Todos somos seres sin principio ni fin, luminosos, sin límites. Somos perceptores. Nos damos cuenta; no somos objetos, no tenemos solidez. No tenemos límites. El mundo de los objetos y la solidez es una manera de hacer nuestro paso por la tierra más conveniente. Es sólo una descripción creada para ayudarnos nosotros, o mejor dicho, nuestra razón. Olvida que la descripción es sólo una descripción y así atrapamos la totalidad de nosotros mismos en un círculo vicioso del que rara vez salimos en la vida.
Somos perceptores. Pero el mundo que percibimos es una ilusión. Fue creado por una descripción que nos dijeron en el momento de nacer.
El secreto de los seres luminosos es que tienen otro anillo de poder: La Voluntad.
Ambas descripciones tienen sus reglas y las reglas se perciben. La ventaja del guerrero es que la voluntad abarca más que la razón.
A partir de ahora hemos de percibir si lo que sostiene la descripción es la razón o la voluntad, esa es la única manera de usar el mundo diario como un desafío y como un vehículo para acumular suficiente poder personal, a fin de llegar a la totalidad de uno mismo.
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