constancia y el menor peligro posibles; y segundo, imprimir sus principios a un nivel tan profundo que el inventario humano sea pasado por alto, como lo es también la reacción natural de desechar y menospreciar algo que puede ser ofensivo a la razón.

Hay dos grupos principales de seres humanos: aquellos a quienes les importan los demás y aquellos a quienes no les importan. Entre estos dos extremos existe una combinación interminable de los dos.
Un hombre, que no sólo sea generoso; también que sea un hombre absolutamente encantador, irresistible. Que siempre esté profunda y sincera mente interesado en todos los que le rodean. Amable y abierto, dado a regalar todo lo que tenga a quien lo necesite, o a cualquier persona que le caiga simpática. A su vez, los demás lo adoran porque, siendo un maestro del acecho, les comunica a todos sus verdaderos sentimientos: nadie le importa lo más mínimo.
Eso es el acecho. Nadie importa un pepino y, por ello se puede ayudar a la gente. Dar todo lo que se tenga y aún lo que no se tenga, porque dar o no dar no importa en lo absoluto.

Ahora bien, cuando a un hombre le importan sus semejantes, siempre exige que le honren. Los que se preocupan por los demás se preocupan por sí mismos y exigen que se reconozcan los méritos de quien lo merezca.
Aquéllos que se preocupan por sus semejantes, jamás ayudan a nadie. La generosidad los incomoda; ni siquiera pueden concebir que alguien le tenga cariño, y se sienten ciertamente estúpidos regalándole a alguien la camisa que traigan puesta. Les importan tanto sus semejantes, que no hacen nada por ellos. No sabrían qué hacer. Y si hicieran algo, siempre tendrían la irritante sensación de estarles imponiendo su voluntad con sus regalos.

Cualquier guerrero puede tener éxito con la gente, siempre y cuando mueva su punto de encaje a una posición en la que no tenga ninguna importancia si la gente lo quiere o no lo quiere o si lo ignoran. Pero eso no es lo mismo.
Los acechadores a los que no les importa la gente suelen ser líderes naturales. Pueden ayudar a una persona a hacer cualquier cosa. Estos guerreros pueden ayudar a la gente a curarse, o los pueden ayudar a enfermarse. Los pueden ayudar a encontrar la felicidad o los pueden ayudar a encontrar la desgracia. En realidad, en lugar de decir que estos guerreros ayudan a la gente, deberíamos decir que la afectan. Y, no sólo afectan a la gente, sino que la llevan y la traen activamente, como manejen las circunstancias.

Todos los entendimientos son de dos tipos. Uno es simplemente exhortaciones que uno se da a sí mismo, grandes arranques de emoción y nada más. El otro no va unido a arranques emocionales sino a la acción. Los entendimientos emocionales vienen años después, cuando el guerrero, mediante el uso, ha solidificado la nueva posición de su punto de encaje.

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sábado, 22 de abril de 2017

La Actividad más Desgastante de un Guerrero

La importancia personal es nuestro mayor enemigo. Lo que nos debilita es sentirnos ofendidos por los hechos y juicios de nuestros semejantes. Nuestra importancia personal requiere que pasemos la mayor parte de nuestras vidas ofendidos por alguien. Se deben llevar a cabo todos los esfuerzos posibles para erradicarla de la vida de un guerrero. Sin importancia personal somos invulnerables.

La carga de la importancia personal es en verdad un terrible estorbo y los actos de darse cuenta son siempre personales. La importancia personal no puede combatirse con delicadezas.


Existen dos categorías de guerreros. La primera queda integrada por aquellos que están dispuestos a ejercer control sobre sí mismos. Esos guerreros son los que pueden canalizar sus actividades hacia objetivos pragmáticos que beneficiarían a otros guerreros y al hombre en general. La otra categoría está compuesta de aquellos a quienes no les importa ni el control de sí mismos ni ningún objetivo pragmático. Se especula de manera unánime entre los guerreros que estos últimos no han podido resolver el problema de la importancia personal.

La importancia personal no es algo sencillo e ingenuo. Por una parte, es el núcleo de todo lo que tiene valor en nosotros, y por otra, el núcleo de toda nuestra podredumbre. Deshacerse de la importancia personal requiere de una obra maestra de estrategia. Los guerreros de todas las épocas han conferido las más altas alabanzas a quienes lo han logrado.

Un guerrero combate la importancia personal como cuestión de estrategia. La impecabilidad no es otra cosa que el uso adecuado de la energía. Ahorrar energía es lo que hace a un guerrero ser impecable. Para poder entender esto, tú tienes que haber ahorrado suficiente energía, o no lo entenderás jamás.

Un guerrero hace inventarios estratégicos. Hacen listas de sus actividades y sus intereses. Luego deciden cuáles de ellos pueden cambiarse para, de ese modo, dar un descanso a su gasto de energía. El inventario estratégico son los que abarcan patrones de comportamiento que no son esenciales para nuestra supervivencia y bienestar.

En el inventario estratégico de un guerrero, la importancia personal figura como la actividad que consume la mayor cantidad de energía, y por eso hay que esforzase tanto por erradicarla. Una de las primeras preocupaciones del guerrero es liberar esa energía para enfrentarse con ella a lo desconocido. La acción de recanalizar esa energía es la impecabilidad.

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miércoles, 22 de marzo de 2017

La Encrucijada de la Conciencia

Las acciones sistemáticas que un guerrero realiza en estados de conciencia acrecentada son un recurso para permitir que el otro yo se manifieste mediante el acto de recordarse a sí mismo. Cada uno de nosotros puede ir directamente a los recuerdos de nuestra luminosidad con resultados insondables, pero los únicos que se aventuran a hacerlo son los guerreros.

La conciencia tiene una brillantez peculiar. Para un guerrero que “ve”, la conciencia de la vida cotidiana es un destello en el lado derecho que se extiende desde el cuerpo físico hasta la periferia de nuestra luminosidad. La conciencia acrecentada se “ve” como un brillo más intenso que se asocia con gran velocidad y concentración, un resplandor que satura la periferia del lado izquierdo.

La claridad y la libertad de la conciencia del “lado izquierdo” están en oposición directa a las racionalizaciones y las interminables defensas del “lado derecho”. Todo guerrero ha de cruzar la misma encrucijada que esa polaridad modela, además esa escisión ha de reforzarse a fin de que el guerrero adquiera el convencimiento de que en los seres humanos hay una conciencia que no se ha explorado.

Intuir una realidad que trasciende el mundo que percibimos se queda en el nivel de las conjeturas. No obstante, un guerrero debe tratar de presenciar el flujo de impresiones y “ver” la manera como el hombre y otros seres vivientes lo usan para construir su mundo perceptible.

La percepción es una facultad física que cultivan los seres vivos y se le conoce como “atención”. Ese acto es nuestra hazaña más singular, que cubre toda la gama de alternativas y posibilidades humanas. Las alternativas son las que estamos capacitados para escoger como personas que funcionan dentro del medio social. Las posibilidades humanas son aquellas que estamos capacitados para lograr como seres luminosos.

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martes, 7 de marzo de 2017

Mover la Rueda del Tiempo

El tiempo, en el camino del guerrero, no es algo que se mida con los movimientos del reloj. El tiempo es la esencia de la atención; las emanaciones del Águila están compuestas de tiempo.

La rueda del tiempo es un estado de conciencia acrecentada del yo real, así como la conciencia del lado izquierdo es el estado de conciencia acrecentado del yo ordinario. La rueda del tiempo podría describirse físicamente como un túnel infinito de largo, un túnel con surcos que brillan. Cada surco es infinito, y hay cantidades infinitas de ellos.

Todos los seres vivos están obligados, por la fuerza de la vida, a contemplar compulsivamente esos surcos. Contemplarlo significa ser atrapado por él.

Lo que un guerrero llama voluntad pertenece a la rueda del tiempo. Es algo parecido a un tentáculo intangible que todos nosotros poseemos. El designio final de un guerrero consiste en aprender a concentrarlo en la rueda del tiempo con el fin de hacerla girar. Un guerrero que ha logrado hacer girar la rueda del tiempo puede contemplar cualquier surco y extraer de él lo que desee.

Ser atrapado compulsivamente en cualquier surco del tiempo implica ver las imágenes de ese surco conforme se alejan. Ser libre de la fuerza fascinante de esos surcos significa que uno puede ver en cualquier dirección, ya sea cuando las imágenes se alejan o cuando se aproximan.

Un guerrero no tiene vida propia; a partir del momento que comprende la naturaleza de la conciencia, dejan de ser personas y la condición humana ya no forma parte de su visión.

El reto de un guerrero consiste en llegar a un equilibrio muy sutil de fuerzas positivas y negativas. Esto significa que el guerrero debe luchar por enfrentar cualquier situación concebible, lo esperado y lo inesperado con igual eficiencia.

Se requiere una enormidad de fuerza para abandonar el intento de la vida de todos los días. En la mirada está el secreto. Los ojos convocan el intento.

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lunes, 20 de febrero de 2017

Acechando el Recuerdo de Si

El Primer Choque Consciente es el Recuerdo de Sí y se le llama consciente porque es menester hacerlo deliberadamente. En la naturaleza no se produce. El choque natural que es dado al cuerpo es el acto de respirar. No obstante, este es un choque mecánico. El Primer Choque Consciente es la cosa más importante y más práctica que podemos hacer. Es preciso aprender lo que significa recordarse a sí mismo y practicarlo cada día.

El Recuerdo de Sí requiere de inteligencia, conciencia y visión. En el acto de recordarse a sí mismo hemos de actuar con la astucia y disimulo necesarios para conseguir nuestro propósito, recordándonos de diferentes maneras y bajo diferentes condiciones.

La diferencia entre el deseo y la voluntad es que podemos hacer lo que deseamos pero si hacemos lo que no deseamos esto demuestra Voluntad. Todo Recuerdo de Sí ha de contener un elemento de control-Voluntad. Es un acto de hacer —el único que podemos realizar─.

Sabemos que la única manera correcta de interferir en nuestros comportamientos compulsivos es la de darle el Primer Choque Consciente, o Recuerdo de Sí. Por ello, nuestro propósito debe estar en conexión con el Recuerdo de Si. Tratar de cumplir un propósito sin que lo acompañe un estado de Recuerdo de Si es intentarlo desde un lugar equivocado. Recuérdate a ti mismo y luego recuerda tu propósito.

Hay diferentes clases de Recuerdo de Si y es preciso descubrirlo gradualmente. Tiene que ver con diferentes influencias, de las cuales una se ejerce sobre una persona, otra sobre otra persona, y así son diferentes para cada persona. En diferentes horas del día las influencias son diferentes en cada persona. Esto significa que aprender a recordarnos a nosotros es separarse y dejar de identificarse con algo que se estaba apoderando de uno. Solo a este respecto es siempre lo mismo. Es siempre lo mismo porque es un elevarse de sí mismo por encima del nivel de la personalidad ordinaria, por encima de la corriente de pensamientos, preocupaciones y estados de ánimo, tomando una dirección diferente. El Recuerdo de Sí siempre significa un estado más pleno de conciencia, pero no se logra un estado más pleno de conciencia mirando siempre las cosas de la misma manera. Si siempre se mira por la ventana orientada al este, no se verá el Sol todo el día. Si se está en un mal estado de ánimo se recuerda a sí mismo de una manera, y cuando se está en un buen estado de ánimo hay que recordarse a sí mismo de otra manera, y muchas veces no es fácil. Pero en ambos casos no se cree plenamente en ese estado sino en algo que podría llegar a ser y en verdad fue una vez —algo que se ha olvidado—. En el acto de Recuerdo de Si se establece una distinción entre uno mismo y la persona que se ha llegado a ser en la vida. Y uno se diferencia a sí mismo de su pensamiento y de su estado de ánimo presentes. Nos es dado lentamente “ver” que todo ello no es "Yo". De otro modo se sigue siendo simplemente los propios pensamientos desatinados y estados inútiles que se suceden sin orden ni armonía y esto es estar dormido en estados compulsivos, en faltas distintivas. Entonces estamos a merced de cada serie de personalidades negativas, que buscan destruirnos —y tenemos de sobra de ellos─. Todos somos comidos en todo momento por los malos estados, por los malos pensamientos, por la inútil identificación, y así alimentamos al volador. En un estado de Recuerdo de Sí esto es imposible. Las influencias del volador no penetran en la Tercera Atención. Cuando se llega a comprender, sabemos que es preciso luchar para recordarnos a nosotros mismos. Debemos simplemente recordarnos a nosotros mismos y detener el considerar a los demás. Hemos de esforzarnos por no creer en nuestros estados —solo en el estado de Recuerdo de Si─.

Un hombre debe ser capaz de girar por completo en sí mismo. Ahora bien, esto significa que no está apegado a nada en sí mismo. Al identificarnos nos apegamos a las cosas y por eso no podemos liberarnos ni podemos girar. Un hombre puede pasar a un estado de Recuerdo de Si sin ningún esfuerzo directo. Lo único que advierte es que está en un estado desacostumbrado y no identificado con cosa alguna. Toda la vida y sus preocupaciones se desvanecen y ve las cosas muy claramente.

Ahora bien, cuando practicamos el Recuerdo de Si podemos lograr cuanto deseamos mientras no nos identifiquemos con ello, porque identificarse es dejar de recordar. Todo lo que hay que hacer es recordarse a sí mismo. Esto no es renunciar a sí mismo, sino hallarse a uno mismo y perder lo que se creía que era uno mismo —todo ese enredo en el cual uno está─.

Recordarse a uno mismo, no es tan solo pensarlo o discutirlo, sino tratar de hacerlo a solas, en la intimidad; y si no puedes hacer algo mejor, trata de detener tus pensamientos, trata de separarte de tu estado interior tal como es ahora y contémplalo como carente de importancia y como si no fueras tu mismo.- Este acto puede abrir algo, elevar algo hasta el nivel de la Tercera Atención. Entonces ese algo que está en un nivel superior lo reconocerá, lo percibirá, como si hubieras entrado a través de una puerta.

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domingo, 19 de febrero de 2017

Vislumbres de la Tercera Atención

La causa fundamental de casi todos los malentendidos que surgen en el mundo interior del hombre, así como también en la vida común de la gente, se deben sobre todo a un factor que se encuentra en su conciencia, que desde una edad temprana y debido a la educación, producen estímulos que dan nacimiento en él a los impulsos de "vanidad" y "orgullo".

A este respecto hay que señalar solemnemente que la felicidad del hombre, que depende de alcanzar la Tercera Atención —esto es, el Estado de Recuerdo de Sí o de Conciencia de Sí— empieza en todos los casos con la ausencia en nosotros de los sentimientos de vanidad y de orgullo La actividad de la Instalación Foránea cesa en la Tercera Atención y logramos estados en los cuales la es dejada enteramente a un lado experimentando una signo de iluminación y felicidad que nos es completamente desconocida en los estados ordinarios de conciencia en los cuales pasamos la mayor parte de nuestra existencia. Todo sentido de preocupación desaparece como también los sentimientos acostumbrados de "Yo". Todas las formas de celos, todas las formas de consideración interna se desvanecen. Se está solo consigo mismo y se saborea una nueva clase de conciencia, que llamamos Conciencia Acrecentada.

Entrar en la Tercera Atención es un derecho que tenemos por nacimiento, pero que lo perdemos debido a la enseñanza, la educación y la guía de nuestros familiares, maestros y adultos en general, entrando así en el llamado estado de vigilia –es decir, de la primera atención-, muy semejante a caer del cielo al infierno. En este Estado nos atacan, por todos lados, toda la variedad de desdichados estados interiores de los cuales solo un sincero acto de Recuerdo de Si puede separarnos. En lugar de hacerlo nos identificamos con todo lo que nos acontece en el estado de la primera atención —esto es, el estado de adormecimiento en el que vive la humanidad y que, como un sarcasmo, es llamado plena conciencia—.
Por eso conviene recordar que en la Tercera Atención, la Instalación Foránea pierde todo el poder que manifiesta sobre nosotros y pasamos a un terreno enteramente nuevo de experiencias interiores y exteriores.

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viernes, 17 de febrero de 2017

La Esclavitud del Hombre

Un hombre plenamente despierto carece de Importancia Personal. Una persona con Importancia Personal carece de verdadera existencia porque está dormida. Un hombre debe abrirse por completo a sí mismo sin excepción alguna. Debe dejar de mantener ciertas creencias sobre sí mismo, posturas, imágenes, ideas de sí mismo. La ansiedad y el temor, que nos impiden relajarnos, surgen sutilmente cuando un hombre intenta mantener algo que no es él mismo. La Importancia Personal, siempre está preocupada con diferentes formas de consideración interna, con cuestiones de si produjo una buena impresión, si se mantienen las apariencias, todo ello provoca una tensión en el Ser. Es como si un hombre se empeñara en mantenerse en puntillas todo el tiempo y no comprendiese por qué se siente agotado. Mantiene todo el tiempo algo que no es él mismo —algo imaginario— algo que no le conviene. Si no tuviéramos Importancia Personal, toda la ansiedad y el nerviosismo que todos sentimos secretamente, admitiéndolo o no, desaparecería. No solo nuestras relaciones con los otros cambiarían, sino que también lo harían nuestras relaciones con nosotros mismos. Entonces comprenderíamos lo que es relajarse.

Uno de los problemas radica en que la Importancia Personal solo se ama a sí misma, y este tipo de amor nos mantiene en la ansiedad porque teme la perdida de estima y posición. Ahora bien, la Importancia Personal nunca admite cosa alguna. Siempre tiene razón. Si finge confesar sus pecados, lo hace debido a la vanidad, como una pose, para jactarse, para lograr méritos y aplausos. Esta cosa absurda compuesta de mentiras evidentes y de falsa imaginación no es fácil de descubrir y destruir. Por el contrario, su existencia es muy difícil de descubrir y su fuerza es extraordinaria. No permite que se la descubra ni que nos descubramos a nosotros mismos —esto es, que descubramos lo que somos realmente—. Si lo hiciera, su poder quedaría destruido, y nos veríamos libres de nuestro mayor enemigo —esto es, de la persona que imaginamos ser, a quien servimos como esclavos desde el momento en que despertamos por la mañana hasta que nos dormimos por la noche. Cuando estamos al servicio de la Importancia Personal, ésta nos obliga a corresponder a lo que ella imagina ser. No permite que una persona descanse, sino que la aguijonea para que actúe de la manera que supone debe actuar, para que mantenga su reputación, el papel que desempeña.

Por esa razón si un hombre se forja el retrato de ser un trabajador infatigable, la Importancia Personal lo obligará a trabajar infatigablemente hasta la muerte. Hace que cada uno de nosotros mantenga la imagen que se ha forjado de sí mismo.

Ahora bien, la fuerza de la Importancia Personal depende de las defensas que hemos levantado en torno a nuestro ser. Su fuerza no está en las mentiras evidentes ni en la falsa imaginación, sino en las defensas que se levantan como muros y nos impiden ver más de un lado a la vez. Por eso no vemos las contradicciones interiores. Nos impiden poner juntas dos cosas, de las cuales vemos cada una separadamente.

Porque ejercen esta extraña acción, las mentiras y la imaginación gozan del poder de dominarnos. Una de las maneras en que podemos lograr descubrir la Importancia Personal es estableciendo una contradicción de la que seamos conscientes —esto es, hacer que seamos simultáneamente cada vez más conscientes de lo que está a cada lado del muro de las defensas. Por lo común solo tenemos conciencia de un lado y al cabo de un tiempo del otro lado, así no vemos contradicción alguna. Así la Importancia Personal, mediante la acción de nuestras defensas, nos impide hallarnos a nosotros mismos. Impide a un hombre lograr sin excepción alguna el descubrimiento de sí mismo. Por eso es necesario practicar el acecho sobre uno mismo durante un prolongado periodo hasta que la memoria, que registra ambos lados de un muro de defensa, sea lo bastante fuerte como para que sintamos su influencia.

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jueves, 15 de diciembre de 2016

El Privilegio del Conocimiento

El conocimiento es mucho más accesible a aquellos que son capaces de asimilarlo; y toda dificultad radica en que la gente o no lo desea o no puede recibirlo. Pero ante todo es preciso comprender que el conocimiento no puede pertenecer a todos, ni siquiera puede pertenecer a muchos. Tal es la ley. El conocimiento, como todas las cosas en el mundo, es material y esto significa que posee todas las características de la materialidad. Una de las primeras características de la materialidad es que la materia es limitada. Hasta la arena del desierto y el agua del mar están en cantidad definida e invariable. De modo que, si el conocimiento es material, significa entonces que hay una cantidad definida de conocimiento en un tiempo dado. Pero sabemos, aun por una observación consciente de la vida, que la materia de conocimiento posee cualidades por entero diferentes sea que se la tome en cantidades pequeñas o grandes. Si se la toma en gran cantidad pero solamente por un hombre, o bien por un pequeño grupo de hombres, produce resultados muy buenos; en cambio, tomada en pequeña cantidad por un gran número de personas, no produce resultado alguno; o hasta puede dar resultados negativos, contrarios a lo que se esperaba. Desde este punto de vista es mucho más ventajoso que el conocimiento se conserve entre un pequeño número de personas y no se disperse entre las masas.

A primera vista esta teoría parece muy injusta, por la posición de aquellos a quienes, por así decir, se les niega el conocimiento con el fin de que otros puedan recibir una parte mayor. El hecho es que la mayoría de la gente no desea ninguna clase de conocimiento; se niegan a aceptar su parte, y ni siquiera toman la porción que les es destinada en la distribución general para los propósitos de la vida. Esto es particularmente evidente en tiempo de locura de las masas tales como las guerras, las revoluciones, etc. Debido a ello, enormes cantidades de conocimiento permanecen, por así decir, sin que nadie las reclame y pueden ser distribuidas entre aquellos que comprenden su valor.
No hay nada injusto en esto, porque aquellos que reciben el conocimiento no toman nada que pertenezca a los demás, no privan a los demás de nada; sólo toman lo que los otros rechazaron y que en todo caso se hubiera perdido si nadie lo hubiese tomado. El acopio de conocimiento por algunos depende del rechazo del conocimiento por los otros.

Hay períodos en la vida de la humanidad, que por lo general coinciden con el comienzo o la caída de las culturas y civilizaciones, en que las masas pierden irremediablemente la razón y empiezan a destruir todo lo que ha sido creado por siglos y milenios de cultura. Tales períodos de locura de las masas, que a menudo coinciden con cataclismos geológicos, con cambios climáticos y similares fenómenos de carácter planetario, dejan en libertad gran cantidad de materia de conocimiento. Esto, a su vez, exige el trabajo de reunir esta materia de conocimiento que de otro modo se perdería.

Este aspecto de la cuestión es claro. La multitud no desea ni busca el conocimiento, y los dirigentes de la multitud, en su propio interés, tratan de fortalecer el miedo y la antipatía hacia todo lo nuevo y desconocido. La esclavitud en la cual vive la humanidad se basa en este miedo. Es difícil imaginar todo el horror de esta esclavitud. No comprendemos lo que está perdiendo la gente. Pero con el fin de comprender la causa de esta esclavitud basta ver cómo vive la gente, qué constituye el propósito de su existencia, el objeto de sus deseos, pasiones y aspiraciones, de lo que piensan, de lo que hablan, de lo que sirven y de lo que adoran. Consideren en qué gasta su dinero la humanidad culta de nuestro tiempo, qué es lo que impone el precio más alto, dónde están las grandes muchedumbres. Si pensamos un instante sobre estas cuestiones vemos claramente que la humanidad, tal como es ahora, con los intereses por los cuales vive, no puede esperar otra cosa diferente de lo que tiene.

El otro aspecto consiste en el hecho de que nadie esconde nada; no hay misterio alguno. Pero la adquisición o la transmisión del verdadero conocimiento exige mucho trabajo y un gran esfuerzo, tanto de quien lo recibe como de quien lo imparte. Y aquellos que poseen este conocimiento hacen cuanto pueden por transmitirlo y comunicarlo al mayor número posible de personas, por facilitarles el acceso y permitirles que se preparen para recibir la verdad. Pero el conocimiento no se puede impartir por la fuerza a nadie, y un examen imparcial de la vida del hombre medio, de lo que llena su día, de las cosas en que se interesa, mostrará en seguida si es posible acusar a los hombres que poseen el conocimiento de ocultarlo, de no desear impartirlo o de no querer enseñar a la gente lo que ellos conocen.

Aquel que desea el conocimiento debe hacer por sí mismo el esfuerzo inicial para encontrar la fuente del conocimiento y encararlo, aprovechando la ayuda y las indicaciones que se dan a todos, pero que la gente por regla general no desea ver o reconocer. El conocimiento no puede llegar a la gente sin que ella se esfuerce por su parte. Todos lo comprenden muy bien en relación con el aprendizaje ordinario, pero en el caso del conocimiento, cuando admiten la posibilidad de su existencia, encuentran que es posible esperar algo diferente. Y sin embargo hay teorías que afirman que, el conocimiento puede llegar a la gente sin esfuerzo alguno de su parte, que pueden adquirirlo hasta en el sueño. La existencia misma de dichas teorías constituye una explicación adicional de por qué el conocimiento no puede llegar a la gente. Al mismo tiempo es esencial comprender que el esfuerzo independiente del Hombre para lograr algo en esta dirección, tampoco puede dar resultado. Un hombre sólo puede alcanzar el conocimiento con la ayuda de aquellos que lo poseen. Es preciso comprender esto desde el comienzo.

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lunes, 3 de octubre de 2016

La Oportunidad del Ave de la Libertad

Nunca dije que nada puede ser cambiado. Dije que tú no puedes cambiar nada, y que nada se cambiará por sí mismo. Ya te he dicho que para cambiar algo, primero debes cambiar tú mismo. Y esto es mucho más difícil de lo que piensas. Requiere esfuerzo constante y por mucho tiempo, y mucho conocimiento. Tú eres incapaz de tal esfuerzo y aún no sabes cómo empezar. Nadie es capaz de eso por sí mismo.

La gente siempre repite los mismos errores. Primero simplemente no saben que se mueven en un círculo: y si oyen acerca de esta idea, rehúsan creerla. Después si empiezan a ver la verdad de ella y aceptarla, piensan que esto es todo lo necesario. Ellos llegan a estar plenamente convencidos que ahora saben todo lo que necesitaban saber y de que pueden cambiar todo. E inmediatamente encuentran charlatanes que les aseguran que todo es muy fácil y simple. Esta es la mayor ilusión de todas. En esta forma los hombres pierden las oportunidades que han adquirido a través de mucho sufrimiento y algunas veces aún por medio de grandes esfuerzos.

Hay que recordar que uno puede saber muchas cosas y ser incapaz de cambiar cualquier cosa, porque cambiar requiere diferente conocimiento y también algo que tú no posees.
Te debes dar cuenta que tú mismo no puedes cambiar nada y que debes buscar ayuda. Y ésta debe ser una muy profunda comprensión, porque darse cuenta hoy, y olvidar mañana no es suficiente. Uno debe vivir con esta comprensión
Para saber, uno debe aprender; y para aprender, uno debe hacer sacrificios. Nada puede adquirirse sin sacrificio. Esta es la cosa que tú no entiendes, y hasta que no la entiendas, nada puede hacerse.

A un hombre sólo se le puede dar lo que puede usar; y él únicamente puede usar aquello por lo que ha sacrificado algo. Esta es la ley de la naturaleza humana. Así que si un hombre quiere tener ayuda para adquirir un conocimiento importante o nuevos poderes, debe sacrificar otras cosas importantes para él al momento. Además, él únicamente puede lograr tanto como lo que haya dado por ello. Hay dificultades adicionales debidas a su estado. Él no puede saber exactamente lo que puede lograr, pero si él se da cuenta de lo desesperado de su situación estará de acuerdo en hacer sacrificios, aún sin saberlo. Y estará orgulloso de hacerlo, porque únicamente de esta manera puede adquirir la posibilidad de ganar algo nuevo o el cambio propio; pues si no sacrifica nada, luego todo quedará igual para él o puede incluso llegar a ser peor.

Tú puedes saber qué es a lo que tienes que renunciar y lo que puedes adquirir con esa renuncia. Tú puedes saber lo que puedes lograr con la comprensión de qué es lo que quieres. Por algunas muy complicadas razones, que las tienes, ha ocurrido que conjeturaste un gran secreto, el cual, la gente, generalmente no lo conoce. Por sí misma tu suposición es inútil porque no puedes aplicarla a nada. Pero el hecho de que sepas este secreto te abre ciertas puertas. Tú sabes que todo se repite de nuevo y de nuevo. Ha habido otras gentes que han hecho el mismo descubrimiento, pero no pudieron hacer nada con él. Si pudieras cambiar algo en ti, serás capaz de emplear este conocimiento para tu propia ventaja. Así que, tú sí sabes lo que quieres y lo que puedes lograr.

Hay algo más que puede decirse. La gente que hace las mismas suposiciones que has hecho, tiene ciertas ventajas y ciertas desventajas en comparación con otras personas que no presuponen nada. Su ventaja consiste en que a ellas se les pueden enseñar lo que no se les puede enseñar a otras personas, y su desventaja es que, para ellos, el tiempo les llega a ser muy limitado. Un hombre ordinario puede dar vueltas y vueltas a la rueda y nada le sucede hasta que finalmente desaparece.

De nuevo, hay muchas cosas que no sabes sobre esto; pero debes comprender que en el transcurso del tiempo, aún la posición de las estrellas en relación a las otras cambian -y los hombres dependen de las estrellas mucho más de lo que ellos se dan cuenta, aunque no en la misma manera que ellos lo piensan, si ellos por acaso piensan sobre esto-. Nada permanece lo mismo en el tiempo. Pero un hombre que ha empezado a presagiar el gran secreto debe utilizarlo. De otra manera se volverá contra él. No es un secreto seguro. Cuando uno ha llegado a percibirlo, uno debe seguirlo o fracasará. Cuando uno ve pasar el ave de la libertad solo tiene una oportunidad, porque quizá no vuelva a pasar por su vida otra vez más.

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lunes, 11 de abril de 2016

Dimensión de lo Sagrado

La verdad de lo que somos puede ser percibido solo desde una energía más fina, una inteligencia en uno mismo que puede ver. Eso exige una relación precisa entre la manera habitual de pensar y eso que se esté viendo. Uno debe seguir al otro, sino uno se pierde en la substancia del pensamiento.

No se puede estar en contradicción con uno mismo, no importa lo pequeña que ésta sea. Si no, no se puede ver. Una contradicción significa de un lado, una necesitad de saber quién uno es y del otro una cabeza que funciona sola, por sí misma; una emoción que funciona sola, por sí misma; y tensiones que nos apartan de las sensaciones.

Cuando te ves perdido en la oscuridad sientes que necesitas claridad, necesitas una visión. Percibes la necesidad de ver, en un sentido totalmente diferente que el deseo de cambiar, porque ayer te sentiste en un estado más cómodo. Entonces, poco a poco, las tensiones del cuerpo empiezan a soltarse de uno mismo. La mente puede ver sin querer un resultado y el cuerpo se abre a una disposición diferente. La energía se libera y una realidad interior aparece. No hay más contradicción. Ves, solo eso… solo estás viendo.

Observar sin contradicción es como seguir un corriente de agua rápida, un torrente ardiente, con anticipación por cada movimiento del agua con un ojo, y mirando cada pequeña ola con el otro. No hay tiempo para pensar, para comentar o juzgar. No hay más pensamiento. La mente empieza a estar tranquila y sensible ─muy activa pero tranquila─. Ves sin distorsión. Una observación silenciosa da luz a la comprensión pero esta verdad debe ser vista –percibida─.
El orden nace del desorden. Estar en desorden y, al mismo tiempo, presente al desorden da el conocimiento de otra posibilidad, otro orden de las cosas; entonces, hay una posibilidad diferente.

Este método es perfecto para aquellos que lo desean, para los que tienen determinación. La dificultad no es tanto en un nivel físico, porque los movimientos son relativamente sencillos y los aprendemos desde el principio, progresando conforme sucede la integración. Desarrollamos nuestras capacidades cerebrales practicando la atención dividida, un camino para dominar la mente más que ser dominado por ella y dándole una expansión creativa.
En muchas ocasiones utilizamos esta ‘atención dividida’ en nuestras vidas, generalmente inconscientemente, como cuando conducimos un coche, por ejemplo. Mientras este tipo de función se mantenga mecánica, nos ubica fuera de nosotros mismos y nos deja fragmentados. Esto es lo que crea estrés, dispersión, falta de concentración e inquietud en general: un bajo nivel de vitalidad.

Debido a su geometría precisa y ritmo poco común, los movimientos nos regresan constantemente al aquí y el ahora. Rompemos el patrón mecánico del lenguaje corporal, personal y limitado, al volvernos disponibles a un nuevo vocabulario, físico y energético.
Cuando buscamos un estado de atención sin tensión, una colaboración cercana es necesaria entre nuestros cuerpos físico, emocional e intelectual. Algunas veces, después de un intenso esfuerzo, surge un momento de presencia que nos conecta a lo que es esencial. Momento de iniciación, momento de gracia que nos afecta para siempre. En cada movimiento, en cada medida, este es el momento que invitamos, para entrar en contacto con lo que todos buscamos con mayor o menor conciencia, la dimensión de lo sagrado; para que esta dimensión se vuelva presente como una cualidad básica en cada día de nuestras vidas.

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martes, 29 de marzo de 2016

Justicia

Justicia es una gran palabra. Es una gran cosa en el mundo. No se trata de cualquier cosa: es algo objetivo. Las cosas objetivas actúan según el intento, tal como el intento les indica marchar. Recuerda esto: lo que siembras, cosechas. Y esta Ley no concierne solamente a los individuos sino también a las familias y a las naciones.

Las cosas que pasan en la Tierra son continuación de aquello que en algún momento fue iniciado por nuestros ancestros. Y las consecuencias recaen sobre nosotros, por lo tanto somos nosotros quienes tenemos que hacerles frente. Esto no es una injusticia. Al contrario, es un gran honor. Esta responsabilidad puede servir de factor para recapitular. Y de este modo se podrá reparar el pasado que está más allá de nuestra propia existencia actual y que incluye a nuestros ancestros.

Alguien ha muerto, nuestros padres, nuestros abuelos, bisabuelos, desde el comienzo de los tiempos, y somos nosotros los que cosechamos. Es preciso que no pensemos sólo en nosotros, porque nosotros no somos más que un eslabón de la cadena de sangre: no se puede considerar esto de manera egoísta. O, si quieres, lo puedes considerar de manera egoísta, pero solamente en lo que concierne a tu sangre, no en lo que concierne a tu pequeña vida. Es un honor ocupar ese lugar y estar orgulloso de ello. Cuanto más te sientas obligado a reparar las consecuencias del pasado, más recordarás todo aquello que no hiciste como debieras haber hecho. De modo que podrás tener diez veces más remordimientos de conciencia y tu disposición de ser impecable aumentará de manera proporcionada.

No eres una simple "cola de perro". Tienes una responsabilidad en la línea de tu linaje. Toda la humanidad pasada y futura depende de ti. Toda la humanidad depende de cómo repares tu pasado. Si reparas para todo el mundo, está bien. Si no, de nada valdrá.

¡Te das cuenta en qué situación te encuentras! ¿Quizá comienzas a comprender qué es la justicia? La justicia no se ocupa de regular nuestras pequeñas historias. Se ocupa de cosas grandes. Es idiota pensar que el Poder deba ocuparse de las cosas pequeñas en tu lugar. Es lo mismo respecto de la justicia. La justicia no se ocupa de esas pequeñas cosas, y al mismo tiempo, nada se hace en la Tierra sin justicia.

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viernes, 25 de marzo de 2016

La Línea del Tiempo

Si tomamos el tiempo como un círculo, en éste caso, lo que en una parte del círculo es pasado, ya dentro de poco será futuro, y el futuro otra vez dando vuelta por el círculo, ya será pasado.
El pasado está siempre conectado con lo enredado, envuelto, pesado, con lo conservador, con lo regresivo.
Ahí está mi historia personal, en el pasado. Entonces en el momento que entro al presente realmente, puedo trabajar en el presente sobre el pasado. Trabajar en el presente sobre el pasado, sobre mi historia personal, deshacer causas, deshacer cosas indeseables, cosas falsamente cristalizadas, cosas prematuramente petrificadas... Esto lo puedo hacer solamente cuando estoy presente frente a mi pasado. Estoy en el presente y estoy presente... Si no, no tengo poder sobre esto.
En el momento que estoy presente, tengo sobre mi pasado un poder exento, un poder que puede deshacer causas.


Mi historia personal también se proyecta al futuro, por eso mi futuro es como el pasado. En el futuro tenemos normalmente la fuerza activa, al futuro me lanzo con entusiasmo, con identificación, con esperanza, con ímpetu, con muchas cosas. Pero no es real tampoco: lo real es el Presente. En el presente escapo por un momento al tiempo; en el momento que estoy antes del momento que para mí es el futuro, tengo posibilidad de entrar en la línea vertical sobre el tiempo y la eternidad. La línea es vertical.

La línea del tiempo también se mueve en una forma lineal, uno después del otro. En esos momentos uno no ve el mundo esféricamente, como por ejemplo una onda sonora que en realidad se expande como una esfera, se ve siempre linealmente, y así ve también su vida.
Entonces cuando estamos en el presente y realmente estamos con el cuerpo, el cuerpo en ese momento no lo tiene a uno, sino que es un instrumento vibrante que puede ayudarnos a oscilar con otra energía. Y la mente está en ese momento, libre de la ley del flujo de las asociaciones, y esto es muy importante porque las asociaciones nos arrastran constantemente hacia el pasado y hacia el futuro...
Este flujo nunca para, sigue hasta en la noche, a pesar de que en el sueño, ya no existe la noción del tiempo, y entonces una cosa que se extiende en el tiempo, sobre años, se puede soñar en un momento, estando desajustado de nuestras funciones.

Cuando estamos en la línea vertical, a la que se le ha dado en llamar el Eterno Ahora, se puede cruzar la línea del tiempo en cualquier momento, entonces podemos estar presentes en cualquier momento. No es una cosa estática. Y nuestra emoción puede sentir en ese momento algo de la eternidad: estamos vivos, sentimos gratitud y sentimos alegría de vivir. En ese momento que nos sentimos vivos, nuestra emoción no está cargada necesariamente de la historia personal, el pasado, ni la expectativa del futuro, no esperamos nada en ese momento, sino que simplemente se es.
En realidad es un estado de abstracción relámpago, comparado con el estado que lentamente se produce en la meditación y que es análogo, pero ahí es generado lentamente, mientras que aquí es generado espontáneamente, porque uno de los elementos del conocimiento es que debe ser espontáneo.

¡Aquí! ¡Ahora! Son las mejores palabras. El viejo "hic et nunc" de los alquimistas. Esta espontaneidad la tenemos todos. Hay una potencialidad en el Conocimiento, que puede ser parcial o puede ser total... Lo ideal sería que estuviéramos presentes trascendiendo todas nuestras funciones para realmente realizarnos o morar por un momento o varios momentos, en el Eterno Ahora. Para conseguirlo hemos de ser permeables con la historia personal, los bloqueos, la sexualidad, las represiones, ya que todo eso nos hace muy impenetrables, muy opacos, estando constantemente con nuestra importancia personal a la defensiva, mirando a todo el mundo para quedar bien, defendiendo nuestra imagen, o nos retiramos ensimismados en nosotros mismos, ya que no hay una permeabilidad que permita una participación.

Para alcanzar el Conocimiento, hay que hacerse más permeable, más osmótico, menos viscoso... Ese es el esfuerzo de cada uno. Los momentos intermitentes de Conocimiento pueden llevarnos más hacia el momento de recordarnos a nosotros mismos.

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lunes, 21 de marzo de 2016

El Uso Adecuado de la Energía de un Guerrero

La vida diaria de un guerrero ha de estar basada en la observación. Cuando un guerrero es impecable y observa su intento en el mundo, se da cuenta de que necesita más energía de la que tiene para hacer todo lo que quiere hacer. A partir de ahí, comienza una batalla para impedir el desperdicio de energía que tiene y lucha por detener sus hábitos desgastantes a través del acecho y el recuerdo de sí mismo.


A cada uno de nosotros le es dada una cantidad limitada, definida, de energía. Esta energía es la única que disponemos para realizar las funciones de nuestra vida. Pero, es limitada y es consumida por la vida cotidiana de manera que no queda nada para trascender los parámetros de la percepción ordinaria, ni el desarrollo interior.

Un guerrero planifica cómo quiere utilizar su energía en la vida diaria y cuánta necesita para romper los parámetros de la primera atención. Él ha de ser muy cuidadoso y observarse a sí mismo todo el tiempo. Un desliz, la expresión de una emoción negativa —si expresa rabia y se pone violento— le va a llevar al uso de energías que tardará días o semanas en recuperar. Pero el camino del guerrero es para transmutar las emociones de rabia, miedo o aburrimiento de tal manera que le aporte la energía a sus centros vitales, en lugar de alejarla de ellos. Para ello ha darse cuenta de esos tipos de emociones, de manera que ellas comiencen a tener un gusto diferente y comiencen a serle útiles.
Al darse cuenta de esto, el guerrero llega a dos conclusiones: la primera, que está gastando energía innecesariamente en las actividades cotidianas. Segundo, que está desperdiciando energía continuamente a través de la expresión de emociones negativas, de impaciencia, de explosiones de rabia, de ilusiones y de la autocompasión. Estas expresiones no necesariamente tienen que ser verbalizadas de forma explícita. Puede que tengan lugar internamente y son igualmente perjudiciales y agotadoras.

La autocompasión es una de las pérdidas de energía que más debilitan a un guerrero. Tal vez siente que no es suficientemente valorado por los demás. Se identifica con sus emociones y pensamientos acerca de cómo le trata la gente y de cuáles son sus actitudes hacia él mismo. Puede sentir que es un incomprendido; que la gente no es lo suficientemente cortés y gentil con él; sentir que no es respetado. Todo esto, por supuesto, es imaginación suya. Sin embargo, le atormenta y drena su energía. Le hace suspicaz de los demás, hostil, vengativo. Siente que la vida es injusta y también lo es la actitud de los otros hacia él. Todo el tiempo está echando cuentas. Espera que la gente exprese su aprecio y admiración por él, que reconozcan su inteligencia, su agudeza, su creatividad, su buen gusto, elocuencia y sofisticación; en definitiva, su absoluta superioridad. No obstante, debe tratar de darse cuenta de cuan devastadoras pueden llegar a ser estas actitudes. Pueden corroer su vida entera y sus relaciones con todo el mundo. Sin embargo, si hace el intento se dará cuenta de cuál de estos aspectos se le pueden atribuir y asumir la tarea de estar especialmente atento a ellos y observarlos; a partir de ahí comenzara su camino de liberación.

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domingo, 13 de marzo de 2016

Desarrollo de la Segunda Atención (El Intento que Surge del Silencio)

La segunda atención tiene la característica de enfocarse en detalles que pasan completamente desapercibidos en la vida cotidiana y este es uno de los motivos por los, para desarrollarla, es necesario poner en práctica actos de “no-hacer”.

Una de las paradojas de la segunda atención es la lucha que ha de llevarse a cabo para inmovilizarla y después batallar aun más para romper esa misma inmovilización. La segunda atención, cuando empieza a desarrollarse, tiene la tendencia a querer observarlo todo como un niño cuando mira el mundo por primera vez descubriendo todas sus maravillas, después la tendencia es a quedarse fijada en detalles de todo tipo, y si uno se queda fijo en los detalles de la segunda atención pierde el control.

Para intentar entender el control de la segunda atención, la manera de hacerlo es a través de la idea de la voluntad, que podría describirse como el máximo control de la energía luminosa del cuerpo; también puede describirse como el grado máximo de pericia o estado de conciencia al que un guerrero llega en un momento dado. A este estado se le experimenta como una fuerza que irradia desde la parte media del cuerpo después de un momento de silencio absoluto, de terror puro o de profunda tristeza; nunca después de un momento de felicidad, ya que la felicidad es demasiado perturbadora para permitirle a un guerrero la concentración requerida para usar la luminosidad de su cuerpo y convertirla en silencio.

La tristeza es tan poderosa como el terror. La tristeza hace que un guerrero derrame lágrimas de sangre. Ambas pueden conseguir llevar a un guerrero al momento de silencio interno. También, el silencio interior puede llegar por sí mismo, porque un guerrero lo persigue durante toda su vida.
El silencio interno es un momento de negrura, un momento aun más silente que el momento de parar el diálogo interno. Esa negrura, ese silencio, permite que pueda surgir el intento de dirigir la segunda atención, de dominarla, de obligarla a hacer cosas. Por eso se le llama voluntad. El intento y el efecto son la voluntad y las dos cosas están unidas.

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sábado, 5 de marzo de 2016

Doble Atención

El recuerdo de uno mismo es el inicio para alcanzar la verdadera liberación, la libertad total, y es de suma importancia ponerlo en práctica. Nunca nos acordamos de nosotros mismos. Nunca nos sentimos a nosotros mismos.

Si uno se da cuenta de que no se recuerda, este darse cuenta se vuelve constante, y eso le llevará a recordarse. Todos los días se pueden encontrar momentos para constatar que no nos recordamos, y esto es lo que conduce progresivamente al recuerdo de uno mismo.


La doble atención es como sigue: yo observo; yo veo; yo noto; yo miro; yo siento que miro. No con el pensamiento; sino en el sentir.
Este es el rasgo fundamental del recuerdo de sí; la atención está dirigida a la vez hacia uno mismo y hacia lo que observa. Lo que observa puede estar tanto adentro como afuera de uno.

Cuando se tiene una sola dirección de la atención, se está identificado, pero no con lo observado, sino con la parte de uno que juzga desde un punto de vista en uno.
Ahora mantienes la doble atención; con la doble atención pones conciencia de ti en los puntos de entrada de las impresiones; los ojos y los oídos.

Descubres algo; cuando mantienes la doble atención, cuando la pones en los lugares de ingreso de las impresiones. A partir de ahí, los puntos de vista adquiridos quedan inactivos.
Y descubres algo más; al estar inactivos por tu doble atención, no pueden juzgar por ti, ni lo que ves, ni lo que oyes.

Hoy has aprendido algo muy importante; los puntos de vista adquiridos pueden hacerte actuar de acuerdo con sus criterios sólo si te olvidas de ti; si no te acuerdas de ti; si no te sientes a ti mismo.

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viernes, 26 de febrero de 2016

Renunciar a la Importancia Personal

Renunciar a la importancia personal significa dejar el infantilismo, la ineficacia y la mentira. Se confunde como una acción final el hecho de abandonar la importancia personal (se renuncia a la importancia personal y ya no hay más personalidad). Esto es una ilusión porque, en realidad, no existe la personalidad egoica en el Universo; por tanto, no hay nada real a lo que se renuncia cuando abandonamos la importancia personal.

La importancia personal se mide en términos de tiempo. Si en un momento dado renunciamos a tres minutos de importancia personal, al día siguiente otros tres minutos de voluntad se desarrollarán. Renunciar a la importancia personal es un proceso continuo, no una única acción. Una acción aislada no significa nada.

Renunciar a la importancia personal no significa hacer algo. Eso sucede muy raras veces. La mayor parte de las veces es todo lo contrario, es no-hacer algo; y esto supone una gran diferencia. La importancia personal está siempre conectada con la propia opinión, con el pensar que se sabe algo. La importancia personal es como un niño que dice: “Ya lo sé”. “Lo haré yo solo”. La importancia personal tiene muchas facetas, se le dice a alguien que no haga algo y al instante quiere hacerlo. No se puede adquirir voluntad hasta no haber renunciado a la importancia personal. Del mismo modo que no se puede adquirir conocimiento hasta no haber renunciado a las opiniones personales.

Renunciar a la importancia personal es algo que tiene que hacer uno mismo. Hay que estar lo suficientemente libre de su acción para poder aceptar las cosas sin lucha. No se pueden mantener los viejos puntos de vista y opiniones, y adquirir otros nuevos al mismo tiempo. Hay que tener el suficiente coraje para renunciar a lo viejo. Hay que ser capaces de entender la necesidad de la disciplina. No se puede crear voluntad hasta no haber aceptado una disciplina.

Está en la misma naturaleza de las cosas el que la conciencia y la voluntad no puedan darse de por sí. Todo debe ser “comprado”, nada es gratis. Lo más difícil es aprender cómo pagar. Uno consigue exactamente tanto como paga. La voluntad no puede desarrollarse mecánicamente; la conciencia no se puede desarrollar inconscientemente, no puede crecer de la nada, hay que pagar por todo. Hay que tomar conciencia de la posición y hay que estar preparado para pagar. Cuanto más se esté dispuesto a pagar más se obtiene. Nada puede darse sin más.
Si uno tiene algo y quiere darlo resulta que no puede. La naturaleza de la cosa que uno quiere dar es tal que los demás “deben” pagar por ella. Uno no puede conseguir que los demás la tengan; tienen que quererla mucho y estar dispuestos a pagar por ella. No hay otro modo. Solo entonces puede llegar a ser suya; si no, se pierde.

El pago no tiene nada que ver con dinero ni nada por el estilo. El pagar es más bien un principio. El dar dinero y servicio es una cuestión de posibilidad. Desgraciadamente solo tenemos una palabra, “pago”, de modo que hay que usarla en diferentes sentidos. El pago con dinero depende en parte del entendimiento y en parte de las posibilidades. El otro tipo de pago es algo mucho más importante y debe ser entendido como algo absolutamente necesario.

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martes, 23 de febrero de 2016

Voluntad y Acecho

En el hombre corriente la voluntad va en zigzag, o bien se mueve en un círculo. La voluntad pone de manifiesto la dirección de la disciplina. La disciplina es nuestra moneda de cambio. Hemos de pagar con disciplina. Obtenemos resultados en proporción a la intensidad de nuestra disciplina y a su tiempo de aplicación (en el sentido de actuar en el momento adecuado o no).

La disciplina se aplica al acecho que hemos de realizar a propósito de nosotros mismos y de nuestras debilidades. Cuando la gente oye hablar de disciplina siempre piensa que es una disciplina en el sentido de “hacer”. Sin embargo, eso es siempre una disciplina perdida o equivocada. La disciplina de acecho de sí mismo es una disciplina correcta porque es a través de ella que podemos obtener resultados.

El acecho se lleva a cabo de la siguiente manera. Sabes que no te conviene hacer algo, pero una parte de ti quiere hacerlo. Entonces, te acechas a ti mismo y lo paras. El acecho lleva consigo un elemento de voluntad. Si no fuera nada más que soñar, “yo soy”, “yo soy”, “yo soy”, no sería nada. Se debe dedicar un cierto tiempo simplemente a observar lo que significa acechar, y lo que significa no acechar, y el efecto que ambos tienen.

En realidad, el acecho no es algo abstracto o intelectual, sino que son momentos de voluntad. No es pensamiento, es acción. Significa haber incrementado el control. Es, precisamente, para lo que sirve. Solo podemos controlarnos en momentos de acecho.
El control mecánico que se adquiere mediante el adiestramiento de la educación (cuando a uno se le enseña a comportarse en ciertas circunstancias) no es el verdadero control.

Acechar significa, también, una cierta capacidad de acción en una dirección, para hacer lo que uno quiere. En nuestra manera lógica de pensar, la conciencia es algo aparte de la voluntad. Pero conciencia significa voluntad. La palabra “conciencia” significa una combinación de todo el conocimiento (como si se tuviera delante de uno todo el propio conocimiento al mismo tiempo). Pero conciencia significa también voluntad, y voluntad significa libertad.

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miércoles, 10 de febrero de 2016

Un Conocimiento Absolutamente Crucial

En el mundo de la vida cotidiana, nuestra palabra y nuestras decisiones se pueden revocar muy fácilmente. Lo único irrevocable en el mundo cotidiano es la muerte. En el mundo de los chamanes, en cambio, la muerte puede recibir una contraorden, pero no la palabra de un guerrero. En el mundo de los chamanes las decisiones no pueden cambiarse o revisarse. Una vez que han sido tomadas, valen para siempre.

Una de las cosas más dramáticas de la condición humana es la macabra conexión que existe entre la estupidez y la imagen de sí. Es la estupidez lo que obliga al hombre corriente a descartar cualquier cosa que no se ajuste a las expectativas de la imagen que tiene de sí mismo. El hecho de ser hombres corrientes, por ejemplo, hace que seamos ciegos a una parte del conocimiento accesible al ser humano que es absolutamente crucial: la existencia del punto de encaje y el hecho de que puede desplazarse.

El hombre racional, al aferrarse tercamente a la imagen que tiene de sí mismo, se garantiza una ignorancia abismal. Ignora el hecho de que el chamanismo no es cuestión de encantamientos ni abracadabras, sino que es la libertad de percibir no solo el mundo que se da por sentado, sino todo lo que es humanamente posible lograr. El hombre corriente tiembla ante la posibilidad de ser libre, aunque la libertad está al alcance de su mano.

Uno de los problemas del hombre es que intuye sus recursos ocultos pero no se atreve a utilizarlos. Por eso dicen los guerreros que el problema del hombre es el contrapunto que crean su estupidez y su ignorancia. El hombre necesita ahora, más que nunca, que le enseñen nuevas ideas que tengan que ver exclusivamente con su mundo interior; ideas de chamanes, no ideas sociales; ideas relativas al enfrentamiento del hombre con lo desconocido, con su muerte personal. Ahora, más que nunca, necesita que le enseñen los secretos del punto de encaje.

El espíritu únicamente escucha a quien le habla con gestos. Y los gestos no son señas o movimientos del cuerpo, sino actos de verdadero abandono, actos de generosidad, de humor. Como gesto hacia el espíritu, un guerrero saca lo mejor de sí mismo y sigilosamente se lo ofrece a lo abstracto.

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jueves, 10 de diciembre de 2015

Campos Unificados

Todo está conectado, todo está en movimiento. Unos campos se relacionan con otros en una sucesión de ritmos, como en una danza universal que nace de las profundidades mismas de la conciencia.


Cuando usamos el arte de acechar estamos poniendo en práctica un conjunto de procedimientos y actitudes que permiten a una persona (a quien llamamos guerrero) extraer lo mejor de cualquier situación concebible.
El arte del acecho siempre tiene que ver con el mundo cotidiano. Por ello, es recomendable para un guerrero no tener cosas materiales en las que enfocar su poder, para así poder enfocarlo en el espíritu, en el verdadero vuelo a lo desconocido y no en trivialidades. Si quieres seguir el camino del conocimiento tienes que librarte de la compulsión de poseer cosas y de aferrarte a ellas.

Existe una gran diferencia entre “ver” y mirar. “Ver” es un conocimiento del cuerpo. El predominio del sentido visual, en los seres humanos, interviene en este conocimiento corpóreo haciendo parecer que “ver” esté relacionado con los ojos.
Cuando un guerrero pierde la forma humana, éste obtiene una libertad de recordarse a sí mismo como un conglomerado de campos de energía enderezados que le hacen ser aún más libre. Un guerrero que ha perdido la forma humana se “ve” como siempre ha sido, como una espiral.
Todo el acecho de un guerrero ha de dirigirse en esa dirección, la de perder la forma humana y todo lo que ello conlleva, porque el gran logro de un guerrero es disfrutar de la alegría del infinito. Es por eso que un guerrero sabe que espera y sabe lo que espera; y mientras espera, deleita sus ojos en la contemplación del mundo.

El destino de un guerrero sigue un curso inalterable y el desafío consiste en cuán lejos puede llegar y cuán impecable puede ser dentro de esos rígidos confines.


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martes, 3 de noviembre de 2015

Pinches Tiranos

Los chamanes, al entender la naturaleza de hombre, llegaron a la conclusión incuestionable de que si uno se las puede ver con los pinches tiranos, uno ciertamente puede enfrentarse a lo desconocido sin peligro y, luego incluso, uno puede sobrevivir a la presencia de lo que no se puede conocer.
La reacción del hombre común y corriente es pensar que debería invertirse ese orden. Es natural creer que los chamanes que pueden enfrentar lo desconocido, pueden, por cierto, hacer cara a cualquier pinche tirano, pero no es así. Nada puede templar tan bien el espíritu de un guerrero como el tratar con personas imposibles en posiciones de poder. Sólo bajo esas circunstancias pueden los chamanes adquirir la sobriedad y la serenidad necesarias para ponerse frente a lo que no se puede conocer. El ingrediente perfecto para producir un soberbio guerrero es un pinche tirano con privilegios ilimitados.

La idea de usar un pinche tirano no es sólo para perfeccionar el espíritu, sino también para la felicidad y el gozo del guerrero. El error de cualquier persona que se enfrenta a un pinche tirano es no tener una estrategia en la cual apoyarse; el defecto fatal es tomar demasiado en serio los sentimientos propios, así como las acciones de los pinches tiranos. Un guerrero por otra parte, no sólo tiene una estrategia bien pensada, sino que está también libre de la importancia personal. Lo que acaba con su importancia personal es haber comprendido que la realidad es una interpretación que hacemos.
Se puede derrotar a los pinches tiranos usando solamente la convicción de que los pinches tiranos se toman mortalmente en serio, mientras que los guerreros no.

El afinar el espíritu cuando alguien lo aguijonea se llama control. Reunir la información necesaria sobre la fortaleza y las debilidades de un pinche tirano mientras te golpean, se llama disciplina. El perfecto pinche tirano no tiene ninguna característica redentora.
El refrenamiento es esperar con paciencia, sin prisas, sin angustia, es una sencilla y gozosa retención del pago que tiene que llegar. El gran regocijo de un guerrero es saber que está esperando y saber qué es lo que espera.
Refrenarse significa retener con el espíritu algo que el guerrero sabe que justamente debe cumplirse. No significa que el guerrero ande por ahí pensando en hacerle mal a alguien, o planeando cómo vengarse y saldar cuentas. El refrenamiento es algo independiente. Mientras el guerrero tenga control, disciplina y la habilidad de escoger el momento oportuno, el refrenamiento asegura que recibirá su completo merecido quienquiera que se lo haya ganado.

Los chamanes usan a los pinches tiranos no solo para deshacerse de su importancia personal sino también para lograr la muy sofisticada maniobra de desplazarse fuera de este mundo.

Hoy en día, el ser derrotado por un repinche tiranito no es mortal pero si devastador. En sentido figurado, el grado de mortandad de los guerreros es elevado. Los guerreros que sucumben son arrasados por su propio sentido de fracaso. Eso es equivalente a una muerte figurada.
Cualquiera que se une al pinche tirano queda derrotado. El enojarse y actuar sin control o disciplina, el no tener refrenamiento es estar derrotado.
Cuando los guerreros son derrotados o bien se reagrupan y vuelven a la pelea con más tino, o dejan el camino del guerrero y se alinean de por vida a las filas de los pinches tiranos.

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