Andamos por las calles con la conciencia dormida. Estamos en la casa, en el trabajo, en el taller, en la oficina, etc., con la conciencia profundamente dormida. Manejamos el automóvil y vamos a las fábricas con la conciencia completamente dormida.
Muchas personas, por ejemplo, se preocupan por saber muchas cosas esotéricas, pero nunca se preocupan por despertar la conciencia. Si la gente se hiciera el propósito de despertar aquí y ahora, de inmediato podrían conocer todo aquello que para ellos son enigmas; y por eso es que existe el escepticismo, porque el escéptico es ignorante, su conciencia está dormida.
El ser humano dormido en presencia de una copa de licor termina borracho. Cuando el ser humano dormido se encuentra en presencia del sexo opuesto, termina fornicando. El dormido se identifica con todo cuanto le rodea y se olvida de sí mismo.
Llegue uno a donde llegue, a cualquier estancia, ande por las calles a pie o en coche, recorra lugares de día o de noche, esté donde esté, sea en su trabajo o en el taller, donde sea, tiene que estarse recordando así mismo. En presencia de cualquier objeto hermoso, de cualquier vitrina donde se exhiban cosas muy hermosas, joyas muy preciosas, etc., no tiene que olvidarse de sí mismo. No identificarse con nada de todo aquello que lo fascine o le guste.
División de la Atención en Tres Partes
Sujeto – Objeto - Lugar
Si uno se acostumbra a vivir siempre con la atención dividida en esas tres partes; Sujeto, Objeto y Lugar, si se acostumbra a hacerlo diariamente y en todo momento, de instante en instante, entonces ese hábito se graba profundamente en la mente y en el estado de sueño, al estar dormidos, podemos vernos haciendo el ejercicio lo mismo que lo hacemos en el estado de vigilia, este es el resultado de despertar de la conciencia. Muchas veces soñamos justo con lo que hemos vivido durante el día, le pasa a todo el mundo. Es claro que lo que se hace en el día, afecta a lo que soñamos por la noche.
Atención en el Sujeto: El entrenamiento consiste en poner el foco de atención en nosotros mismos. Poniendo atención no solo a todo lo que hacemos con el cuerpo físico, movimientos, etc., sino también observar los propios pensamientos, sentimientos, emociones, deducciones, juicios, apetencias, temores, anhelos, etc., etc., etc. y otras tantas cosas. Ser uno mismo significa no olvidarse de quién eres ni un solo instante.
Atención en los Objetos: Observar todas las cosas. Observar cada cosa que te rodea en detalle. Observar de esta manera nos abre todo un mundo diferente y nuevo de percibir nuestro entorno. Se trata de mirar con conciencia (a conciencia).
Si, por ejemplo, estás leyendo un libro debería observar no solo el libro, la textura de las páginas, tipo de letra en que está escrito, etc., sino de otras cosas u objetos que te rodean, como dónde estás sentado, etc., cómo es la habitación y así sucesivamente. Cuantos más elementos puedas agregar a tu inventario de observación, mejor vas a ampliar tu despertar de la conciencia.
No olvides que cualquier detalle, por insignificante que sea, debe ser motivo como para hacer la experimentación. Todo debe ser estudiado detenidamente y también es interesante preguntarte ti mismo: ¿qué cosas hay aquí?
Atención al Lugar: Hemos de abandonar el hábito de vivir de manera inconsciente. Cuando llegamos a tal o cual lugar, debemos observar todo detalladamente, muy minuciosamente y preguntarte a ti mismo: ¿Por qué estoy aquí en este lugar? Y, observar el lugar, el techo o las paredes, o el espacio que te rodea. Observó el piso o el sitio, arriba, abajo, a los lados, detrás de ti y hacia adelante.
Es cuestión, pues, de hacer la práctica durante el día, a todas horas, en todo momento, para lograr incorporarla a nuestro hábito y poco a poco conseguir el despertar la conciencia.
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