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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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viernes, 11 de marzo de 2011

La Tercera Compuerta del Ensueño

Hay dos fases en cada una de las compuertas del ensueño. La primera es llegar a la compuerta, la segunda es cruzarla.

Se alcanza la tercera compuerta del ensueño cuando uno se encuentra en un ensueño, mirando a alguien que está durmiendo y ese alguien resulta ser uno mismo.


Al ensoñar que uno se ve a sí mismo dormido, se llega a la tercera compuerta del ensueño. La segunda fase consiste en moverse una vez que uno se ha visto durmiendo.

En la tercera compuerta del ensueño, se empieza a fusionar la realidad de sueño con la realidad del mundo cotidiano. Los chamanes llaman a este procedimiento completar el cuerpo energético. La fusión de las dos realidades tiene que ser tan completa que se debe ser más fluido que nunca. En la tercera compuerta se examina todo con gran cuidado y curiosidad.

En la tercera compuerta, nuestra tendencia es perdernos en detalles. Ver las cosas con gran cuidado y curiosidad significa resistir la casi irresistible tentación de sumergirnos en detalles.

Los ensoñadores empiezan a forjar sus cuerpos energéticos siguiendo los ejercicios de la primea y la segunda compuerta de ensueño. Cuando alcanzan la tercera, el cuerpo energético está listo para emerger, o quizá sería mejor decir que está listo para actuar. Desgraciadamente, esto también significa que está listo para perderse en detalles.

El cuerpo energético es como un niño que durante toda su vida ha sido un prisionero. En el momento en que se siente libre, se empapa absolutamente de todo lo que puede encontrar. El cuerpo energético se absorbe totalmente en diminutos detalles que no vienen al caso.

El detalle más inapropiado se convierte en un mundo para el cuerpo energético. El esfuerzo de los ensoñadores para dirigir sus cuerpos energéticos es descomunal. En la tercera compuerta del ensueño, los ensoñadores tienen que evitar el casi irresistible impulso de sumergirse en todo; y la manera de evitarlo es siendo tan curiosos, tan desesperados por meterse en todo, que no dejan que nada en particular los aprisione. En la tercera compuerta el cuerpo energético tiene que unir todos sus recursos para poder actuar.

En la primera y la segunda compuerta del ensueño el cuerpo energético actúa con una parte de él. En la tercera compuerta hay que emplearlo en su totalidad para poder completar la tarea de esta compuerta. Para hacerle las cosas más fáciles al cuerpo energético, hay que suspender más que nunca los juicios y los dictámenes de la razón.

En la tercera compuerta del ensueño, la razón es la causa de que el cuerpo energético se obsesione con detalles superfluos y para llegar a esta compuerta y cruzarla se necesita fluidez, un abandono irracional para contrarrestar esa obsesión.

Ensoñar requiere de toda la energía disponible. Si existe una gran preocupación en nuestras vidas, no hay posibilidad de que ensoñemos. Para los chamanes, preocuparse significa que todas sus fuentes de energía están funcionando en sostener esa preocupación.

Hay que establecer una prueba válida que permita saber si realmente uno se está viendo así mismo dormido en su cama. La tarea es estar realmente en el cuarto, realmente ver el propio cuerpo. De otra manera, es meramente un sueño. Si ése es el caso, hay que controlar ese sueño y transformarlo en ensueño, observando sus detalles o cambiándolo.

Tratar de mover el cuerpo energético como si se estuviera en el mundo cotidiano es imposible. Empleamos tanto tiempo y esfuerzo en aprender a caminar que al final creemos que nuestro cuerpo energético también debe caminar. No hay razón por la cual deba hacerlo, excepto que caminar es lo primordial para nuestra mente. Moverse, para cruzar la tercera compuerta del ensueño, no significa caminar.

Los chamanes dicen que en la tercera compuerta del ensueño el cuerpo energético entero puede moverse como se mueve la energía: rápida y directamente. El cuerpo energético sabe exactamente cómo moverse, como en el mundo de los seres inorgánicos.

Cuando el cuerpo energético aprende a moverse por sí mismo, uno queda completamente fuera del alcance de los seres inorgánicos. Para deshacerse de los seres inorgánicos, uno ha de ser impecable. Ser impecable significa poner la vida en el tapete para respaldar las decisiones que uno quiere tomar, y hacer lo mejor de lo mejor para llevar a cabo esas decisiones. Si no hay decisiones en la vida de una persona, simplemente la está desperdiciando de una manera pueril.
Para mover el cuerpo energético, solamente debe tenerse el deseo de moverlo. A los ensoñadores les lleva largo tiempo perfeccionar su cuerpo energético. El cuerpo energético está impulsado a examinar detalles y quedarse atrapado en ellos debido a su inexperiencia. Un guerrero se pasa la vida entera completando su cuerpo energético por medio de la maniobra de dejarle absorber todos los detalles posibles.

El cuerpo energético se abstrae en detalles hasta que está completo y maduro. Y no hay manera de liberarlo de la compulsión de quedar absorto en todo. Pero si uno toma en consideración esto, en lugar de entrar en batalla con él, uno le puede ayudar dirigiendo su comportamiento, es decir, acechándolo.

Ya que todo lo relacionado con el cuerpo energético depende de la adecuada posición del punto de encaje, y ya que ensoñar es el medio de desplazarlo, acechar es hacer que el punto de encaje se quede fijo en la posición perfecta; en este caso, la posición en la que el cuerpo energético se puede consolidar y desde la cual emerge definitivamente.

Cuando el cuerpo energético se mueve por sus propios medios, los chamanes asumen que la posición óptima del punto de encaje ha sido alcanzada. El siguiente paso es acecharlo, esto es, mantener fijo el punto de encaje en esa posición, para de ese modo completar el cuerpo energético. El procedimiento es de una extraña simpleza: uno intenta acecharlo y lo acecha.

Intentar es el secreto. Los chamanes desplazan su punto de encaje a través del intento, y lo fijan igualmente a través del intento. Y no hay ninguna técnica para intentar. Uno aprende a intentar usando el intento.

Los ensoñadores tienen una regla empírica. Si sus cuerpos energéticos están completos, ven energía cada vez que miran fijamente algún objeto del mundo cotidiano. En sus ensueños, si ven energía en un objeto, están tratando con un mundo real, sin importar qué tan extraño o indefinido les pueda parecer ese mundo. Si no pueden ver energía en los objetos de su ensueño, se encuentran en un sueño común y corriente y no en un mundo real.


Un mundo real es aquél que general energía; lo opuesto a un mundo fantasma de proyecciones donde nada genera energía; como la mayoría de nuestros sueños, donde nada tiene un efecto energético.

El ensueño es un proceso por medio del cual los ensoñadores aíslan condiciones del ensueño en las que pueden encontrar elementos que generan energía. También, ensoñar es el proceso por medio del cual intentamos encontrar posiciones adecuadas del punto de encaje, posiciones que nos permiten percibir elementos que generan energía en estados que parecen sueños.

El cuerpo energético es también capaz de percibir energía diferente a la energía de nuestro mundo. Como en el caso de los seres inorgánicos, a quienes el cuerpo energético percibe como energía chisporroteante. En nuestro mundo nada chisporrotea, aquí todo oscila.

En la tercera compuerta, después de completar el cuerpo energético, la tarea del ensueño determina si los objetos en los que se enfoca la atención de ensueño generan energía terrestre, o generan energía foránea, o son meras proyecciones fantasmagóricas.

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martes, 16 de noviembre de 2010

La Primera Compuerta del Ensueño

La segunda atención puede describirse como un proceso que empieza como una idea; una idea que es más rareza que posibilidad real; la idea se convierte luego en algo como una sensación, y finalmente evoluciona y se transforma en un estado de ser, o en un campo de acciones prácticas, o en una preeminente fuerza que nos abre mundos más allá de toda fantasía.

Describir la segunda atención como un proceso es una metáfora de los chamanes. La segunda atención se puede definir como el producto de un desplazamiento del punto de encaje. Un desplazamiento que debe ser intentado como un estado de conciencia fijo y controlado, donde uno se da cabal cuenta del desplazamiento.

Preparar el ensueño quiere decir tener un comando práctico y preciso de los sueños; no dejar que se esfumen o cambien. Preparar el ensueño significa no dejar que un sueño se transforme en otro. Ese control no es tan diferente al control que uno tiene en la vida diaria. Los chamanes están acostumbrados a él y lo ejercen cada vez que lo necesitan.
El ensueño tiene que llevarse con integridad y cordura, pero con la ligereza y la confianza de quien no tiene preocupación alguna. La atención de ensueño es el control de los sueños; control que uno adquiere al fijar el punto de encaje en cualquier nueva posición a la cual se haya desplazado durante los sueños normales.

El ensueño es una faceta incomprensible de la conciencia, que parece estar esperando a que lo convoquemos y le demos propósito, también es una facultad velada que todos tenemos en reserva, pero nunca nos atrevemos a usar.

En el flujo energético del universo hay entradas y salidas, que funcionan a manera de compuertas; en el específico caso del ensueño hay siete entradas, siete obstáculos que los chamanes llaman las siete compuertas del ensueño.
Llegamos a la primera al darnos cuenta de una sensación muy particular que se nos viene encima antes de quedarnos profundamente dormidos. Una placentera oscuridad y pesadez que nos mantiene suspendidos y no nos permite abrir los ojos.

Intentar requiere imaginación, disciplina y propósito. En el caso de un ensoñador, intentar significa que se adquiere la indiscutible certeza corporal de que se es un ensoñador. Se siente con todas las células del cuerpo que uno es un ensoñador.
Intentar la primera compuerta del ensueño es uno de los medios descubiertos por los chamanes de la antigüedad para llegar al cuerpo energético y entrar en la segunda atención.

Decirle a un ensoñador que encuentre en sus sueños un objeto determinado es un subterfugio. El asunto es darse cuenta de que uno se está quedando dormido; y hacer esto no es posible simplemente ordenándose a uno mismo hacerlo, sino sosteniendo la vista de cualquier cosa que uno esté mirando en su sueño. Los ensoñadores echan fugaces vistazos a todo lo que está presente en un sueño. Si enfocan su atención de ensueño en algo específico, usan ese enfoque como punto de partida. Luego la enfocan en otros objetos del sueño, regresando al punto de partida cuantas veces les sea necesario.
El ensueño es un asunto muy serio. Uno no puede darse el lujo de pasos en falso. Ensoñar es un proceso de despertar, de adquirir control. Nuestra atención de ensueño debe ser sistemáticamente ejercitada, puesto que es la puerta de entrada a la segunda atención.

La segunda atención es como un océano y la atención de ensueño es como un río que desemboca en él. La segunda atención es el estado de darse cuenta de mundos completos; completos como el nuestro es completo. Mientras que la atención de ensueño es el estado de darse cuenta de los objetos de nuestros sueños.

A fin de compensar la evanescencia de los sueños, los chamanes idearon el uso de un objeto como punto de partida. Cada vez que se le aísla y se le mira, uno recibe una carga de energía. Al principio no se deben enfocar demasiadas cosas en los sueños. Cuatro objetos son suficientes. Más tarde, uno puede agrandar el campo de acción hasta abarcar todo lo deseable. Pero tan pronto como las imágenes comienzan a cambiar y uno siente que se está perdiendo el control, se debe regresar al punto de partida y empezar otra vez. Lo más asombroso que les ocurre a los ensoñadores es que al llegar a la primera compuerta del ensueño, también llegan al cuerpo energético.

Ensoñar es el arte de templar el cuerpo energético, de hacerlo coherente y flexible, ejercitándolo gradualmente. Por medio del ensueño, condensamos el cuerpo energético hasta llegar a hacerlo una unidad capaz de percibir. A pesar de que la manera de percibir el mundo afecta al cuerpo energético, su modo de percibir es independiente, tiene su propia esfera. Esa esfera es energía. Hay tres formas en las que trata. Puede percibir energía a medida que ésta fluye; puede usarse como propulsión para adentrarse en áreas insondable; o puede percibir como percibimos normalmente el mundo.

Llegar a la primera compuerta del ensueño, de una manera calculada y con control es básicamente un asunto de tener energía. Los chamanes obtienen esa energía organizando, de una manera ingeniosa, la energía natural que poseen y usan para percibir el mundo cotidiano.
Todos tenemos una cantidad determinada de energía básica. Esa cantidad es nuestro total acervo energético y lo usamos todo para percibir y tratar con nuestro absorbente mundo. No hay más energía disponible para nosotros en ningún sitio, y como la energía de la cual disponemos esta ya siendo usada en su totalidad, no nos queda ni un ápice para percepciones extraordinarias, como el ensueño.
El camino del guerrero es, esencialmente, una cadena de conducta alternativa que se puede usar para tratar con el mundo diario; una conducta mucho más directa y eficiente que la conducta usual. Es más eficiente porque está diseñada para renovar nuestra energía, alterando nuestras reacciones básicas al hecho de estar vivos.

Hay dos maneras de encarar el hecho de estar vivos. Una es rindiéndose a él, ya sea resignándose a sus demandas o peleando contra ellas. La otra es moldeando lo particular de nuestra situación vital, a fin de hacerla encajar en nuestras propias configuraciones.
Cada uno de nosotros puede moldear lo particular de su situación vital, a la medida de nuestras especificaciones. Eso es lo que hacen los ensoñadores. ¿Una aseveración estrafalaria? Realmente, no, si tomamos en consideración lo poco que sabemos acerca de nosotros mismos. Uno debe involucrarse completamente en el tema de la vida y en tema de estar vivo; es decir, la vida como consecuencia de fuerzas biológicas, y el acto de estar vivo, como una cuestión de cognición.

Cuando los chamanes hablan de moldear lo particular de la situación vital de uno, quieren decir moldear la conciencia de estar vivo. Al moldear esta conciencia, podemos obtener suficiente energía para llegar al cuerpo energético y sostenerlo. Con el cuerpo energético, sin lugar a dudas, podemos moldear la dirección y consecuencias totales de nuestras vidas.

Todo lo nuevo en nuestras vidas, tal como los conceptos del chamanismo, debe ser repetido hasta el agotamiento si se quiere incorporarlo a nuestra cognición del mundo. La manera en que nuestros progenitores nos socializaron para funcionar en el mundo cotidiano fue a través de la repetición.

La atención de ensueño entra en juego cuando se le llama, cuando se le da un propósito. Pero este acto de entrar en juego no ocurre de la manera en que uno normalmente entiende un proceso: un sistema de operaciones en curso, o una serie de acciones o funciones que llevan a un resultado final; más bien es un despertar. Algo que estaba inactivo, se convierte de repente en algo funcional.

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miércoles, 7 de octubre de 2009

El Punto de Encaje

El acto más significativo del chamanismo es "ver" la esencia del Universo. Los chamanes de la antigüedad, los primeros en "verla", la describieron de la mejor manera posible. Dijeron que se asemeja a hilos incandescentes que se extienden en el infinito, en todas las direcciones concebibles; filamentos luminosos que están conscientes de sí mismos, en formas imposibles de comprender.

De "ver" la esencia del universo, los chamanes de la antigüedad pasaron a "ver" la esencia de los seres humanos y la describieron como una configuración blanquecina y brillante, parecida a un huevo gigantesco. Y por eso llamaron a esa configuración el huevo luminoso.

Cuando los chamanes "ven" seres humanos, ellos "ven" una gigantesca forma luminosa que flota, y que al moverse va haciendo un profundo surco en la energía de la Tierra; como si tuvieran una profunda raíz que van arrastrándola.

Nuestra forma energética va cambiando a medida que pasa el tiempo. En la antigüedad los chamanes "veían" a los seres humanos como bolas e incluso como lápidas sepulcrales, pero en la actualidad, debido a razones desconocidas, los chamanes "ven" a los seres humanos como huevos luminosos.

El hallazgo fundamental de los chamanes antiguos fue el descubrimiento de una característica crucial de los seres humanos como huevos luminosos: un punto redondo de intensa luminosidad, del tamaño de una pelota de tenis, alojado permanentemente dentro del huevo luminoso, al ras de su superficie, aproximadamente sesenta centímetros detrás de la cresta del omóplato derecho.

La bola luminosa es mucho más grande que el cuerpo humano y el punto de intensa brillantez es parte de ésta bola de energía; y está colocado en un lugar a la altura del omóplato derecho, a un brazo de distancia de la espalda de la persona. Después de "ver" lo que este punto hace, los chamanes antiguos lo llamaron el punto de encaje.

El punto de encaje nos hace percibir. Los chamanes de la antigüedad "vieron" que en los seres humanos ése es el punto donde la percepción tiene lugar.
"Viendo" que todos los seres vivientes tienen tal punto de brillantez, los chamanes de la antigüedad llegaron a la conclusión de que la percepción tiene lugar en ese punto.

Para llegar a esa conclusión, los chamanes antiguos, "vieron" que de los millones de filamentos de energía del Universo que pasan a través de la bola luminosa, sólo un pequeño número de éstos pasa directamente por el punto de encaje, como es de esperarse, ya que es pequeño en comparación con la totalidad de la bola.
Después "vieron" que un resplandor esférico, ligeramente más grande que el punto de encaje, siempre lo rodea, y éste resplandor intensifica enormemente la luminosidad de los filamentos que pasan directamente a través del punto de encaje.
Finalmente, "vieron" dos cosas; la primera, que el punto de encaje de los seres humanos se puede desalojar del lugar donde usualmente se localiza. Y la segunda, que cuando el punto de encaje está en su posición habitual, a juzgar por el normal comportamiento de los sujetos observados, la percepción y la conciencia de ser son usuales. Pero cuando el punto de encaje y la esfera de resplandor que lo rodea están en una posición diferente de la habitual, el insólito comportamiento de los sujetos observados es prueba de que su conciencia de ser es diferente y de que están percibiendo de una manera que no les es familiar.

La conclusión que los chamanes de la antigüedad sacaron de todo esto fue que cuanto mayor es el desplazamiento del punto de encaje, más insólito es el consecuente comportamiento, y la consiguiente percepción del mundo y de la conciencia de ser.

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martes, 29 de septiembre de 2009

Entrada al Infinito

Nuestro mundo, que creemos ser único y absoluto, es sólo un mundo dentro de un grupo de mundos consecutivos, los cuales están ordenados como las capas de una cebolla.
Aunque hemos sido limitados para percibir únicamente nuestro mundo, efectivamente tenemos la capacidad de entrar en otros, que son tan reales, únicos, absolutos y absorbentes como lo es el nuestro.
Para poder percibir esos otros reinos, no sólo hay que desear percibirlos, sino también poseer la suficiente energía para entrar en ellos. Su existencia es constante e independiente de nuestra conciencia, pero su inaccesibilidad es totalmente una consecuencia de nuestro condicionamiento energético. En otras palabras, simple y llanamente a raíz de ese condicionamiento estamos compelidos a asumir que el mundo de la vida cotidiana es el único mundo posible.


Seguros de que sólo nuestro condicionamiento energético es nuestro impedimento para entrar en esos otros reinos, los brujos de la antigüedad desarrollaron una serie de prácticas designadas a reacondicionar nuestras capacidades energéticas de percepción. Llamaron a esa serie de prácticas, el arte de ensoñar.

El ensueño únicamente puede ser experimentado. Ensoñar no es tener sueños, ni tampoco es soñar despierto, ni desear, ni imaginarse nada. A través del ensueño podemos percibir otros mundos, los cuales podemos ciertamente describir, pero no podemos describir lo que nos hace percibirlos. Sin embargo, podemos sentir cómo el ensueño abre esos otros reinos. Ensoñar parece ser una sensación, un proceso en nuestros cuerpos, una conciencia de ser en nuestras mentes.

Separando la parte social de la percepción, percibiríamos la naturaleza intrínseca de todo. Lo que percibimos es energía, pero como no podemos percibir energía directamente, procesamos nuestra percepción para ajustarla a un molde. Este molde es la parte social de la percepción, y es lo que se tiene que separar para reducir el alcance de lo que se puede percibir y por qué nos hace creer que el molde al cual ajustamos nuestra percepción es todo lo que existe. El hombre para sobrevivir en esta época, tiene que cambiar la base social de su percepción.

La base social de la percepción es la certeza física de que el mundo está compuesto de objetos concretos y todos nosotros estamos involucrados en un serio y feroz esfuerzo en percibir el mundo en términos de objetos.
El mundo es energía. El universo es energía. La base social de la percepción debería ser entonces la certeza física de que todo lo que hay es energía. Deberíamos empeñarnos en un poderoso esfuerzo social a fin de guiarnos a percibir la energía como energía. Tendríamos de este modo ambas alternativas al alcance de nuestras manos.

Al procesar nuestra percepción, para hacerla encajar en un molde social, ésta pierde su poder cuando nos damos cuenta de que hemos aceptado ese molde como herencia de nuestros antecesores, sin tomarnos la molestia de examinarlo.
Percibir un mundo de objetos sólidos, que tuvieran ya sea un valor positivo o negativo, debe haber sido absolutamente indispensable para la sobrevivencia de nuestros antepasados. Después de milenios de percibir de esa manera, sus herederos, nosotros, estamos hoy día forzados a creer que el mundo está compuesto únicamente de objetos.
Primero, este es un mundo de energía, y después, un mundo de objetos. Si no empezamos con la premisa de que es un mundo de energía, nunca seremos capaces de percibir energía directamente y siempre nos detendrá la certeza de la solidez de los objetos.

Nuestra manera de percibir, es la manera que un depredador percibe. Una manera muy eficiente de evaluar y clasificar la comida y el peligro. Pero ésa no es la única manera que somos capaces de percibir. Hay otro modo: El acto de percibir la energía directamente.
Percibir la esencia de todo nos hace comprender, clasificar y describir el mundo, en términos completamente nuevos; en términos mucho más incitantes y sofisticados.

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sábado, 26 de septiembre de 2009

Ensoñar del Guerrero

Soñar implica el cultivo de un poder peculiar sobre los propios sueños, hasta el punto en que las experiencias habidas en ellos y las vividas en las horas de vigilia alcanzan la misma valencia pragmática. Bajo el impacto del soñar, los criterios ordinarios para diferenciar entre sueño y realidad son inoperantes. La primera etapa de la fase preparatoria consiste en un juego mortal que la mente juega consigo misma; en la que cierta parte del ser hace todo lo posible por impedir el cumplimiento de la tarea. Eso puede incluir arrojarte a una pérdida de significado, la melancolía o incluso una depresión suicida.

Cada guerrero tiene su propio modo de soñar. Todos son distintos. Lo único que tenemos en común es que algo en nosotros tiende trampas para obligarnos a abandonar la empresa. El remedio es persistir a pesar de todas las barreras y desilusiones.

Acerca de cómo elegir un tema para soñar, la explicación es que el guerrero elige el tema manteniendo a la fuerza una imagen en la mente mientras para su diálogo interno. En otras palabras, si no es capaz de hablar consigo mismo por un momento, y luego evoca la imagen o pensamiento de lo que quiere soñar, aunque sólo sea por un instante, lo deseado vendrá a él.


El doble empieza en sueños. El doble es un sueño. Es la primera manifestación del hecho de darnos cuenta de que somos seres luminosos.
Los pasos que seguimos para llegar al doble son los mismos para todo el mundo, sobre todo al principio que son confusos e inciertos.

La meta del camino del guerrero es cultivar y mantener el sentido de darse cuenta. El guerrero lo limpia, lo pule y lo mantiene siempre funcionando.

El sueño en el que uno se ve durmiendo es la hora del doble. El doble empieza en los sueños. Uno mismo sueña el doble. Una vez que uno aprende a soñar el doble, se llega a una encrucijada extraña, y en un momento dado uno se da cuenta de que es el doble el que lo sueña a uno mismo. Somos un sueño, que el doble está soñando. Ese es nuestro misterio como seres luminosos.

La diferencia básica entre el hombre común y un guerrero es que un guerrero toma todo como un desafío. Mientras que un hombre ordinario toma todo como bendición o maldición.

Uno no puede criticar a un guerrero por hacer cuanto impecablemente puede. Superar las limitaciones es el camino al poder. No podemos decir que el poder fluiría hacia uno si nuestra vida fuese diferente. Un guerrero no puede sentirse desamparado, ni desconcertado, ni asustado, bajo ninguna circunstancia.

Para un guerrero sólo hay tiempo para su impecabilidad, todo lo demás agota su poder, la impecabilidad lo renueva. La impecabilidad es hacer lo mejor que se pueda en lo que sea.
La clave de la impecabilidad es el sentido de tener o de no tener tiempo. Por regla general cuando uno se siente y actúa como un ser que tiene todo el tiempo del mundo no está siendo impecable; en esos momentos uno debe volverse, mirar alrededor suyo, y entonces se dará cuenta de que sus sentimientos de tener tiempo no tienen sentido. ¡No hay sobrevivientes en esta tierra!

Llegar a la totalidad de uno mismo no es cosa que uno quiera aceptar, o de que uno esté dispuesto a aprender.

¡No hay futuro! El futuro no es más que una forma de hablar. Para un guerrero sólo existe el aquí y el ahora. No hay encrucijada final, ni paso final en ninguna cosa. Y como no hay paso final en nada, no debe haber secreto acerca de nada de lo que es nuestra suerte como seres luminosos.

El poder personal es quién decide quién puede y quién no puede sacar provecho de una revelación.
La experiencia demuestra que son poquísimos los que estarían dispuestos a escuchar; y de los pocos que escuchan, menos aún estarán dispuestos a actuar de acuerdo a lo que han escuchado; y de aquellos que están dispuestos a actuar, menos aún tienen suficiente poder personal para sacar provecho de sus actos.

Las transformaciones y descubrimientos significativos del guerrero siempre se realizan en estados de sobriedad consciente. El poder da de acuerdo a la impecabilidad. La impecabilidad es de verdad el único acto que es libre y, por ello, la verdadera medida del espíritu de un guerrero.

Las tres técnicas que ayudan a "soñar" son romper las rutinas de la vida, la marcha de poder y no-hacer.
El no-hacer es un juego perceptual que consiste en enfocar la atención en partes del mundo comúnmente pasadas por alto, como las sombras de las cosas. No-hacer es, como todo lo demás, una técnica muy importante, pero no es el asunto principal.

Romper las rutinas, el paso de poder y no-hacer son avenidas para aprender nuevas maneras de percibir el mundo; maneras que dan al guerrero un anticipo de posibilidades increíbles de acción. El tener conciencia de que el mundo del "soñar" es independiente y pragmático, se hace posible por el uso de esas tres técnicas.

El “ensueño” es una ayuda práctica que inventaron los chamanes; sabían lo que estaban haciendo y buscaron la utilidad del nagual entrenando a su tonal para que se dejara ir, por un momento, por así decirlo, y luego volviera a agarrarse. "Ensoñar" es la corona del esfuerzo del guerrero. El uso máximo del nagual.

El secreto del doble radica en la burbuja de la percepción. El racimo de sentimientos puede agruparse al instante en cualquier parte. En otras palabras podemos percibir el aquí y el allá.

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domingo, 19 de julio de 2009

Otras Realidades

El ensueño es un estado único de conciencia; algo como compuertas abiertas hacia otros mundos reales pero ajenos a la mente racional del hombre.

Los ensueños no son algo que se puede tomar como la realidad; los ensueños son una realidad aparte.


Un guerrero no tiene ni el tiempo ni la disposición para engañarse a sí mismo, o para engañar a otros, y menos aún para moverse en falso. Lo que perdería haciendo eso es demasiado grande. Perdería su orden vital, el cual requiere una vida entera perfeccionar. Un guerrero no va a desperdiciar algo que vale más que su propia vida tomando una cosa por otra.

Los ensueños son algo real para un guerrero porque puede en ellos actuar deliberadamente; puede escoger dentro de una variedad de posibilidades las más adecuadas para llevarlo a donde necesite ir.

Lo importante del arte de ensoñar es el juego de la percepción. Ensoñar significa ensanchar el campo de lo que se puede percibir a un punto inconcebible para la mente.

El camino del conocimiento es algo bastante abstracto: es la habilidad que se desarrolla para expandir los límites de la percepción normal. La cualidad abstracta del camino del conocimiento anula automáticamente cualquier connotación positiva o negativa de los términos usados para describir a quienes la practican.
Expandir los límites de la percepción normal es un concepto que surge de la creencia de que nuestras opciones en la vida son limitadas debido a que están definidas por el orden social. Los guerreros creen que el orden social crea nuestra lista de opciones, pero que nosotros hacemos el resto; al aceptar solamente esas opciones limitamos nuestras casi ilimitadas posibilidades.
Por fortuna estas limitaciones son aplicables sólo a nuestro lado social, y no al otro, prácticamente inaccesible, que no cae dentro del dominio de la percepción ordinaria.
Por lo tanto nuestro principal esfuerzo tiende a revelar ese lado. Esto se logra quebrando el débil pero resistente caparazón de las suposiciones humanas respecto a lo que somos y lo que somos capaces de ser.
Los guerreros aceptan que en nuestro mundo de los diarios quehaceres hay quienes tientan lo desconocido en busca de opciones diferentes de la realidad, pero argumentan que, por desgracia, tales búsquedas son esencialmente de naturaleza mental. Los actos de naturaleza mental nunca nos abastecen de la energía necesaria para cambiar nuestro modo de ser, y sin energía los nuevos pensamientos y las nuevas ideas casi nunca producen cambios en nosotros.

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