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Tradicion Tolteca
La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.
Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.
La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.
Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.
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domingo, 14 de septiembre de 2014
La Conciencia Inorganica
Los voladores son una especie de seres inorgánicos que se alimentan de la conciencia humana. Estos "servidores del Águila" comen de nosotros hasta el punto de que la única conciencia que tenemos para los asuntos cotidianos, es usada para la autorreflexión. Los voladores nos han comido hasta los pies, literalmente. Cuánto más egomaníaca es nuestra preocupación, mejor sabor tenemos para los voladores. De todas maneras podemos producir una conciencia que es rechazada por los voladores, desarrollada a través de la disciplina y repugnante para ellos, y que podemos conservar. Los voladores son esencialmente energía impersonal, pero predatoria como todos los seres del universo.
"Todo es el producto de la interacción de dos fuerzas". Las situaciones siempre son resultado de una dicotomía, -por ejemplo, grupos enfrentados en el trabajo o en otras instituciones- y el camino del guerrero consiste en guiar esta dicotomía.
Los guerreros experimentan esta división para llegar a "lo que es permisible". El mismo tipo de dicotomía es verdadera para nuestro mundo. En una parte está el mundo de los orgánicos -incluyéndonos a nosotros y a otros organismos con conciencia. En la otra parte está el reino de los inorgánicos -entidades con conciencia pero sin organismo. "La estructura de su mundo es diferente pero complementaria a la nuestra". Los chamanes encontraron que los seres inorgánicos vienen hasta ellos en sueños. Los sueños, al menos cierta clase de sueños especiales, son "compuertas" que se abren para pasar a la parte del universo de los seres inorgánicos, y que les permite a ellos pasar a nuestro mundo. Solamente en sueños puede uno equilibrar nuestra energía suficientemente para percibir este otro reino. De otro modo, nuestra velocidad es demasiado rápida para percibirlos.
Los antiguos chamanes hallaron que los sueños daban acceso al reino de los inorgánicos y a otros reinos. Llamaron a los seres que allí habían "los aliados". Este término no es adecuado, desde luego, ya que esos seres no son capaces de actuar como aliados en ese reino. En el momento que usas la “puerta”, entras en un mundo verdadero y bien organizado tanto si te gusta como si no. Un guerrero entrena su atención de ensueño desarrollándola al principio al recordar que debe enfocar sus ojos en cada objeto y enfocarlos durante algo más de un vistazo, y entonces moverse a otro objeto, y luego otro.
Para cada individuo hay un umbral de objetos en los que podemos enfocarnos hasta que el sueño se transforma en algo más. En los sueños no ordinarios, una vez que se alcanza este umbral, uno se abre a algo más. Tales sueños especiales son anunciados por algo bastante inusual -por ejemplo, una imagen como un pez volador. Una vez que aprendes a atrapar tu atención, se puede llegar a la compuerta siempre que uno se "tropiece con un sueño que no es un sueño.,".
La atención de ensueño es otra fuente de disciplina que nos hace inalcanzables para los voladores. Una vez se cruza la puerta, algo acude para llevarnos a otra capa de la cebolla, o al universo dual de los seres inorgánicos. Se controla la dirección en la que se va, al decir en voz alta tu intento -esencialmente al dar una orden, como "Llévame a tu mundo". Lo único que escuchan es una orden directa, no es bueno suplicarles, gemir o actuar apaciguadoramente. Tú no les ordenas de modo arrogante, sino con fuerza, de manera convincente. Una vez que dices en voz alta tu deseo de ir, esas bolas de energía te llevan.
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