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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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jueves, 15 de octubre de 2015

Posibilidades Humanas

Los seres humanos llevan a cabo una estupenda maniobra de percepción que, lamentablemente, crea un equívoco: asimilan toda la oleada de pura energía que discurre por el universo y la convierten en datos sensoriales que son interpretados según un severo sistema que los chamanes denominan “la forma humana”.
Casi toda la actividad perceptiva de los seres humanos es interpretación y los humanos son la única clase de organismos que necesitan una entrada mínima de percepción pura para crear su mundo.

Los chamanes del antiguo México describían el “intento” como una fuerza eterna que impregna todo el universo y que es consciente de sí misma hasta el extremo de responder a la llamada de los chamanes. A través del “intento”, los chamanes del antiguo México, no sólo desplegaron todas las posibilidades humanas de percepción, sino las de la acción.

El límite de las posibilidades humanas es denominado “la banda del hombre”, lo que quiere decir que existe una frontera que delimita las capacidades humanas dictadas por el organismo. Estas fronteras no son los límites del pensamiento organizado, sino los de la totalidad de los recursos que nuestro organismo alberga. Dichos recursos no se utilizan, sino que permanecen en su sitio por las ideas preconcebidas acerca de las limitaciones humanas, limitaciones que nada tienen que ver con el potencial real de los seres humanos.

Puesto que percibir la energía como fluye por el universo no es algo arbitrario, podemos convertirnos en testigos de formulaciones de energía que suceden espontáneamente y no están modeladas por la intervención humana. Así, en y por sí misma, la percepción de estas formulaciones es la clave que libera el potencial humano cerrado que casi nunca entra en juego. Para alcanzar la percepción de estas formulaciones energéticas hay que recabar la totalidad de las capacidades perceptivas de los seres humanos.

La energía imprescindible para manejar el “intento” debe agitarse y reconducirse sin cesar ya que se disipa constantemente desde los centros vitales situados alrededor del hígado, el páncreas y los riñones, depositándose en la parte inferior de la esfera luminosa que somos.

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