Un abordaje desde la dimensión psicocorporal de la persona es un instrumento más de entendimiento de la postura humana, el cual nos permite entrar en contacto con nosotros mismos y nuestras tensiones corporales como paso previo a la adquisición de instrumentos que nos faciliten el restablecimiento de nuestro orden interno, nuestro fluir energético y la liberación de los bloqueos existentes.
No menos relevante es la consideración de nuestro entorno, como grupo primario de apoyo, sociedad o cultura, con el cual aprendemos a modificar nuestra manera de presentarnos al mundo según nos convenga, manteniendo patrones de sumisión o de autoridad, de contracción o de extensión a partir de situaciones determinadas. Es de ahí desde dónde podemos hablar de modelaje postural y de sus consecuencias psíquicas.
Atendemos lo corporal como un continuum entre lo interno y lo externo, un ritmo armónico entre el yo y la sociedad en la que vivimos, una correspondencia íntima entre psique y soma.
Cada cual dirige y guía sus propios recursos y posibilidades hacia el sentirse bien y el superarse día a día en el entramado de la vida y en la concreción de nuestra realidad como individuos, disponiendo de su cuerpo y, porque no, de su alma, como sabe y puede, con la satisfacción o frustración, de que va logrando avanzar, o no, un paso más en su evolución personal.
Afortunadamente, no podemos encargarnos de cambiar el mundo, pero si podemos hacer algo positivo por él cambiando esa pequeña parcela de la que somos dueños, es decir, nosotros mismos.
“No hay dualismo de mente y cuerpo, energía y materia o energía y cuerpo sino una estructura unificada de la que proceden los sentimientos, la excitación y la actitud psicológica”
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