La vida diaria de un guerrero ha de estar basada en la observación. Cuando un guerrero es impecable y observa su intento en el mundo, se da cuenta de que necesita más energía de la que tiene para hacer todo lo que quiere hacer. A partir de ahí, comienza una batalla para impedir el desperdicio de energía que tiene y lucha por detener sus hábitos desgastantes a través del acecho y el recuerdo de sí mismo.
A cada uno de nosotros le es dada una cantidad limitada, definida, de energía. Esta energía es la única que disponemos para realizar las funciones de nuestra vida. Pero, es limitada y es consumida por la vida cotidiana de manera que no queda nada para trascender los parámetros de la percepción ordinaria, ni el desarrollo interior.
Un guerrero planifica cómo quiere utilizar su energía en la vida diaria y cuánta necesita para romper los parámetros de la primera atención. Él ha de ser muy cuidadoso y observarse a sí mismo todo el tiempo. Un desliz, la expresión de una emoción negativa —si expresa rabia y se pone violento— le va a llevar al uso de energías que tardará días o semanas en recuperar. Pero el camino del guerrero es para transmutar las emociones de rabia, miedo o aburrimiento de tal manera que le aporte la energía a sus centros vitales, en lugar de alejarla de ellos. Para ello ha darse cuenta de esos tipos de emociones, de manera que ellas comiencen a tener un gusto diferente y comiencen a serle útiles.
Al darse cuenta de esto, el guerrero llega a dos conclusiones: la primera, que está gastando energía innecesariamente en las actividades cotidianas. Segundo, que está desperdiciando energía continuamente a través de la expresión de emociones negativas, de impaciencia, de explosiones de rabia, de ilusiones y de la autocompasión. Estas expresiones no necesariamente tienen que ser verbalizadas de forma explícita. Puede que tengan lugar internamente y son igualmente perjudiciales y agotadoras.
La autocompasión es una de las pérdidas de energía que más debilitan a un guerrero. Tal vez siente que no es suficientemente valorado por los demás. Se identifica con sus emociones y pensamientos acerca de cómo le trata la gente y de cuáles son sus actitudes hacia él mismo. Puede sentir que es un incomprendido; que la gente no es lo suficientemente cortés y gentil con él; sentir que no es respetado. Todo esto, por supuesto, es imaginación suya. Sin embargo, le atormenta y drena su energía. Le hace suspicaz de los demás, hostil, vengativo. Siente que la vida es injusta y también lo es la actitud de los otros hacia él. Todo el tiempo está echando cuentas. Espera que la gente exprese su aprecio y admiración por él, que reconozcan su inteligencia, su agudeza, su creatividad, su buen gusto, elocuencia y sofisticación; en definitiva, su absoluta superioridad. No obstante, debe tratar de darse cuenta de cuan devastadoras pueden llegar a ser estas actitudes. Pueden corroer su vida entera y sus relaciones con todo el mundo. Sin embargo, si hace el intento se dará cuenta de cuál de estos aspectos se le pueden atribuir y asumir la tarea de estar especialmente atento a ellos y observarlos; a partir de ahí comenzara su camino de liberación.
1 comentario:
Estupendo! Así es!
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