Algunas imágenes de este Blog, han sido sacadas de Internet.
Si alguien tiene derechos y quiere que no salgan en este espacio,
nos lo hacen saber y serán retiradas inmediatamente.

Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

¡Ponte en Contacto hoy mismo para Informarte sin compromiso!


CENTRO FÉNIX DE NATUROPATÍA

México - Tels. 229 115 66 26 - 229 913 80 88

España - Tels. 680 53 75 56 - 965 78 63 38


viernes, 5 de noviembre de 2010

El Acomodador de la Recapitulacion

Los chamanes de la antiguedad llamaban a la recapitulación “hacer el recuento de los sucesos de la vida” y para ellos empezó como una técnica sencilla, una estratagema para ayudarles a recordar lo que estaban haciendo y diciendo sus aprendices. Para sus aprendices, la técnica tuvo el mismo valor; les ayudaba a recordar lo que les habían dicho y hecho sus maestros. Tuvieron que pasar por terribles trastornos sociales, como ser conquistados y vencidos varias veces, antes de que los antiguos chamanes se dieran cuenta de que su técnica tenía mayor alcance.
El tiempo tiene un enorme valor. Para los chamanes en general, el tiempo es esencial. La premisa de los chamanes es que para llenar algo, hay que crear un espacio donde ubicarlo. Si se está repleto de todos los detalles de la vida cotidiana, no hay espacio para nada nuevo. Ese espacio hay que construirlo. Los chamanes, desde tiempos antiguos, sabían que la recapitulación de nuestras vidas crea ese espacio; y por supuesto que lo crea, y mucho más.

Es mejor recapitular desde el presente hacia el pasado, porque los recuerdos presentes están más vivos y, de esa manera, la habilidad para recordar se afila. Lo que hacen los practicantes es recordar y respirar. Inhalan lenta y deliberadamente, abanicando la cabeza de derecha a izquierda, en un vaivén casi imperceptible, y exhalan de la misma manera. Las inhalaciones y las exhalaciones deben de ser naturales; si son demasiado rápidas, uno podría entrar en algo que se llama "respiraciones fatigantes". Respiraciones que requerirían después respirar más lentamente, para calmar los músculos.
El poder de la recapitulación es que resuelve todo el desperdicio de nuestras vidas y la hace salir a la superficie.

Los chamanes del México antiguo "vieron" que el universo en general está compuesto de campos de energía bajo la forma de filamentos luminosos. "Vieron" billones por donde quiera que "vieran". También "vieron" que estos campos de energía se configuran en corrientes de fibras luminosas, torrentes que son fuerzas constantes, perennes en el universo, y la corriente que se relaciona con la recapitulación fue nombrada por ellos el "oscuro mar de la conciencia", y también el "Águila".
Los chamanes también descubrieron que cada criatura del universo está atada al "oscuro mar de la conciencia" por un punto redondo de luminosidad que es aparente cuando esas criaturas son percibidas como energía. Sobre ese punto de luminosidad, que los chamanes del antiguo México llamaron "punto de encaje", la percepción se encaja a través de un aspecto misterioso del "oscuro mar de la conciencia" bajo la forma de filamentos luminosos, y billones de campos energéticos del universo en general convergen y atraviesan el "punto de encaje" de los seres humanos. Estos campos energéticos se convierten en datos sensoriales que se interpretan y son percibidos como el mundo que conocemos. Lo que convierte las fibras luminosas en datos sensoriales es el "oscuro mar de la conciencia".


Los chamanes ven esta transformación y la llaman el "resplandor de la conciencia", un brillo que se extiende como nimbo alrededor del "punto de encaje". Lo que en los organismos llamamos "sentidos" no son más que grados de conciencia. Si aceptamos que los sentidos son el "oscuro mar de la conciencia", tenemos que admitir que la interpretación que los sentidos hacen de los datos sensoriales es también el "oscuro mar de la conciencia". El enfrentar el mundo que nos rodea bajo las condiciones que lo hacemos es el resultado del sistema de interpretación de la humanidad, con el cual todo ser humano está provisto. Todo organismo existente debe tener un sistema de interpretación que le permita funcionar en su medio.

Los chamanes "vieron" que al momento de la muerte el "oscuro mar de la conciencia" tragaba, por así decirlo, la conciencia de las criaturas vivas a través del "punto de encaje". Y también "vieron" que el "oscuro mar de la conciencia" tenía un momento como de vacilación al enfrentarse con chamanes que habían hecho un recuento de sus vidas. Sin saberlo, algunos habían hecho ese recuento tan minuciosamente, que el "oscuro mar de la conciencia" tomaba la conciencia de sus experiencias de vida; pero no tocaba su fuerza vital. Los chamanes habían descubierto una verdad gigantesca acerca de las fuerzas del universo: El "oscuro mar de la conciencia solo quiere nuestras experiencia de vida, no nuestra fuerza vital.

Al recapitular nuestras vidas, toda la basura sale a la superficie, y nos damos cuenta de nuestras contradicciones, nuestras repeticiones. Pero algo en nosotros se resiste tremendamente a la recapitulación. Los chamanes dicen que el camino queda despejado solo después de una agitación gigantesca, después de aparecer en la pantalla el recuerdo de un suceso que nos sacude en lo más profundo de nosotros con una claridad de detalles terrorífica y que nos arrastra hasta el momento real en que lo vivimos. Los chamanes llaman a ese suceso el "acomodador", porque desde ese momento, cada suceso que tocamos, no solo se recuerda sino que se vuelve a vivir.

Caminar precipita los recuerdos. Los chamanes del antiguo México creían que todo lo que vivimos queda guardado como sensación en la parte posterior de las piernas. Consideraban la parte trasera de las piernas como el almacén de la historia personal del ser humano. Caminar nos prepara para esa maniobra de chamanes de encontrar un “acomodador”, un suceso en la vida que se recuerda con tanta claridad que sirve de faro para iluminar todo lo demás en la recapitulación con igual o similar claridad. El intento es hacer lo que los chamanes llaman “recapitular las piezas de un rompecabezas”. Algo que nos conducirá a recordar el suceso que nos servirá de “acomodador”.

El recontar sucesos es mágico para los chamanes. No se trata simplemente de contar un cuento. Es ver la tela sobre la que se basan los sucesos. Es por eso que el recuento es tan vasto y tan importante.
El poder de los guerreros-viajeros es estar alertas para conseguir el máximo efecto con el mínimo impulso. Y sobre todo, su poder está en no interferir. Los sucesos tienen una fuerza, una gravedad propia, y los viajeros son simplemente viajeros. Todo lo que les rodea es solo para sus ojos. De esta manera, los viajeros construyen el significado de cada situación, sin preguntar nunca cómo fue que pasó de esa determinada manera.

No hay comentarios: