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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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martes, 15 de mayo de 2012

La Experiencia del Guerrero

Si pensamos acerca de la vida en términos de horas y no de años, nuestra vida se alargaría inmensamente. Aunque pensáramos en términos de días, la vida puede parecer interminable.
Un guerrero cuenta la vida en horas; y en una hora le es posible vivir, en intensidad, el equivalente de una vida completa. Esa intensidad es una ventaja cuando se trata de acumular información en el "punto de encaje".

El "punto de encaje", con el más ínfimo movimiento crea islas de percepción totalmente aisladas, que es información acerca de la complejidad de la conciencia de ser.
La información se almacena en la experiencia misma; es decir, en la posición que el "punto de encaje" tiene al momento de la experiencia. Luego, cuando el guerrero mueve otra vez su "punto de encaje" al sitio exacto donde estaba, revive toda la experiencia. A eso, los guerreros le llaman "acordarse".

Lo que un guerrero almacena de la experiencia es la intensidad, y siendo la intensidad un aspecto del "intento" está naturalmente conectada con el brillo de los ojos del guerrero. A fin de acordarse de esas aisladas islas de percepción, un guerrero solo necesita intentar el específico brillo de sus ojos, asociado con el punto al que desea volver.
La experiencia de un guerrero es tan descabellada que acostumbra a acecharse a sí mismo con ella, haciendo hincapié en el hecho de que somos perceptores y de que la percepción tiene muchas más posibilidades de las que puede concebir la mente.

A fin de protegerse de esa inmensidad de la percepción, el guerrero aprende a mantener una mezcla perfecta de no tener compasión, de tener astucia, de tener paciencia y de ser simpático. Estas cuatro bases están entrelazadas de modo inextricable. El guerrero las cultiva intentándolas. Estas bases son, naturalmente, posiciones del "punto de encaje".

Todo acto realizado por un guerrero es deliberado en pensamiento y realización y está, por definición, gobernado por esos cuatro principios fundamentales del acecho.
El guerrero usa esas cuatro disposiciones del acecho como guías. Son cuatro estados mentales, cuatro diferentes tipos de intensidad que el guerrero puede usar para inducir a su "punto de encaje" a moverse a posiciones específicas.
El camino del guerrero es el acto de llegar al conocimiento silencioso, y el conocimiento silencioso no es analizable, porque solo puede ser experimentado. El guerrero, a fin de protegerse del abrumador efecto del conocimiento silencioso, desarrolla el arte del acecho. El acecho mueve el "punto de encaje" de un modo ínfimo, pero incesante, dando así al guerrero el tiempo y la posibilidad de reforzarse.

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