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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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sábado, 7 de diciembre de 2013

La Disciplina del Volador

Enfrentar una fuerza energética no es fácil; si además, esa fuerza ha desarrollado un sistema excelente de obediencia y sumisión, que no permite ser identificado por quien lo padece, la especie humana en este caso, el desafío es aun mayor.

La humanidad quiere ser libre y, sin embargo, ni siquiera puede concebir lo que es o qué significa esa libertad que tanto anhela. Todo lo que somos y hacemos parece estar regido por una mente que sin ser nuestra, la consideramos como nuestra. Esa es la estrategia del volador.
Hacer el intento de alcanzar esa libertad, es lo que nos ha permitido darnos cuenta del volador y de la necesidad de romper sus cadenas, y la única solución que hemos encontrado, el único remedio que existe para hacerlo es mediante la disciplina.

La disciplina significa, en este contexto, incorporar nuevos hábitos que transformen nuestro estilo de vida; mediante un conjunto de acciones que nos llevan a integrarnos en una unidad con nosotros mismos y con todo lo que nos rodea, y dejando de prestar atención a los pensamientos y los sentimientos de miedo, odio, rencor, ira, y de todo aquello que nos hace vernos como separados de los demás y del mundo en que vivimos, que es en definitiva lo que nos hace sentirnos fragmentados en nuestra identidad.

Somos indisciplinados, no por naturaleza, sino después de un duro aprendizaje durante los primeros años de nuestras vidas. Después de aprender una serie de cosas para “sobrevivir” en este mundo, todo queda incorporado y el individuo está listo para integrarse a un mundo de alineación que se retroalimenta constantemente de la misma fuente, la fuente de la separación y del miedo. Todo ese proceso ha sido ideado y llevado a cabo por el volador, y al habernos dado su propia mente, ya no la identificamos como extranjera, sino que la consideramos como propia. Todo este proceso ha sido desarrollado como una estrategia maestra del volador a través de la disciplina.

Al igual que hemos sido sometidos al yugo del volador mediante disciplina, resulta que la forma de ahuyentar definitivamente al volador es también mediante la disciplina. Lo hemos probado y comprobado cientos de veces. No obstante, hemos de ser muy tenaces a la hora de actuar de manera diferente a como se supone que deberíamos actuar, es decir, la forma del volador. Recuerda que tu mente, la mente con la que estás actuando, la que te dice que te llamas de tal o cual manera, que dicta cómo eres, donde vives, quienes son tus padres, donde has nacido, es la mente del volador, no la tuya.
El volador no va a marcharse así por las buenas y de un día para otro. De hecho, su supervivencia consiste en tenernos esclavizados. El volador se alimenta de nuestra luminosidad, y si tú le quieres quitar su alimento, realmente él va a luchar con todas sus fuerzas, tenlo por seguro.

La buena noticia es que después de un tiempo, sin tiempo, porque para cada persona resulta diferente cuando consigue sacarse al volador de encima para siempre, el volador termina por desistir. Los progresos son lentos al principio y según uno va librando sus propias batallas, cada vez el volador empieza a tener menos argumentos y es cuando vamos viendo todas las máscaras que ha estado utilizando con nosotros, una por una.
Quitar esas capas de energía foránea es lo que te lleva a tener más energía cada vez. La energía es acumulativa y pronto descubres que tenías increíbles reservas en tu interior. Ahora es cuando empiezas a desarrollarte y a enfrentar los mayores desafíos. Ya no tienes nada ni nadie que te diga cómo son las cosas o lo que tienes que hacer. Ahora es cuando empieza tu verdadero aprendizaje, aunque has de saber que guerreros poderosos marchan a tu lado.

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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Desmontando la Trama del Volador

Ya hemos visto en otras ocasiones la idea del volador, como esa energía, ese ser sin organismo que nos tiene esclavizados bajo el yugo del miedo, la culpa, el rencor, la ira, el odio, y que nos ha dado su mente haciéndonos creer que es nuestra mente racionalista, materialista y egoísta que nos hace vernos y sentirnos separados de todo cuanto nos rodea.

Los chamanes del antiguo México, los primeros en darse cuenta de la existencia de estos seres, les llamaron “voladores”, por su forma y comportamiento. En este nuevo artículo vamos a profundizar un poco más en esta idea y vamos a intentar entender y desenmascarar este ser que nos usa y nos utiliza como su alimento particular de luminosidad, pues es de nuestra luminosidad de lo que el volador viene alimentándose.
El volador lo penetra todo. Su hechizo hace que la vida parezca gris y triste. Nos engaña hasta el punto de hacernos pensar que existimos sin otro propósito que la mera supervivencia. Nos condena a la vejez, a la enfermedad y a la muerte.

La esperanza que les queda a los seres humanos es ese destello de maravilla, igual que un relámpago de verano que ilumina el cielo durante la noche, como un escalofrío que recorre la espina dorsal y que es el contacto con el intento. Así lo llamamos. El hechizo que se cierne sobre nosotros ha hecho muy bien su labor, pero no es lo bastante fuerte para convencernos de que estamos condenados.

Ahora sabemos que las interferencias hacen que las cosas cambien y nosotros podemos perturbar la rueda del tiempo. Dicho de otra manera, podemos ordenar los hechos para que la historia de siempre no vuelva a repetirse. Sabemos que podemos sentirnos perdidos, pero es así como se siente uno siempre cuando se encuentra con algo desconocido. Lo peor que se le puede augurar a alguien es que siga con la misma vida que lleva.

La humanidad entera vive bajo una especie de hechizo desarrollado por el volador. Lo que tenemos que hacer es arrancarnos ese hechizo. Se trata del hechizo del tiempo. Los guerreros auténticos no están ligados a él, puesto que viven en el pasado, en el futuro y en el presente al mismo tiempo.
Tú y yo estamos juntos en esta habitación, pero lo que vivimos es muy diferente. Por consiguiente, como mínimo hay dos versiones de lo que ocurre. No hay nadie que esté únicamente en un lugar. Las líneas rectas y estrechas del tiempo son, en realidad, los hilos de una telaraña que llega a la eternidad. Una versión cualquiera del tiempo es solo una opción, y esa opción puede ser siempre la misma, ya que la telaraña del tiempo es muy extensa, o puede ser diferente, dependiendo de lo que uno quiera.

Hay una parte en nosotros, que es nuestra mente genuina, nuestra mente auténtica; no es la mente que el volador nos ha dado, haciéndonos creer que era nuestra auténtica mente. A esa mente solo se llega a través del silencio interior y los chamanes le llaman el conocimiento silencioso. Esa mente es la que se mantiene al margen, la que no se involucra con los sentimientos del mundo. Es esa parte de nosotros que no participa del drama de la vida que nos han hecho creer como propio. Es la que no acepta la ilusión del tiempo. Pero, ¡qué intensa es esa ilusión!
Toda versión del tiempo es real, pero ninguna es completa… esa es la cuestión y ahí, precisamente, radica nuestra oportunidad. El volador aún no ha visto que sus esquemas estén alterados, debido a que la alteración es insignificante. Pero solo quedan unos pasos más que desandar y toda la trama urdida por el volador se vendrá abajo.

Uno bien podría quedarse mudo, en realidad es lo que ocurre la mayor parte de las veces, que se ve la realidad por vez primera; mundos que van y vienen como motas de polvo en un rayo de sol. Estos son principios del conocimiento silencioso.

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lunes, 25 de noviembre de 2013

Los Centros de Vitalidad del Cuerpo Físico

Cada centro energético del cuerpo presenta una concentración de energía. Se trata de una especie de vórtice como un embudo que, desde la perspectiva de quien lo contempla, parece girar en el sentido contrario al de las agujas del reloj. La fortaleza de determinado centro depende de la fuerza de este movimiento. Cuando apenas se mueve, el centro está agotado, vacío de energía.
Los chamanes del México antiguo repararon en la presencia de éstos vórtices cuando escrutaron el cuerpo en estados de conciencia acrecentada.
Al “verlo”, experimentaron una gran curiosidad y los cartografiaron.

Podemos decir que el ser humano no es más que un conglomerado de miles de vórtices arremolinados, algunos tan pequeños que parecen un pinchazo de alfiler, lo que no impide que sean importantes. En su mayoría son vórtices de energía y ésta fluye libremente o queda atascada. Existen seis vórtices tan enormes que merecen un tratamiento especial. Son los centros de la vida y la vitalidad. En ellos la energía jamás se atasca, pero a veces la provisión es tan escasa que apenas giran.

Los enormes centros de vitalidad se encuentran en seis zonas del cuerpo:
El primero está situado en el costado derecho, en la zona del hígado y la vesícula biliar; el segundo en el costado izquierdo del cuerpo, en la zona del páncreas y el bazo; el tercero centro de vitalidad se encuentra en la espalda, en la zona de los riñones y las glándulas suprarrenales, el cuarto centro de vitalidad se ubica en la garganta, en el hueco de la base del cuello, en la parte anterior del cuerpo. El quinto está en los alrededores de la matriz y el sexto en la coronilla.

El quinto centro, que sólo tienen las mujeres, a veces presenta una energía peculiar que en los chamanes de la antigüedad produjo la impresión de fluidez. Se trata de una característica que sólo poseen algunas mujeres y que parece servir de filtro natural que elimina influencias superfluas.

El sexto centro, el de la coronilla, no posee un vórtice circular de energía, como los demás, sino un movimiento de péndulo que de algún modo recuerda a los latidos del corazón.
El sexto centro de energía no pertenece al hombre. De alguna manera, los seres humanos están sometidos a su asedio. Dicho centro ha sido tomado por un invasor, por un depredador que no se deja ver. La única forma de vencerlo es fortaleciendo los otros centros.

El centro de la coronilla no fluctúa como los otros centros. Se mueve hacia adelante y hacia atrás, con un desplazamiento repugnante y extraño. En el caso del guerrero capaz de vencer la mente, que los chamanes llaman instalación foránea, la fluctuación de dicho centro es exactamente igual a la de los restantes.

Percibido como un conglomerado de campos de energía, el ser humano es una unidad concreta y hermética a la que no se puede inyectar energía ni de la que ésta escapa.
La sensación de recobrar la energía se debe a la redistribución de la energía que anteriormente escapó de dichos centros. Por lo tanto, la energía vuelve a localizarse en los cinco centros de la vida y la vitalidad.

Postura Corporal y Bagaje Psicoemocional

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miércoles, 20 de noviembre de 2013

La Mente del Volador

El ser humano está inmerso en una especie de oscuridad rodeada de supremacía de unos hombres sobre otros, de unos regímenes sobre otros, de unos países sobre otros, de un estilo de vida sobre otro. A nivel individual, también es así y todos creemos tener una parte oscura que nos mantiene sumidos en el dolor y la desesperación. Se dice mucho de llevar esa parte de nosotros a la luz, iluminarla… de alguna manera. También se le han atribuido diferentes nombres: ego, sombra, pronto, oscuridad, mancha, etc… y no todos se ponen de acuerdo en si todas se refieran a lo mismo. En lo que si coincidimos es que en nosotros hay algo que nos mantiene condenados en una realidad desesperada de la que constantemente queremos salir, por no decir escapar.


La mayoría de las teorías nos enseñan que esta parte oscura que percibimos, forma parte de nosotros mismos, es la eterna lucha entre el bien y el mal dentro del alma y del espíritu humano. Pero, también hemos encontrado otras maneras de referirse y de “ver” este aspecto que nos tiene sometidos.
Tener pensamientos de odio, rencor, ira, es algo que nos han hecho creer como completamente natural. Estamos tan acostumbrados a ellos que los tomamos como algo normal e inherente a nuestra propia naturaleza.
Vivimos en un universo predador y puede que nos sorprenda descubrir que no somos los que estamos más altos en la cadena alimenticia. En las enseñanzas de don Juan, éste le presenta a Castaneda un tipo de energía existente en el universo y que, según los chamanes de la antigüedad, los primeros en verla, nos controla de la manera más excelente posible: dándonos su propia mente y haciéndonos creer que esa mente es nuestra. Este tipo de energía los chamanes de la antigüedad le llamaron el “volador”, por su forma y comportamiento.
En un pasado olvidado teníamos un tipo de alianza con el volador como intercambio energético, pero en alguna parte del camino, simplemente lo intercambiamos por una protección falsa que estos seres llegaron a ofrecer a los seres humanos.
El volador se alimenta de sentimientos, de ahí que el ser humano haya perdido su espontaneidad para convertirse en un ser totalmente predecible. La capa de luminosidad que nos envuelve de recién nacidos lleva el sello de la espontaneidad y la vamos transfiriendo por pensamientos y creencias que nos dicen lo que hemos de sentir y juzgar en todo momento por cualquier cosa que nos ocurra. La autocompasión alimenta al volador, así como el miedo, el odio, la ira, la desesperación y un largo etcétera de emociones surgidas de una mente que nos ha sido impuesta y creemos ser nosotros mismos. Desde el punto de vista de un estratega, es una jugada maestra la del volador, porque el mismo ser que se alimenta de esas mismas emociones, que nacen de pensamientos y creencias que envuelven, sin excepción, a toda la especie humana, es quien nos ofrece esas mismas emociones.
Conocer la existencia del volador nos desvincula de él. Podemos negarlo y no por eso dejaría de estar presente, actuando desde la sombra. Pero, también podemos desligarnos de su mortal abrazo, porque el volador no nos mata, eso no le interesa. Para el volador es más importante tenernos sometidos, mientras se alimenta de las llamaradas de luminosidad que surgen de nuestra esfera luminosa cuando conectamos con sentimientos como el odio, el miedo, la ira, etcétera.
Abandonar la idea de que hay algo malo, algo que no funciona bien, en nosotros, nos da la libertad para luchar contra un enemigo común que está fuera de nosotros, y que no somos nosotros. Siempre hemos estado bien al ver la luz y actuar en la magia, como cuando éramos niños, pero el volador nos hizo creer a través de los adultos que nos educaron, que estaba mal actuar de esa manera en este mundo. Pero el tiempo de la liberación ha llegado y este es el momento de reclamar la libertad como propia, rompiendo las cadenas que nos mantienen unidos y presos de una mente que no es nuestra, que surge de las profundidades del cosmos y que, no obstante, la hemos recibido como propia. El tiempo del despertar ha llegado.

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sábado, 27 de julio de 2013

La Fuerza Rodante

Los chamanes describen la forma humana como la fuerza apremiante del alineamiento de las emanaciones, encendidas por el resplandor de la conciencia, en el sitio preciso en el que se encuentra normalmente el “punto de encaje”. Es la fuerza que nos convierte en personas. Así que, ser una persona es ser forzado a afiliarse con esa fuerza de alineamiento y, en consecuencia, a afiliarse con el sitio preciso donde se origina.

Debido a las actividades, en el momento dado, los puntos de encaje de los guerreros se desplazan hacia la izquierda. Es un desplazamiento permanente, que resulta en un excepcional sentido de indiferencia, de control o incluso de abandono. Ese desplazamiento implica un nuevo alineamiento de emanaciones, y es el principio de una serie de cambios mayores. De manera muy apropiada, los chamanes llaman a este cambio inicial perder la forma humana, porque el movimiento inexorable del punto de encaje, que se aleja de su posición original, resulta en la pérdida irreversible de nuestra afiliación a la fuerza que nos hace seres humanos.

Las bolas de fuego, que es como se “ve” la fuerza rodante de las emanaciones del Águila llamada tumbadora por los antiguos chamanes, son de crucial importancia para los seres humanos porque son la expresión de una fuerza que tiene que ver con todos los detalles de la vida y de la muerte.

La fuerza rodante es el medio a través del cual el Águila distribuye vida y conciencia. Pero también es la fuerza que podríamos decir que cobra la renta, haciendo morir a todos los seres vivientes.
La tumbadora es descrita por los chamanes como una línea eterna de anillos iridiscentes o bolas de fuego que ruedan incesantemente sobre los seres humanos. Los seres orgánicos luminosos son golpeados sin tregua por la fuerza rodante, hasta el día en el que los golpes resultan ser demasiado para ellos y los hacen finalmente desplomarse. Los antiguos chamanes “vieron” entonces cómo la fuerza rodante los tumba al pico del Águila para ser devorados. Por esa razón llamaban a esa fuerza la tumbadora.

La fuerza rodante en realidad es hermosa. Los chamanes recomiendan que nos abramos a ella. Los antiguos chamanes también se abrieron a ella, pero por razones y con propósitos guiados sobre todo por la importancia personal y la obsesión.
En cambio, en la actualidad los chamanes hacen amistad con ella. Se familiarizan con esa fuerza al manejarla sin ninguna importancia personal. El resultado es asombroso, en sus consecuencias.

Para abrirse a la fuerza rodante lo único que se necesita es mover el punto de encaje. El peligro es mínimo si la fuerza es “vista” de manera intencional. Pero es extremadamente peligroso si es un movimiento involuntario del punto de encaje que se deba quizás a la fatiga física, el agotamiento emocional, a la enfermedad, o simplemente a una crisis menor, como estar asustado o estar ebrio.

Cuando el punto de encaje se mueve involuntariamente, la fuerza rodante resquebraja la esfera luminosa. El ser humano tiene una abertura debajo del ombligo. En realidad no está debajo del ombligo, sino en la esfera luminosa, a la altura del ombligo. La abertura es más como una hendidura, un defecto natural en la lisa esfera de luz. Es allí donde nos golpea incesantemente la tumbadora y donde se agrieta la esfera de luminosidad.

Si es leve el movimiento del punto de encaje, la rajadura es muy pequeña, la esfera de luz se repara a sí misma rápidamente, y la gente experimenta lo que todos percibimos en alguna ocasión: manchas de color y formas distorsionadas, que siguen ahí aunque tengamos los ojos cerrados.

Si el movimiento es considerable, la rajadura también resulta extensa, y le lleva tiempo a la esfera luminosa repararse, como ocurre en el caso de guerreros que usan plantas de poder de manera intencionada para provocar ese movimiento o personas que usan drogas e inadvertidamente hacen lo mismo. En estos casos los hombres se sientes adormecidos y fríos; se les dificulta hablar o pensar; es como si los hubieran congelado por dentro.

Cuando el punto de encaje se mueve drásticamente debido a los efectos de un trauma o de una enfermedad mortal, la fuerza rodante produce una grieta a todo lo largo de la esfera luminosa; la esfera se desploma, se enrolla sobre sí misma y la persona muere. Somos realmente frágiles. A medida que la tumbadora nos golpea una y otra vez, la muerte entra dentro de nosotros a través de la abertura. La muerte es la fuerza rodante. Cuando encuentra una debilidad en la abertura de un ser luminoso, automáticamente raja la esfera, la abre y hace que se desplome.

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miércoles, 1 de mayo de 2013

El Desatino Controlado

Dentro del arte del “acecho” existe una técnica muy usada por los guerreros: “el desatino controlado”.
Los guerreros aseguran que esta es la única técnica con que cuentan para tratar consigo mismos en la conciencia acrecentada y con la gente en el mundo de la vida cotidiana.
El desatino controlado es un arte sumamente molesto y difícil de aprender. Muchos guerreros no tienen aguante para eso, no porque tenga nada de malo; sino porque hace falta mucha energía para ejercitarlo.

Para cuando llegamos al “camino del guerrero” nuestra personalidad ya está formada; y solamente nos resta practicar el desatino controlado y reírnos de nosotros mismos.
Los acechadores que practican el desatino controlado creen que, en cuestiones de personalidad, toda la especie humana cae dentro de tres categorías:

Las personas de la primera categoría son los perfectos secretarios, ayudantes o acompañantes. Tienen una personalidad muy fluida, pero su fluidez no nutre. Sin embargo, son serviciales, cuidadosos, totalmente domésticos e ingeniosos dentro de ciertos límites; chistosos, de muy buenos modales, simpáticos y delicados. En otras palabras, son la gente más agradable que existe, salvo por un enorme defecto: no pueden funcionar solos. Necesitan siempre que alguien los dirija. Con dirección, por dura o antagónica que pueda ser son estupendos. Por sí mismos perecen.

La gente de la segunda categoría no tienen nada de agradable. Los de este grupo son mezquinos, vengativos, envidiosos, celosos y egocéntricos. Hablan exclusivamente de sí mismos y habitualmente exigen que la gente se ajuste a sus normas. Siempre toman la iniciativa, aunque esto les haga sentirse mal. Se sienten totalmente incómodos en cualquier situación y nunca están tranquilos. Son inseguros y jamás están contentos; cuanto más inseguros se sienten, más desagradable es su comportamiento. Su defecto fatal es que matarían con tal de estar al mando.

En la tercera categoría están los que no son ni agradables ni antipáticos. No sirven a nadie, pero tampoco se imponen a nadie. Más bien son indiferentes. Tienen una idea exaltada de sí mismos, basada solamente en sus fantasías. Si son extraordinarios en algo es en la facultad de esperar a que las cosas sucedan. Por regla general esperan ser descubiertos y conquistados; tienen una estupenda facilidad para crear la ilusión de que se traen grandes cosas entre manos; cosas que siempre prometen sacar a relucir pero que nunca lo hacen, porque en realidad no tienen nada.

Temperamentos de los Guerreros Masculinos

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lunes, 15 de abril de 2013

La Primera Atencion

La conciencia de los seres humanos adultos, madurada por el proceso del crecimiento, ya no se la puede llamar simplemente conciencia de ser, porque su modificación la ha convertido en algo más intenso y complejo, algo que los chamanes llaman atención.

En cierto momento, a medida que los seres humanos crecen, una banda de emanaciones del interior de sus esferas luminosas se vuelve más brillante, conforme los seres humanos acumulan experiencia, esa banda comienza a resplandecer. En algunos casos, el resplandor de la banda aumenta tan dramáticamente que se fusiona con las emanaciones del exterior. Los chamanes, al presenciar tal enriquecimiento, tuvieron que concluir que la conciencia de ser es la materia prima y que la atención es el producto final.
Los chamanes dicen que la atención es dominar y enriquecer la conciencia de ser a través del proceso de vivir.

La atención es el logro individual más grande de la humanidad. Empieza a desarrollarse desde la conciencia animal, en bruto, hasta que llega a abarcar toda la gama de alternativas humanas. Los chamanes la perfeccionan aún más hasta hacerla cubrir con la gama total de posibilidades humanas.
Las alternativas humanas son todo lo que somos capaces de elegir como personas. Tienen que ver con el nivel de nuestra escala cotidiana, con lo conocido; y por tanto, son bastante limitadas en número y alcance. Las posibilidades humanas, por otro lado, pertenecen a lo desconocido. No son lo que somos capaces de elegir como personas sino lo que somos capaces de alcanzar como seres vivientes. Un ejemplo de lo primero, las alternativas humanas, es creer que el cuerpo es un objeto entre objetos. Un ejemplo de lo segundo, las posibilidades humanas, es lo que los chamanes logran hacer al “ver” al ser humano como un ser luminoso en forma ovoide. Con el cuerpo como objeto, uno se enfrenta a lo conocido, con el cuerpo como huevo luminoso uno enfrenta lo desconocido; las posibilidades humanas tienen, por consiguiente, un alcance casi inagotable.

Los chamanes dicen que hay tres tipos de atención. Cuando dicen eso, se refieren solo a los seres humanos y no a todos los seres conscientes que existen. Pero los tres no son tan solo tipos de atención, son más bien tres niveles de realización. Son la primera, segunda y tercera atenciones; cada una es un reino independiente y completo en sí mismo.
En el hombre, la primera atención es la conciencia animal, en bruto, que a través del proceso de la experiencia humana ha sido convertida en una facultad compleja, intrincada y extremadamente frágil, que se encarga del mundo cotidiano en todos sus innumerables aspectos. En otras palabras, aquello en lo que uno puede pensar forma parte de la primera atención.
La primera atención es todo lo que somos como seres humanos comunes y corrientes. En virtud de su dominio tan absoluto sobre nuestras vidas, la primera atención es la propiedad más valiosa que tenemos. Quizás es incluso nuestra única propiedad.
En términos de lo que los chamanes “ven”, la primera atención es un intenso resplandor de color ambarino. Es un resplandor que invariablemente se mantiene fijo en la parte superior de superficie de la esfera luminosa y que abarca lo conocido.

La conciencia de ser comienza con la presión permanente que ejercen las emanaciones en grande sobre las del interior de la esfera luminosa. Esta presión produce el primer acto de conciencia; detiene el movimiento de las emanaciones atrapadas, que incesantemente luchan por romper la esfera de luz para salir, para morir.
Los chamanes saben que en verdad todos los seres vivientes luchan por morir. Lo que detiene a la muerta es estar consciente de ser.
Los chamanes de la antigüedad se vieron profundamente perturbados por el hecho de que la conciencia detiene a la muerte y a la vez la induce a ser el alimento para el Águila. Como no podían explicar esa contradicción, porque no hay manera racional de comprender la existencia, llegaron a la conclusión de que su conocimiento estaba compuesto de proporciones contradictorias.
Los chamanes “viendo” descubrieron verdades indiscutibles. Esas verdades están ordenadas en términos de contradicciones supuestamente flagrantes. Por ejemplo, los chamanes tienen que ser seres metódicos, racionales, parangones de sobriedad, y a la vez deben rehusar todas esas cualidades para poder ser completamente libres y abrirse a las maravillas y misterios de la existencia.
Solo un sentimiento de suprema sobriedad puede tender un puente entre las contradicciones.

Al examinar el resplandor de la conciencia, los chamanes hallaron que todos los seres orgánicos, excepto el ser humano, aquietan las emanaciones atrapadas dentro de sus esferas luminosas para que ellas puedan alinearse con sus correspondientes emanaciones en grande. Los seres humanos en lugar de eso hacen que su primera atención tome un inventario de las emanaciones del Águila en el interior de sus esferas luminosas.
Los seres humanos prestan atención a las emanaciones que tienen en el interior de sus esferas luminosas. Ninguna otra criatura hace eso. En el momento en que la presión de las emanaciones en grande fija a las emanaciones interiores, la primera atención comienza a observarse a sí misma. Anota todo acerca de sí misma, o por lo menos intenta hacerlo, de maneras aberrantes. Éste es el proceso que los chamanes llaman hacer un inventario.
Hacer un inventario es una orden del Águila. Sin embargo, lo que queda sujeto a la voluntad del ser humano es la forma en que se obedece ese comando.
en el caso del inventario de la primera atención, los chamanes hacen el inventario, porque no pueden desobedecer. Pero una vez que lo han hecho lo tiran por la ventana. El Águila no nos ordena adorar nuestro inventario: nos ordena hacerlo, eso es todo.

Las emanaciones interiores del ser humano no se aquietan con objeto de aparejarse con las exteriores. Esto es evidente después de “ver” lo que hacen otras criaturas. Al aquietarse, algunas de ellas, se funden con las emanaciones en grande y se mueven con ellas. Por ejemplo, los chamanes pueden “ver” cómo se expande a gran tamaño la luz de las emanaciones de los escarabajos.
Los seres humanos aquietan sus emanaciones y reflexionan en ellas. Las emanaciones se concentran en sí mismas. Los seres humanos llevan el comando de hacer un inventario a un extremo lógico y hacen caso omiso de todo lo demás. Una vez que están profundamente involucrados en el inventario, pueden ocurrir dos cosas. Pueden ignorar los impulsos de las emanaciones en grande, o pueden utilizar esos impulsos de una manera muy especializada.
El resultado final de ignorar esos impulsos es un estado único conocido como la razón, el raciocinio. El resultado de usar los impulsos de una manera especializada se conoce como la absorción en uno mismo.
Los chamanes perciben la razón humana como un resplandor opaco, extrañamente homogéneo, que solo en muy raras ocasiones responde a la constante presión de las emanaciones en grande; un resplandor que endurece la esfera luminosa, pero también la vuelve más quebradiza.
En la especie humana la razón debería abundar, pero en realidad es muy escasa. La mayoría de los seres humanos eligen la absorción en sí mismos.
Para que pueda haber interacción entre los seres vivientes, la conciencia necesita un grado de absorción en sí misma. Pero con la excepción del ser humano, ningún ser viviente tiene un grado tal de absorción en sí mismo. Al contrario de los hombres de razón, que ignoran los impulsos de las emanaciones en grande, los individuos absortos en sí mismos usan esos impulsos y los convierten en una fuerza que agita aún más las emanaciones en el interior de sus esferas luminosas.
Al observar todo esto, los chamanes llegaron a una conclusión práctica. “Vieron” que los hombres de razón llegan a vivir mucho más, porque al no hacer caso del impulso de las emanaciones en grande, aquietan la agitación natural del interior de sus esferas luminosas. Por otra parte, al usar el impulso de las emanaciones en grande para crear una mayor agitación, los individuos absortos en sí mismos acortan sus vidas.

La primera atención funciona muy bien con lo desconocido. Lo bloquea; lo niega con tanta ferocidad que, al final, lo desconocido no existe para la primera atención.
Hacer un inventario nos hace invulnerables. Es precisamente por eso que existe el inventario.

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viernes, 29 de marzo de 2013

El Toque del Espiritu

Siempre amamos u odiamos a quienes son nuestro reflejo.
La conciencia acrecentada es un misterio solo para nuestra razón. En la práctica, es de lo más sencillo que hay. Como siempre somos nosotros quienes complicamos todo al tratar de transformar la inmensidad que nos rodea en algo razonable.
Lo abstracto es el elemento sin el cual no existiría el camino del guerrero, ni guerrero alguno en busca de conocimiento.

Desde el momento que los guerreros son incapaces de sentir compasión por sí mismos, tampoco pueden sentir compasión por nadie. Sin la fuerza impulsora de la lástima por sí mismo, la compasión no tiene sentido.
Para un guerrero todo comienza y termina en sí mismo. Sin embargo, su contacto con lo abstracto lo hace superar sus sentimientos de importancia personal. Así, el yo se convierte en algo abstracto, algo sin egoísmo.

La dificultad para comprender al espíritu es nuestra resistencia a aceptar la idea de que el conocimiento puede existir sin palabras, e incluso sin pensamientos, para explicarlo.
Toda la humanidad se ha alejado de lo abstracto, pero alguna vez debió de haber sido nuestra fuerza sustentadora. Luego sucedió algo que nos apartó de lo abstracto y ahora no podemos regresar a él. Un aprendiz tarda años para estar en condiciones de regresar a lo abstracto; es decir, para saber que el lenguaje y el conocimiento pueden existir independientemente el uno del otro. El conocimiento y el lenguaje son cosas separadas.
No hay manera de hablar del espíritu porque al espíritu solo se lo puede experimentar. Los chamanes tratan de dar una noción de esto al decir que el espíritu no es nada que se pueda ver o sentir, pero que siempre está ahí, vaga e indistintamente encima de nosotros. Algunas veces, hasta llega a tocarnos, sin embargo, la mayor parte del tiempo permanece indiferente.
El espíritu es una especie de animal salvaje que mantiene su distancia con respecto a nosotros hasta el momento en que algo lo tienta a avanzar. Es entonces cuando se manifiesta.
Lo abstracto es algo que no tiene paralelo en la condición humana. Para un guerrero, el espíritu es lo abstracto, porque para conocerlo no necesita de palabras, ni siquiera de pensamientos; es lo abstracto, porque un guerrero no puede concebir qué es el espíritu. Sin embargo, sin tener la más mínima oportunidad o deseo de entenderlo, el guerrero lo maneja; lo reconoce, lo llama, lo incita, se familiariza con él, y lo expresa en sus actos.

Un aprendiz es alguien que se esfuerza por limpiar y revivir su vínculo con el espíritu. Una vez que ese vínculo revive, no puede continuar siendo un aprendiz; pero hasta ese día, necesita de un propósito indomable, un “intento inflexible”, del cual carece, por supuesto. Por esa razón, el aprendiz permite que el nagual le proporcione tal propósito y, para hacerlo, tiene que renunciar a su individualidad. Esa es la parte difícil.
No se reciben bien a los voluntarios en el camino del guerrero, porque ya tienen propósitos propios y eso les dificulta enormemente renunciar a su individualidad. Si el mundo de los chamanes exige ideas y actos contrarios a esos propósitos, los voluntarios simplemente se enfadan y se marchan.
Revivir el vínculo de un aprendiz es un verdadero logro para un nagual. Dependiendo, por supuesto, de la personalidad del aprendiz, la tarea puede ser lo más simple que hay, o uno de los peores dolores de cabeza que uno puede imaginar.

Desde el punto de vista del espíritu, el camino del guerrero consiste en limpiar el vínculo que tenemos con él. El edificio que el espíritu empuja delante de nosotros es, en esencia, como una oficina de franquicia, en la cual encontramos no tanto los procedimientos para franquear nuestro vínculo con el “intento” como el conocimiento silencioso que nos permite ganar licencia. Sin ese conocimiento silencioso no habría ningún procedimiento que funcionara.

Cada uno de nosotros, como individuos, estamos separados del conocimiento silencioso por barreras naturales, propias de cada individuo. Nosotros como hombres comunes y corrientes, no sabemos que algo real y funcional, nuestro vínculo con el “intento”, es lo que nos produce nuestra preocupación ancestral acerca de nuestro destino. Durante nuestra vida activa, nunca tenemos la oportunidad de ir más allá del nivel de la mera preocupación, ya que desde tiempos inmemoriales, el arrullo de la vida cotidiana nos adormece. No es sino hasta el momento de estar al borde de la muerte que nuestra preocupación ancestral acerca de nuestro destino cobra un cariz diferente. Comienza a presionarnos para que veamos a través de la niebla de la vida diaria. Pero por desgracia, ese despertar siempre viene de la mano con la pérdida de energía provocada por la vejez. Y no nos queda fuerza suficiente para transformar nuestra preocupación en un descubrimiento positivo y pragmático. A esas alturas, todo lo que nos queda es una angustia indefinida y penetrante; un anhelo de algo incomprensible; y una rabia comprensible, por haber perdido todo.

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miércoles, 6 de marzo de 2013

La Pared de Niebla

El examen de la segunda atención debe comenzar con darse cuenta de que la fuerza del primer anillo de poder, que nos encajona, es un lindero físico y concreto. Se ha descrito como una pared de niebla, una barrera que puede ser llevada sistemáticamente a nuestra conciencia por medio del bloqueo del primer anillo de poder; y luego puede ser perforada por medio del entrenamiento del guerrero.

Al perforar la pared de niebla, se entra en un vasto estado intermedio. La tarea de los guerreros consiste en atravesarlo hasta llegar a la siguiente línea divisoria, que se deberá perforar a fin de entrar en lo que propiamente es el otro yo o la segunda atención.

Las dos líneas divisorias son perfectamente discernibles. Cuando los guerreros perforan la pared de niebla, sienten que sus cuerpos se retuercen, o sienten un intenso temblor en la cavidad de sus cuerpos, por lo general a la derecha del estómago o a través de la parte media, de derecha a izquierda. Cuando los guerreros perforan la segunda línea, sienten un agudo crujido en la parte superior del cuerpo, algo como el sonido de una pequeña rama seca que es partida en dos.

Las dos líneas que encajonan a las dos atenciones, y que las sellan individualmente, son conocidas como las líneas paralelas. Éstas sellan las dos atenciones mediante el hecho de que se extienden hasta el infinito, sin permitir jamás el cruce a no ser que se les perfore.

Entre las dos líneas existe un área de conciencia específica a la que se le llama “limbo”. Se trata de un espacio real entre dos enormes órdenes de emanaciones del Águila; emanaciones que se hallan dentro de las posibilidades humanas de conciencia. Uno es el nivel que crea el yo de la vida de todos los días, y el otro es el nivel que crea el otro yo. Como el limbo es una zona transicional, allí los dos campos de emanaciones se extienden el uno sobre el otro. La fracción del nivel que nos es conocido, que se extiende dentro de esa área, engancha una porción del primer anillo de poder; y la capacidad del primer anillo de poder de construir descartes, nos obliga a percibir una serie de descartes en el limbo que son casi como los de la vida cotidiana, salvo que aparecen grotescos, insólitos y contorsionados.

La sensación de pesadez que se experimenta en el limbo se debe a la carga creciente que se ha colocado en la primera atención. En el área que se halla justamente tras la pared de niebla aún podemos comportarnos como lo hacemos normalmente; es como si nos encontráramos en un mundo grotesco pero reconocible. Conforme penetramos más profundamente en él, más allá de la pared de niebla, progresivamente se vuelve más difícil reconocer los rasgos o comportarse en términos del yo conocido.

Es posible hacer que en lugar de la pared de niebla aparezca cualquier otra cosa, pero se ha optado por acentuar lo que consume menor energía; visualizar ese lindero como una pared de niebla no cuesta ningún esfuerzo.

Lo que existe más allá de la segunda línea divisoria es conocido como la segunda atención, o el otro yo, o el mundo paralelo; y el acto de traspasar los dos linderos es conocido como “cruzar las líneas paralelas”.

En el territorio de la vida cotidiana, nos hallamos atrapados y enredados en la predisposición perceptual de la primera atención. A partir del momento en el que el primer anillo de poder empieza a construir descartes, la manera de construirlos se convierte en nuestra predisposición perceptual normal. Romper la fuerza unificadora de la predisposición perceptual de la primera atención implica romper la línea divisoria. La predisposición perceptual normal pasa entonces al área intermedia que se halla entre las líneas paralelas. Ahí se continúa construyendo descartes normales durante algún tiempo; pero conforme uno se aproxima a la segunda línea divisoria, la predisposición perceptual de la primera atención empieza a ceder, pierde fuerza. Esta transición está marcada por una repentina incapacidad de recordar o comprender lo que se está haciendo.

Cuando se alcanza la segunda línea divisoria, la segunda atención empieza a actuar sobre los guerreros que llevan a cabo el viaje. Si éstos son inexpertos, su conciencia se vacía, queda en blanco. Esto ocurre porque se están aproximando a un espectro de las emanaciones del Águila del que aun no tienen una predisposición perceptual sistematizada.

Se empieza a activar el segundo anillo de poder forzando a la segunda atención a despertar de su estupor. El bloqueo funcional del primer anillo de poder logra esto. El primer anillo de poder es puesto en funcionamiento mediante la fuerza del “intento” dado por quienes nos enseñan a descartar. Entonces hay que dar un nuevo “intento” para crear un nuevo medio perceptual.

Toma toda una vida de disciplina incesante, llamado “intento inflexible”, preparar el segundo anillo de poder para que pueda construir descartes del otro nivel de emanaciones del Águila. Dominar la predisposición perceptual del yo paralelo es una hazaña de valor incomparable que pocos guerreros logran.

No se debe intentar dominar deliberadamente a la segunda atención. Si esto ocurre, debe ser mediante un proceso natural que se desenvuelve sin un gran esfuerzo de nuestra parte. La razón de esta indiferencia estriba en la consideración práctica de que al dominarla simplemente se vuelve muy difícil romperla, pues la meta que los guerreros persiguen activamente es romper ambas predisposiciones perceptuales para entrar en la libertad final de la tercera atención.

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viernes, 1 de marzo de 2013

La Percepcion es Alineamiento

La Tierra es un ser viviente y con conciencia de ser. Los chamanes, desde tiempos antiguos “vieron” que la Tierra tiene una esfera luminosa que encierra emanaciones específicas provenientes del “oscuro mar de la conciencia”. La Tierra es un gigantesco ser consciente y sujeto a las mismas fuerzas que nosotros.

Los chamanes de la antigüedad dieron accidentalmente con algo monumental al descubrir que la percepción es alineamiento. La llave mágica que abre las puertas de la Tierra está hecha de silencio interior y de cualquier cosa que brille. Esta llave es el conocimiento directo de que la Tierra es un ser consciente, y que como tal, puede darle a un guerrero un impulso tremendo proveniente de la conciencia de la Tierra, en el instante en que las emanaciones interiores de la esfera del guerrero se alinean con las emanaciones apropiadas del interior de la esfera de la Tierra. Puesto que tanto la Tierra como el ser humano son seres conscientes, sus emanaciones coinciden, o más bien, la Tierra contiene todas las emanaciones presentes en todos los seres vivientes, orgánicos o inorgánicos. Cuando tiene lugar un momento de alineamiento, los seres vivientes usan ese alineamiento de manera limitada, y perciben su mundo. Como todos los demás, los guerreros pueden usar ese alineamiento ya sea para percibir, o como un levantón que les permite entrar en mundos inimaginables.

En realidad, lo desconocido no está en el interior de la esfera luminosa del ser humano en las emanaciones no tocadas por la conciencia, y sin embargo, de cierta manera, está allí.
La porción de emanaciones que hay en el interior de la esfera luminosa del ser humano se encuentra allí solo para evocar la conciencia de ser, y la conciencia consiste en alinear porciones de las emanaciones en grande. Se les llama emanaciones en grande porque son inmensas; y decir que lo que no se puede conocer queda fuera de la esfera del hombre es decir que queda dentro de la esfera de la Tierra. Sin embargo, dentro de la esfera luminosa de la Tierra también queda lo desconocido, y en el interior de la esfera del hombre lo desconocido consiste en las emanaciones no tocadas por el fulgor de la conciencia cotidiana. Cuando las toca, se activan y se alinean con las emanaciones en grande que les corresponden. Una vez que esto ocurre, lo desconocido se percibe y se convierte en lo conocido.

La suprema conciencia de la Tierra es la que hace posible que cambiemos a otras grandes bandas de emanaciones. Nosotros, los seres vivientes, somos perceptores; y percibimos porque algunas emanaciones del interior de la esfera luminosa del ser humano se alinean con algunas emanaciones exteriores. Por ello, el alineamiento constituye el pasadizo secreto, y la llave es el levantón de la Tierra. El alineamiento tiene que ser un acto muy pacífico e imperceptible.
La sobriedad necesaria para que el punto de encaje alinee otros mundos es algo que no puede improvisarse. La sobriedad tiene que madurar y convertirse en una fuerza en sí misma antes de que los guerreros puedan romper la barrera de la percepción.

La posición del punto de encaje lo es todo y el mundo que nos hace percibir, sea el que fuera, es tan real que no deja lugar para nada, excepto para esa realidad. Cuando el punto de encaje alinea un mundo, ese mundo es total. Esta es la maravilla con la que se encontraron los chamanes en la antigüedad sin jamás darse cuenta de lo que era: la conciencia de la Tierra puede darnos un levantón para alinear otras grandes bandas de emanaciones, y la fuerza de ese nuevo alineamiento hace desaparecer el mundo que conocemos.
Cada vez que los antiguos chamanes efectuaban un nuevo alineamiento, creían que descendían a las profundidades o ascendían a los cielos. Nunca supieron que el mundo desaparece como un soplo de aire cuando un nuevo alineamiento total nos hace percibir otro mundo.

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viernes, 15 de febrero de 2013

Semillas de Libertad


El poder fluye incesantemente hacia todo ser vivo desde el momento de nacer hasta el momento de morir.
Este poder, encargado de dar la vida, se manifiesta de una manera circular. Este aspecto incomprensible de las emanaciones del Águila es el dador de la vida y el potenciador de la conciencia. Además de ser la fuente de nuestra fuerza, dirección, realización y objetivo, también nos aporta lo que nos sustenta como seres luminosos.
Más allá de los ciclos de la vida, o de la fuerza circular, no existe para ninguno de nosotros otra fuente de energía. Cuando comprendemos esto, cada uno llega a valorar los preciados recursos energéticos que de las emanaciones del mar de la conciencia fluyen continuamente hacia nosotros.

No obstante, además de apreciar esta energía debemos asumir la responsabilidad luchando contra nosotros mismos en una fiera e interminable batalla para su conservación, contra el monstruo de la importancia personal con el fin de preservar el preciado recurso que a diario encuentra su camino hacia nosotros desde el infinito lugar del poder.
La esencia de la cualidad del guerrero no es otra que la contención estratégica de estos recursos energéticos. No podemos proceder por el camino del conocimiento sin el poder personal, así que debemos aprender a recuperarnos mediante el estilo de la acción “impecable”.

Como guerreros, conocemos a nuestro principal enemigo, el gran ladrón de poder que asola a la especie humana. La importancia personal le roba a la gente el poder que podría liberarla y, sin embargo, en nuestra ignorancia seguimos adorando a este predador hasta donde nuestro escaso poder personal lo permite.
Esta ignorante e inútil pérdida de recursos es la esencia de la difícil situación de la humanidad. En nuestro mundo enloquecido, es nuestro sentido del yo individual el que gobierna en virtud de su hurto energético.

La llamada de la vida de guerrero es la llamada para sublevarse contra nuestro tirano auto-importante, dejando de lado nuestra estupidez y enfrentándonos a la ignorancia que una vez nos ha poseído con la disciplina de la acción impecable, porque la “promesa del poder” es para el guerrero que sabe que espera y sabe qué es lo que espera.

Semillas de Libertad es un programa en el que se abordan los obstáculos naturales con los que toda persona se ha de enfrentar cuando se adentra por el camino del conocimiento. El programa contiene una base teórica, pero sobre todo es un entrenamiento práctico que permite desarrollar el poder personal de cada uno para enfrentar aspectos como el miedo, la importancia personal, la falsa claridad, la estupidez del poder egocéntrico, el deterioro desgastante de la vieja personalidad, la propia tiranía reflejada ilusoriamente en el mundo exterior, la búsqueda de recompensas, el juego del héroe y la víctima…

El programa Semillas de Libertad está dirigido por Carlos F. Hombrados (Naturópata y Kinesiólogo) con 20 años de experiencia en el campo de las terapias alternativas y complementarias para la salud. Es también Renacedor, terapeuta con Flores de Bach y posee conocimientos de Programación Neurolinguista PNL, Psicosomática, Psicoanalogía, Diátesis y Terapia del Terreno, Sales de Schussler, Numerología, Body Harmony, Gemoterapia, Fitoterapia, Nutrición.
Ha trabajado con maestros, chamanes y líderes espirituales de Europa, Estados Unidos, América del Sur y México de los que ha recibido guía, amistad e inspiración. Ha sido miembro asociado de la Federación Española de Acupuntores, Naturópatas y Técnicos Manuales (FENACO) y colabora con la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). En la actualidad dirige el Centro Fénix Holístico de Naturopatía.

Semillas de Libertad es un programa que tiene una duración de ocho semanas. En encuentros de un día por semana con una duración de 1,30h cada uno.

El material necesario que se requiere es cuaderno, bolígrafo, calcetines y ropa cómoda.
En principio no existe ningún tipo de limitación para que una persona pueda participar de estos grupos, pero si quieres consultarnos tu caso en particular puedes ponerte en contacto con nosotros a través de correo electrónico susurrosdelnagual@gmail.com
Por teléfono: 680537556 - 918164170 -669564423
Y puedes visitar nuestra página web: Susurros del Nagual

Esperamos y deseamos que te unas a nosotros en esta experiencia que queremos compartir contigo y que tengas un avanzado proceso de evolución con este programa.

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viernes, 1 de febrero de 2013

La Condicion de Ser Guerrero

No hay manera de librarse de la autocompasión de una vez por todas. Tiene un papel y un lugar definidos en nuestras vidas, una fachada definida y reconocible. Así, cada vez que se presenta la ocasión, la fachada de la autocompasión se activa. Tiene una historia. Pero si uno cambia la fachada, cambia su lugar de prominencia.
Las fachadas se cambian modificando los elementos que la componen. La autocompasión resulta útil a quien se siente importante y merecedor de mejores condiciones y de mejor trato, o bien a quien no quiere hacerse responsable de los actos que lo condujeron al estado que suscitó su autocompasión.
Cambiar la fachada de la autocompasión significa solo que uno ha asignado un lugar secundario a un elemento que antes era importante. La autocompasión continúa siendo un rasgo prominente, pero ahora ha pasado a un segundo plano; al igual que la idea de la propia muerte inminente, la idea de la humildad del guerrero o la idea de la responsabilidad por los propios actos estuvieron durante una época en un segundo plano para un guerrero, sin ser nunca utilizadas hasta el momento en que se convirtió en guerrero.

Un guerrero reconoce su dolor pero no se entrega a él. El guerrero que se adentra en lo desconocido no tiene el ánimo triste; por el contrario, está alegre porque se siente humilde ante su gran fortuna, porque confía en su espíritu impecable y, sobre todo, porque es plenamente consciente de su eficiencia. La alegría de un guerrero le viene de haber aceptado su destino y de haber evaluado en verdad lo que tiene delante.

Insistir no cabe en el mundo de los guerreros. Lo único que necesitamos para captar las maravillas de este mundo de la vida cotidiana es tener suficiente desapego. Pero, más que desapego, lo que necesitamos es tener el afecto y el abandono suficientes.
Un guerrero debe amar este mundo, para que este mundo que parece tan corriente se abra y revele sus maravillas. El único inconveniente para penetrar en las maravillas de este mundo, o en las maravillas de cualquier otro mundo, un hombre necesita ser un guerrero: sereno, recogido, indiferente, templado por los embates de lo desconocido.
El trabajo de un guerrero es silencioso y solitario, y cuando un guerrero se marcha o regresa, lo hace tan inadvertidamente que nadie repara en ello. Buscar la madurez del guerrero de cualquier otro modo sería ostentoso y, por tanto, inadmisible.

La inmensidad del mundo, ya sea el mundo de los chamanes o el de los hombres corrientes, es tan evidente que únicamente una aberración nos impediría percibirla. Intentar explicar a unos seres aberrantes lo que es andar extraviados en los surcos de la “rueda del tiempo” es la cosa más absurda que podría emprender un guerrero. En consecuencia, el guerrero se asegura de que sus viajes sean propiedad únicamente de su condición de guerrero.

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jueves, 17 de enero de 2013

La Rueda del Tiempo

En el mundo de los chamanes, percibir la energía tal como fluye en el universo es un paso imprescindible para adquirir una visión más global y más libre de un sistema cognitivo diferente.
Los chamanes perciben la energía tal como fluye libremente en el universo, libre de las ataduras de la socialización y de la sintaxis, como pura energía vibratoria. A este acto lo llaman “ver”.
Una de las unidades cognitivas diferentes que se usan para facilitar el “ver” es la “recapitulación”, que consiste en el escrutinio sistemático de la propia vida, fragmento a fragmento; un examen que no se realiza a la luz de la crítica o de la búsqueda de defectos, sino a la luz de un esfuerzo por comprender la propia vida y de cambiar su rumbo.
Cuando un practicante ha contemplado su vida con el desapego que requiere la recapitulación, ya no hay modo de que regrese a su antigua vida.

La percepción de los chamanes está sujeta a un proceso diferente al de la percepción del hombre corriente. Los chamanes aseguran que el hecho de percibir la energía directamente conduce a lo que se califica “hecho energético”.
Un “hecho energético” es una visión que es consecuencia de “ver” directamente la energía, y que lleva a conclusiones definitivas e irreductibles ya que no es posible desvirtuarlas mediante la especulación o el intento de ceñirlas a nuestro sistema de interpretación usual.
Uno de estos “hechos energéticos” es que definimos el mundo que nos rodea mediante procesos cognitivos que no son inalterables y que nos vienen dados. Es decir, los procesos de cognición usual son producto de nuestra formación, tan solo eso.

La unidad más importante del mundo de los chamanes es el concepto de “intento”. Para los chamanes del antiguo México, el “intento” era una fuerza que se podía visualizar cuando se “ve” la energía tal como fluye en el universo.
La consideraban una fuerza omnipresente que intervenía en todos los aspectos del tiempo y del espacio. Era lo que impulsaba todo. Pero lo que resulta de un valor inconcebible es que el “intento” –una pura abstracción− está íntimamente ligado al hombre. El hombre podía siempre usarlo. Los antiguos chamanes de México se dieron cuenta de que el único modo de afectar esta fuerza era mediante un comportamiento impecable.

Otra estupenda unidad del sistema cognitivo de los chamanes reside en la comprensión de los conceptos de tiempo y espacio, y el modo de utilizarlos.
Para ellos, el tiempo y el espacio no son los mismos fenómenos que forman parte de nuestras vidas en virtud de constituir parte integral de nuestro sistema cognitivo.
Para el hombre corriente, la definición clásica de “tiempo” es un continuo no espacial en el que los eventos se producen en una sucesión aparentemente irreversible que va desde el pasado hacia el futuro a través del presente.
Y el “espacio” se define como la extensión infinita del campo tridimensional, dentro del cual existen las estrellas y las galaxias: el universo.

Para los chamanes del antiguo México, el tiempo era algo así como un pensamiento: un pensamiento pensado por algo de tal magnitud que rebasaba toda comprensión. Su conclusión lógica era que el hombre, siendo parte de ese pensamiento pensado por fuerzas inconcebibles para su mente, todavía retenía un pequeño porcentaje de dicho pensamiento; un porcentaje que podía ser redimido bajo determinadas circunstancias de extraordinaria disciplina.
El espacio era, para aquellos chamanes, un ámbito abstracto de actividad. Lo llamaban el “infinito” y se referían a él como la suma total de los esfuerzos de todas las criaturas vivas. El espacio era, para ellos, más accesible, algo casi práctico. Era como si hubieran desarrollado en mayor porcentaje la formulación abstracta del espacio.
Los chamanes del antiguo México nunca contemplaron el tiempo y el espacio como oscuras abstracciones tal como lo hacemos nosotros. Para ellos, tanto el tiempo como el espacio, si bien incomprensibles en sus formulaciones, formaban parte integral del hombre.



Los chamanes del antiguo México poseían otra unidad cognitiva, llamada la “rueda del tiempo”. Su manera de explicar la “rueda del tiempo” era decir que el tiempo era como un túnel de longitud y anchuras infinitas, un túnel con surcos reflectantes.
Cada uno de los surcos era infinito, y había un número infinito de ellos. Los seres vivos eran compelidos, por la fuerza de la vida, a fijar sus miradas en uno de los surcos. Mirar solo uno de los surcos implicaba ser atrapados por él, vivir ese surco.
La meta final de un guerrero es la de enfocar, mediante un acto de profunda disciplina, su atención inquebrantable en la “rueda del tiempo” con el fin de hacerla girar. Los guerreros que han logrado hacer girar la “rueda del tiempo” son capaces de mirar en el interior de cualquier otro surco y extraer de él lo que deseen.
Al librarse de la fuerza hechizante que nos obliga a contemplar solo uno de esos surcos, los guerreros pueden mirar en cualquiera de las dos direcciones: la llegada o la partida del tiempo.

La “rueda del tiempo” constituye una irresistible influencia que atraviesa la vida de un guerrero y llega aún más allá como hiladas por un resorte que tiene vida propia. Ese resorte, explicado según la cognición de los chamanes, es la “rueda del tiempo”.
La “rueda del tiempo” señala la posibilidad de manejar simultáneamente dos sistemas de cognición sin detrimento de uno mismo.

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martes, 16 de octubre de 2012

Barrer la Isla del Tonal

La solidez aparente del yo, que nos fuerza a desarrollar una manera de comprender el mundo, de ser y de comportarnos de una determinada manera, puede llegar a derrumbarse voluntariamente. De la misma forma que con ciertos “no-haceres” interrumpimos la descripción ordinaria del mundo que nos rodea, también podemos llegar a suspender definitivamente la descripción de nuestra propia persona, hasta reinventarnos totalmente a nosotros mismos y experimentarnos como campos de energía en libertad.

Cada día de la vida de un buen ciudadano sucede en el seno del Tonal, que da sentido a todas sus acciones, pensamientos y deseos. Todo lo que es, dice, piensa y hace a lo largo de su vida, desde el nacimiento hasta la muerte, pertenece al Tonal; cuya misión es poner orden y estructura en el caos y proteger al Ser del impacto impredecible de lo Ilimitado.


La manera de actuar del guerrero es el “acto a propósito”, que transforma cada situación cotidiana en una estrategia, que no solo acaba con el drenaje de energía que le producen los actos mecánicos, sino que convierte hasta las más simples acciones en poder personal. Así emprende la batalla contra sus debilidades y limitaciones, contra las fuerzas que obstaculizan su Conocimiento, Amor y Voluntad, y que están determinadas por la historia personal. Intenta encontrar la impecabilidad hasta en las más pequeñas acciones, dando lo mejor de sí mismo en cada cosa que hace o en cada proyecto que emprende. Su propia sobriedad le mantiene en los momentos difíciles de su camino hacia el verdadero sentimiento, después de disolver las necesidades y deseos, y le transmite el equilibrio y la entereza que le sostienen ante los desafíos del pensamiento y la emoción.

El guerrero sabe que cada acto que realiza, debilita o fortalece su energía, y por eso intenta ser impecable en cada acción por insignificante que pueda parecer. Así construye su vida sobre la comprensión de que es de su sola responsabilidad la creación de su vida, poder gozar de buena salud, y ser digno de alcanzar el contacto íntimo con el Espíritu. Para ello, lo primero que aprende es a redirigir su energía, por medio de acciones inusuales o actos a propósito (“no-haceres”) que no derivan mecánicamente de los condicionamientos del pasado. Y, poco a poco, estos “actos a propósito” borran las tendencias producidas por la historia personal; se deshace de los vicios desgastantes, se comunica con los árboles, realiza largas caminatas de atención silenciosa, entiende el mensaje de las aves, vive los mundos arquetípicos, ensueña en pareja…

La autojustificación, la crítica, el lamento social, la palabrería, la prepotencia, el exceso de explicaciones, el recuerdo de la historia personal, las discusiones, el dormir mucho o demasiado poco, el pensar en exceso, y un largo etc., son un buen ejemplo del despilfarro diario de energía en asuntos sin trascendencia, por no mencionar la enorme fuerza que se pierde a través de las emociones, que son hijas del pensamiento mecánico. Más nos hablamos a nosotros mismos, caemos en las emociones desgastantes y nos perdemos de percibir la Realidad.

La importancia personal consume más del noventa por ciento de nuestra energía, sin que nos aporte nada que valga, salvo enfermedad, soledad o debilidad. Así la disminución de la importancia personal es el objetivo prioritario de un guerrero.

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lunes, 1 de octubre de 2012

La Magia de la Atencion

El nuevo paradigma de la física se acerca peligrosamente a la concepción de todas las antiguas civilizaciones y sagradas tradiciones, entre las que se encuentra la cultura Nahualt. El mundo que nos rodea, y que percibimos cotidianamente, aparece como algo estable y bien definido solo en la superficie, debido esencialmente a la limitación perceptiva de nuestros sentidos. La Realidad no está constituida por objetos, sino por Campos de Energía interconectados, que los pueblos indígenas denominan las Emanaciones del Águila, las Cuerdas de Luz que sostienen el Universo, o las Venas de lo Eterno. Estas emanaciones tienen no sólo una naturaleza auto-consciente, sino trascendente, manifestándose como puertas interdimensionales y espacios de “poder” donde todas las leyes físicas conocidas pueden ser superadas o transformadas.

Las emanaciones se condensan en “racimos”, dando origen a diferentes mundos, con diferentes seres y leyes estructurales. De las 49 Grandes Bandas (48 más el Águila), sólo dos (las que corresponden a la vida orgánica y a la estructura de los cuatro elementos básicos, y sin conciencia, de nuestra manifestación: cristales, minerales, gases y fuego) nos son inmediatamente accesibles. Pero, en realidad solo utilizamos una mínima parte de las Emanaciones de estas dos bandas disponibles, y con ella construimos el mundo. Todo lo que somos, pensamos, recordamos y hacemos en la vida, está encerrado dentro de esta ínfima parte del universo que designamos como “lo conocido”. Nuestra asignatura pendiente como seres humanos es alinear y percibir este inmenso universo que llamamos el Misterio desconocido.
Existen otras cinco grandes bandas que también son accesibles al hombre o mujer de conocimiento y que completan el mundo de lo “infinito desconocido”. El resto de las bandas de emanaciones son ajenas al ser humano y por eso son designadas como “lo que no puede llegar a conocerse” o “lo incognoscible”.

¿Y qué es lo que determina que seamos capaces de alinear o no un cierto número de Emanaciones en un momento dado? ¿De dónde deriva el poder que nos permite alcanzar, en un instante, los mundos del Nagual? ¿Podemos dirigir conscientemente ese “poder”? En los primeros pasos de la Visión del Alquimista, hay que decir que ese poder está fuera de nuestra voluntad, y que está condicionado por lo que llamamos Presencia, o Punto de Encaje. Cada vez que percibimos un mundo determinado (hay siete más que son asequibles a nuestra conciencia), la posición del punto de encaje es constante, y determina el que seamos capaces de percibir todos los componentes que caracterizan ese mundo determinado. Incluso lo que llamamos “nuestro mundo”, con sus leyes, sus costumbres, sus modas, sus diferencias, la estructura del poder, de la familia, de los sexos, de la religión, de la historia… y un interminable etc., es tan solo una de las posiciones que puede tomar el punto de encaje. Si por cualquier circunstancia (accidente, sustancias psicotrópicas, energía suficiente, enfermedad, crisis emocional, trabajo interno, terror o maravilla, muerte…) este foco de luminosidad se moviera ligeramente, contactaríamos con algunas de las emanaciones que no están en funcionamiento, alcanzando así ciertas facultades o “locura”. En el caso que, por una u otra circunstancia ya citada, el movimiento fuera más intenso y radical, enlazaríamos instantáneamente con otras de las grandes bandas de emanaciones, entrando súbitamente en mundos extraños y ajenos a nuestra percepción común, con seres y leyes totalmente desconocidas, pero tan fatalmente pragmáticas como las nuestras.

Sin esta capacidad mágica de que disponemos para seleccionar y ordenar el inconmensurable caos de las Emanaciones, no seríamos capaces de convivir socialmente, ni de transformar útilmente ningún fenómeno de la realidad. Y como los niños no tienen forma de seleccionar y organizar por sí mismos las innumerables Emanaciones disponibles, somos los adultos los que les impondremos día a día nuestra propia descripción del mundo, hasta que solo sean capaces de percibir lo mismo que nosotros hemos decidido debe ser percibido. Es por ello que el cuerpo social (y el Tonal de los tiempos) nos transmite desde el nacimiento, de manera inconsciente, la orden taxativa y rigurosa de seleccionar exactamente una parte de la actualidad de las Emanaciones disponibles, y de ordenarlas según las normas comunes.

Como seres humanos solo tenemos la libertad de encauzar nuestras energías, para lograr el movimiento voluntario del punto de encaje en plena conciencia, saltando fuera de los estrechos límites de la percepción ordinaria y completando nuestra intensa experiencia en el Tonal con el conocimiento de otros mundos increíbles que forman parte del Nagual. El primer paso es ahorrar ese auténtico chorro de energía que invertimos cotidianamente en estallidos emocionales, en pensamientos obsesivos, en criticar y condenar a los demás, en la defensa de nuestra imagen e historia personal, en los hábitos debilitantes, en la impaciencia y la prisa, en tensiones musculares… es decir, en todo eso que integra nuestra importancia personal. Con la energía disponible que vamos acumulando, con la práctica sistemática del no-hacer de la personalidad, cargamos intensamente nuestro intento, conocer los mundos del ensueño y recapitular nuestra existencia hasta quedar vacíos de ego.

Lo único que tiene verdadera importancia para el guerrero es el descenso del espíritu y el movimiento del punto de encaje que este descenso produce en su interior. Pero, paradójicamente, ninguna técnica ni conocimiento puede lograr esta manifestación del más allá. La senda que conduce al espíritu es intransmisible, y está en función de los actos más que de las creencias; de la confianza y entrega al Poder más que del convencimiento de los méritos propios o del orgullo derivado de la autodisciplina; de lo que uno se ha olvidado más que de lo que se recuerda; de la sinceridad y el desapego del énfasis ante lo desconocido, más que de la repetición de un programa o de la obediencia a un guía.

Cada persona tiene aficiones diferentes. Unos eligen la pintura, el cine, otros la música, la naturaleza, estos la fotografía, la cocina, aquellos la lectura, la televisión… Cada uno de estos apartados que pueden ser infinitos (la ecología, el alpinismo, coleccionar sellos, la huerta, escribir, bailar, los negocios, las relaciones sociales, la práctica religiosa, las artes marciales…) son semejantes a diferentes Emanaciones del Águila y, según sea elegido uno u otro, en su faceta oscura o luminosa, puede resultar ser tan distinto como un poeta, un asesino o una buena madre de familia. Ahora bien ¿qué es lo que pone orden en estos inmensos archivos universales?¿qué determina lo que te gusta, o no de los autores contemporáneos, de la pintura renacentista o del budismo?¿cómo dar sentido a tus percepciones? Este es el papel de la Atención, cuya cualidad esencial es la de otorgar orden y sentido a todo lo que percibimos. Y esta Atención no solo funciona en el mundo conocido, sino que también pone orden en lo desconocido, fijando la realidad siempre cambiante del otro mundo, para que podamos movernos coherentemente en su interior.

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viernes, 21 de septiembre de 2012

Los Acuerdos Culturales

Un guerrero siempre está en lucha y ha de luchar por liberar su energía, la que configura todo su ser, de las cadenas que lo aprisionan. Un guerrero vive en permanente estado de guerra, siendo el enemigo la idea del yo.

Las metas definidas y los logros emocionalmente cargados carecen de valor, pues el verdadero escenario de un guerrero es la vida cotidiana, y allí las motivaciones conscientes superficiales no aguantan presiones.

Dado que las mujeres están habituadas a ser manipuladas, acceden con facilidad y sus conformidades no son sino huecas adaptaciones a la presión. Pero de ser en verdad factible convencer a la mujer de la necesidad de cambiar de hábitos, entonces la mitad de la batalla está ganada; aun sin su conformidad su éxito es mucho más duradero que el de los hombres.

Conocer algo de manera intuitiva no tiene valor alguno. Esos destellos de percepción interna necesitan ser transformados en pensamientos coherentes. Tanto uno como otro se marchitan tan rápido como surgen, y si no son reforzados de continuo sobreviven la duda y el olvido, pues la mente ha sido condicionada para ser práctica y aceptar únicamente los verificable y lo factible.

Los chamanes son hombres de conocimiento antes que hombres de razón, y como tal están adelantados respecto de los intelectuales de occidente que asumen que la realidad (a menudo equiparada con la verdad) se conoce a través de la razón. Los chamanes sostienen que lo único que puede conocerse mediante la razón son nuestros procesos del pensamiento, pero es solo mediante el acto de comprender nuestro ser total, en su nivel más elevado e intrincado, que podremos borrar los límites con los cuales la razón define la realidad.

Un guerrero cultiva la totalidad de su ser, es decir que no necesariamente hace una distinción entre los aspectos racionales e intuitivos del hombre. Utiliza ambos para llegar al reino de la conciencia llamado el conocimiento silencioso, el cual existe más allá del lenguaje y más allá del pensamiento.

Para que uno pueda silenciar su lado racional, primero debe comprender los procesos del pensamiento en su nivel más elevando e intrincado. La filosofía, comenzando con el pensamiento clásico griego, suministra la mejor manera de iluminar este proceso. Ya sea como eruditos o como legos somos miembros y herederos de la tradición cultual de occidente, lo cual significa que, independientemente de nuestro nivel de educación y perfeccionamiento, somos prisioneros de esa tradición y su manera de interpretar la realidad.

Solo de manera superficial estamos dispuestos a aceptar que aquello que llamamos realidad es algo culturalmente determinado, y lo que necesitamos es aceptar, al nivel más profundo posible, que la cultura es el producto de un proceso largo, cooperativo, altamente selectivo y desarrollado, y por último, pero no por ello menos importante, altamente coercitivo, que culmina en un acuerdo que nos desvía y aleja de otras posibilidades.

Los chamanes procuran en forma activa desenmascarar el hecho de que la realidad es dictada y sostenida por nuestra razón: que las ideas y los pensamientos surgidos de la razón se convierten en regímenes de conocimiento que ordenan el cómo vemos y actuamos en el mundo; y que todos estamos sujetos a increíble presión para asegurar que ciertas ideologías nos resulten aceptables.

Un guerrero está interesado en percibir el mundo de manera diferente a lo culturalmente definido, y lo culturalmente definido es que nuestra experiencia personal, más un acuerdo social compartido acerca de lo que nuestros sentidos son capaces de percibir, determinan lo que percibimos. Cualquier cosa fuera de este reino perceptual, sensorialmente convenido, es automáticamente encapsulado y echado a un lado por la mente racional, y de esta manera nunca se daña el débil manto de las presunciones humanas.

La percepción ocurre en un lugar fuera del reino señorial; porque existe algo más vasto que lo que nuestros sentidos pueden captar. La percepción tiene lugar en un punto fuera del cuerpo, fuera de los sentidos, pero no es suficiente creer meramente en esta premisa. No es apenas cuestión de leer acerca de ello, o escucharlo de boca de terceros. Para transformarlo en algo corpóreo uno debe haberlo experimentado.

Un guerrero lucha activamente durante toda su vida para quebrar ese débil manto de las presunciones humanas. Sin embargo, no se interna ciegamente en la oscuridad. Está preparado; sabe que cuando se arroja a lo desconocido necesita disponer de un bagaje racional bien desarrollado. Solo entonces puede explicar y darle sentido a lo que traiga de vuelta de sus viajes a lo ignoto.

El chamanismo no se debe entender a través de la lectura de filósofos, sino comprender que tanto la filosofía como el chamanismo son formas altamente elaboradas del conocimiento abstracto. Tanto para los chamanes como para los filósofos la verdad de nuestro ser-en-el-mundo no permanece impensada. No obstante, los chamanes van un paso más allá; actúan a base de sus hallazgos que ya están, por definición, fuera de nuestras posibilidades culturalmente aceptadas.

Los filósofos son chamanes intelectuales. Pese a ello sus búsquedas y ensayos quedan siempre en empeños mentales. Los filósofos solo pueden actuar en el mundo que tan bien entienden y explican de la manera cultural ya convenida. Se suman a un ya existente cuerpo de conocimiento. Interpretan y reinterpretan textos filosóficos. Nuevos pensamientos e ideas resultantes de este intenso estudio no lo cambian excepto, tal vez, en un sentido psicológico. Pueden llegar a convertirse en personas muy buenas y comprensivas, o tal vez en lo opuesto. Sin embargo, nada de lo que hagan filosóficamente cambiara su percepción sensorial del mundo pues los filósofos trabajan desde dentro del orden social, al cual apoyan aun cuando intelectualmente pueden no estar de acuerdo con él. Los filósofos son chamanes frustrados.

Los chamanes también construyen sobre un ya existente conjunto de conocimientos. Sin embargo, no lo hacen aceptando lo ya probado y establecido por otros chamanes. Deben probarse de nuevo a sí mismos que aquello que se da por aceptado en verdad existe, y se somete a la percepción. Para llevar a buen término esta tarea monumental necesitan una extraordinaria capacidad de energía, la cual obtienen apartándose del orden social sin retirarse del mundo. Los chamanes rompen el convenio que ha definido la realidad sin destruirse en el proceso de hacerlo.

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martes, 15 de mayo de 2012

La Experiencia del Guerrero

Si pensamos acerca de la vida en términos de horas y no de años, nuestra vida se alargaría inmensamente. Aunque pensáramos en términos de días, la vida puede parecer interminable.
Un guerrero cuenta la vida en horas; y en una hora le es posible vivir, en intensidad, el equivalente de una vida completa. Esa intensidad es una ventaja cuando se trata de acumular información en el "punto de encaje".

El "punto de encaje", con el más ínfimo movimiento crea islas de percepción totalmente aisladas, que es información acerca de la complejidad de la conciencia de ser.
La información se almacena en la experiencia misma; es decir, en la posición que el "punto de encaje" tiene al momento de la experiencia. Luego, cuando el guerrero mueve otra vez su "punto de encaje" al sitio exacto donde estaba, revive toda la experiencia. A eso, los guerreros le llaman "acordarse".

Lo que un guerrero almacena de la experiencia es la intensidad, y siendo la intensidad un aspecto del "intento" está naturalmente conectada con el brillo de los ojos del guerrero. A fin de acordarse de esas aisladas islas de percepción, un guerrero solo necesita intentar el específico brillo de sus ojos, asociado con el punto al que desea volver.
La experiencia de un guerrero es tan descabellada que acostumbra a acecharse a sí mismo con ella, haciendo hincapié en el hecho de que somos perceptores y de que la percepción tiene muchas más posibilidades de las que puede concebir la mente.

A fin de protegerse de esa inmensidad de la percepción, el guerrero aprende a mantener una mezcla perfecta de no tener compasión, de tener astucia, de tener paciencia y de ser simpático. Estas cuatro bases están entrelazadas de modo inextricable. El guerrero las cultiva intentándolas. Estas bases son, naturalmente, posiciones del "punto de encaje".

Todo acto realizado por un guerrero es deliberado en pensamiento y realización y está, por definición, gobernado por esos cuatro principios fundamentales del acecho.
El guerrero usa esas cuatro disposiciones del acecho como guías. Son cuatro estados mentales, cuatro diferentes tipos de intensidad que el guerrero puede usar para inducir a su "punto de encaje" a moverse a posiciones específicas.
El camino del guerrero es el acto de llegar al conocimiento silencioso, y el conocimiento silencioso no es analizable, porque solo puede ser experimentado. El guerrero, a fin de protegerse del abrumador efecto del conocimiento silencioso, desarrolla el arte del acecho. El acecho mueve el "punto de encaje" de un modo ínfimo, pero incesante, dando así al guerrero el tiempo y la posibilidad de reforzarse.

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jueves, 9 de febrero de 2012

La Ilusion de Continuidad

El poder depende de qué tipo de conocimiento tú poseas. ¿Para qué saber cosas que son inútiles?
Jamás te enojes con alguien. Nadie puede hacer algo tan importante como para eso. Te enojas con las personas cuando sientes que sus actos son importantes. Sentirse importante le hace a uno muy pesado y vanidoso. Para ser hombre de conocimiento se necesita ser liviano y fluido.
Nuestro destino como seres humanos es aprender. Y al conocimiento hay que ir como a la guerra (…). Al conocimiento o a la guerra se va con respeto, sabiendo que se va a la guerra. Y con absoluta confianza en sí mismo. Confía en ti, no en mí.


Si no tienes historia personal, no se necesitan explicaciones; nadie se enoja ni se desilusiona con tus actos. Y sobre todo, nadie te amarra con sus pensamientos. Lo mejor es borrar toda historia personal, porque eso nos libera de la carga de los pensamientos ajenos.

La arrogancia es otra cosa que hay que dejar, lo mismo que la historia personal. ¿Cómo puede uno darse tanta importancia sabiendo que la muerte nos está acechando?
Cuando estés impaciente lo que debes hacer es voltear a la izquierda y pedir consejo a tu muerte. Una inmensa cantidad de mezquindades se pierde con sólo que tu muerte te haga un gesto, o alcances a echarle un vistazo, o nada más con que tengas la sensación de que tu compañera está allí vigilándote. La muerte es la consejera sabia que tenemos. Cada vez que sientas, como siempre lo haces, que todo te está saliendo mal y que estás a punto de ser aniquilado, vuélvete hacia tu muerte y pregúntale ¿si es cierto? Tu muerte te dirá que te equivocas; que nada importa en realidad más que su toque. Tienes que pedir consejo a la muerte y dejar la maldita mezquindad de los hombres que viven sus vidas como si la muerte nunca los fuera a tocar.

Hay una extraña felicidad ardiente en actuar con el pleno conocimiento de que lo que uno está haciendo puede muy bien ser su último acto sobre la tierra. Te recomiendo meditar en tu vida y contemplar tus actos bajo esa luz. ¡No tienes tiempo, amigo mío! Ésa es la desgracia de los seres humanos. Ninguno de nosotros tiene tiempo suficiente. La idea de continuidad sólo nos hace ser tímidos. Nuestros actos no pueden de ninguna manera tener el gusto, el poder, la fuerza irresistible de los actos realizados por alguien que sabe que está librando su última batalla sobre la tierra. En otras palabras, la idea de continuidad no nos hace felices ni poderosos. Pon tu atención en el lazo que te une con tu muerte, sin remordimiento ni tristeza ni preocupación. Pon tu atención en el hecho de que no tienes tiempo, y deja que tus actos fluyan de acuerdo con eso. Que cada uno de tus actos sea tu última batalla sobre la tierra. Sólo bajo tales condiciones tendrán tus actos el poder que les corresponde. En otro modo serán, mientras vivas, los actos de un ser humano tímido.

El mundo es un misterio. Esto, lo que estás mirando, no es todo lo que hay. El mundo tiene muchas más cosas, tantas que es inacabable. Cuando estás buscando la respuesta, lo único que haces en realidad es tratar de volver familiar el mundo. Tú y yo estamos aquí mismo, en el mundo que llamas real, simplemente porque los dos lo conocemos. Tú no conoces el mundo del Poder, por eso no puedes convertirlo en una escena familiar.

Un guerrero siempre está listo. Ser guerrero no es el simple asunto de no más querer serlo. Es más bien una lucha interminable que seguirá hasta el último instante de nuestras vidas. Nadie nace guerrero, exactamente igual que nadie nace siendo un ser razonable. Nosotros nos hacemos lo uno o lo otro.

No hay fallas en el camino del guerrero. Síguelo y nadie podrá criticar tus actos.
La clave del chamanismo es el diálogo interno. Ésa es la llave que abre todo. Cuando un guerrero aprende a pararlo, todo se hace posible. Los planes más descabellados se logran. Pero, mientras pienses que eres un cuerpo sólido, no podrás concebir de qué cosa hablo.

Somos conciencias; no somos objetos; no tenemos solidez. No tenemos límites. El mundo de los objetos y la solidez es una manera de hacer nuestro paso por la tierra más conveniente. Es sólo una descripción creada para ayudarnos. Nuestra razón, olvida que la descripción es solamente una descripción y así atrapamos la totalidad de nosotros mismos en un círculo vicioso del que rara vez salimos en la vida.

Sólo como guerrero uno puede soportar el camino del conocimiento. Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos sean buenos o malos. Los desafíos son simplemente desafíos. La diferencia básica entre un hombre común y un guerrero es que un guerrero toma todo como un desafío, mientras un hombre ordinario toma todo como bendición o maldición.
Para cumplir la tarea de hacerte miserable, tú deberías trabajar de un modo intenso. El absurdo más grande es que no has entendido que podrías trabajar del mismo modo para hacerte fuerte y total.

Después de detener el diálogo interno del discípulo, surge un momento inevitable. El aprendiz empieza a tener dudas de todo su aprendizaje. Hasta el discípulo más ferviente sufre en ese punto una grave pérdida de interés.
En la vida del guerrero hay sólo un asunto que en realidad no está decidido: qué tan lejos puede uno avanzar en el sendero del conocimiento y el poder. Ése es un asunto abierto y nadie puede predecir el resultado. Uno no debe tener nada para defender, ni siquiera su propia persona. La propia persona debe ser protegida, pero no defendida.

La importancia personal es nuestro mayor enemigo. Piénsalo, aquello que nos debilita es sentirnos ofendidos por los hechos y malhechos de nuestros semejantes. Te enojas con las personas cuando sientes que sus actos son importantes. Nadie puede hacer algo tan importante como para eso.
Nuestra importancia personal requiere que pasemos la mayor parte de nuestras vidas ofendidos por alguien. Sin importancia personal somos invulnerables.

La impecabilidad no es otra cosa que el uso adecuado de la energía. Para poder entender esto, se tiene que haber ahorrado suficiente energía. Los guerreros hacen inventarios estratégicos, hacen listas de sus actividades. Luego deciden cuáles de ellos pueden cambiarse para crear intensificación de su energía. El inventario estratégico sólo abarca patrones de comportamiento que no son esenciales para nuestra supervivencia y bienestar. La importancia personal figura como la actividad que consume la mayor cantidad de energía. Las acciones de recanalizar energía llevan a la impecabilidad.

Sabemos que nada puede templar mejor el espíritu de un guerrero como el tratar con las personas insoportables en posiciones del poder. Sólo bajo esas circunstancias los guerreros pueden adquirir la sobriedad y la serenidad necesarias para resistir. La paciencia es esperar impasiblemente. No hay prisa, ni angustia, hay sólo mantenimiento de lo que se debe.
Los guerreros se preparan para tener conciencia, y la conciencia total sólo les llega cuando ya no queda en ellos nada de importancia personal. Sólo cuando son nada se convierten en todo.

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miércoles, 7 de diciembre de 2011

El Intento Inflexible del Guerrero

La unidad más importante del mundo cognitivo de los chamanes es el concepto de intento.

Para los chamanes del México antiguo, el intento era una fuerza que podían visualizar cuando veían la energía tal como fluye en el universo. La consideraban una fuerza omnipresente que intervenía en todos los aspectos del tiempo y del espacio. Era lo que impulsaba todo. Pero lo que resultaba de valor inconcebible para aquellos chamanes era que el intento, una pura abstracción, estaba íntimamente ligado al hombre. El hombre podía siempre manipularlo. Los antiguos chamanes de México se dieron cuenta de que el único modo de afectar esta fuerza era mediante un comportamiento impecable.
Sólo los practicantes más disciplinados eran capaces de lograr tal proeza.

El intento no es un pensamiento, ni un objeto, ni un deseo. El intento es lo que puede hacer triunfar a un hombre cuando sus pensamientos le dicen que está derrotado. Actúa aun a pesar de que el guerrero se haya entregado. El intento es lo que lo hace invulnerable. El intento es lo que envía a un guerrero a través de una pared, a través del espacio, al infinito.

Un aspecto del mundo de los chamanes del antiguo México que resulta de supremo interés para los modernos practicantes era la afiladísima conciencia que esos chamanes habían desarrollado sobre la fuerza universal que llamaban intento. El vínculo que cada uno de esos hombres tenía con dicha fuerza era tan limpio y nítido que podían influir en las cosas a placer. El intento de esos chamanes, desarrollado con tal afilada intensidad, era la única ayuda con la que cuentan los practicantes modernos.

Los practicantes modernos, si fueran honestos consigo mismos, estarían dispuestos a pagar cualquier precio por el hecho de vivir al amparo de un intento semejante.
Cualquiera que muestre el más leve interés por el mundo de los chamanes de la antigüedad es inmediatamente atraído al círculo de su afiladísimo intento. El intento de aquellos chamanes era algo inconmensurable que ninguno de nosotros podía cancelar. Por otra parte, no había necesidad de cancelar un intento semejante, ya que era la única cosa que importaba: era la esencia del mundo de aquellos chamanes, un mundo que los modernos practicantes codician más que cualquier otra cosa imaginable.

Los seres humanos son perceptores, pero el mundo que perciben es una ilusión: una ilusión creada por la descripción que les contaron desde el momento mismo en que nacieron.
Así pues, el mundo que su razón quiere sostener es, en esencia, un mundo creado por una descripción que tiene reglas dogmáticas e inviolables, reglas que su razón aprende a aceptar y a defender.

La ventaja oculta de los seres luminosos es que tienen algo que nunca se utiliza: el intento. La maniobra de los chamanes es la misma que la del hombre corriente. Ambos tienen una descripción del mundo. El hombre corriente la sostiene con su razón; el chamán, con su intento. Ambas descripciones tienen sus reglas; pero la ventaja del chamán es que el intento abarca más que la razón.

La impecabilidad comienza con un solo acto, que tiene que ser premeditado, preciso y sostenido. Si este acto se repite durante el tiempo suficiente, uno adquiere un sentido de intento inflexible que puede aplicarse a cualquier cosa. Si esto se logra, el camino queda despejado. Así, una cosa lleva a la otra hasta que al fin el guerrero desarrolla todo su potencial.

Todo cuanto existe en la totalidad del cosmos está ligado al intento por un vínculo de conexión. Los guerreros se dedican a estudiar, a entender y a emplear ese vínculo. Les interesa especialmente limpiarlo del aturdimiento y del entumecimiento provocado por los intereses ordinarios de la vida cotidiana. A este nivel, el chamanismo puede definirse como el proceso de limpiar nuestro vínculo de conexión con el intento.

El vínculo que conecta al hombre corriente con el intento está prácticamente muerto; así que los guerreros parten de un vínculo que es inútil, puesto que no responde voluntariamente. A fin de revivir ese vínculo, los guerreros necesitan un propósito riguroso y fiero, un estado especial de la mente llamado intento inflexible.
El conocimiento silencioso no es sino el contacto directo con el intento.

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