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Tradicion Tolteca
La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.
Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.
La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.
Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.
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domingo, 13 de marzo de 2016
Desarrollo de la Segunda Atención (El Intento que Surge del Silencio)
Una de las paradojas de la segunda atención es la lucha que ha de llevarse a cabo para inmovilizarla y después batallar aun más para romper esa misma inmovilización. La segunda atención, cuando empieza a desarrollarse, tiene la tendencia a querer observarlo todo como un niño cuando mira el mundo por primera vez descubriendo todas sus maravillas, después la tendencia es a quedarse fijada en detalles de todo tipo, y si uno se queda fijo en los detalles de la segunda atención pierde el control.
Para intentar entender el control de la segunda atención, la manera de hacerlo es a través de la idea de la voluntad, que podría describirse como el máximo control de la energía luminosa del cuerpo; también puede describirse como el grado máximo de pericia o estado de conciencia al que un guerrero llega en un momento dado. A este estado se le experimenta como una fuerza que irradia desde la parte media del cuerpo después de un momento de silencio absoluto, de terror puro o de profunda tristeza; nunca después de un momento de felicidad, ya que la felicidad es demasiado perturbadora para permitirle a un guerrero la concentración requerida para usar la luminosidad de su cuerpo y convertirla en silencio.
La tristeza es tan poderosa como el terror. La tristeza hace que un guerrero derrame lágrimas de sangre. Ambas pueden conseguir llevar a un guerrero al momento de silencio interno. También, el silencio interior puede llegar por sí mismo, porque un guerrero lo persigue durante toda su vida.
El silencio interno es un momento de negrura, un momento aun más silente que el momento de parar el diálogo interno. Esa negrura, ese silencio, permite que pueda surgir el intento de dirigir la segunda atención, de dominarla, de obligarla a hacer cosas. Por eso se le llama voluntad. El intento y el efecto son la voluntad y las dos cosas están unidas.
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