Soñar implica el cultivo de un poder peculiar sobre los propios sueños, hasta el punto en que las experiencias habidas en ellos y las vividas en las horas de vigilia alcanzan la misma valencia pragmática. Bajo el impacto del soñar, los criterios ordinarios para diferenciar entre sueño y realidad son inoperantes. La primera etapa de la fase preparatoria consiste en un juego mortal que la mente juega consigo misma; en la que cierta parte del ser hace todo lo posible por impedir el cumplimiento de la tarea. Eso puede incluir arrojarte a una pérdida de significado, la melancolía o incluso una depresión suicida.
Cada guerrero tiene su propio modo de soñar. Todos son distintos. Lo único que tenemos en común es que algo en nosotros tiende trampas para obligarnos a abandonar la empresa. El remedio es persistir a pesar de todas las barreras y desilusiones.
Acerca de cómo elegir un tema para soñar, la explicación es que el guerrero elige el tema manteniendo a la fuerza una imagen en la mente mientras para su diálogo interno. En otras palabras, si no es capaz de hablar consigo mismo por un momento, y luego evoca la imagen o pensamiento de lo que quiere soñar, aunque sólo sea por un instante, lo deseado vendrá a él.
El doble empieza en sueños. El doble es un sueño. Es la primera manifestación del hecho de darnos cuenta de que somos seres luminosos.
Los pasos que seguimos para llegar al doble son los mismos para todo el mundo, sobre todo al principio que son confusos e inciertos.
La meta del camino del guerrero es cultivar y mantener el sentido de darse cuenta. El guerrero lo limpia, lo pule y lo mantiene siempre funcionando.
El sueño en el que uno se ve durmiendo es la hora del doble. El doble empieza en los sueños. Uno mismo sueña el doble. Una vez que uno aprende a soñar el doble, se llega a una encrucijada extraña, y en un momento dado uno se da cuenta de que es el doble el que lo sueña a uno mismo. Somos un sueño, que el doble está soñando. Ese es nuestro misterio como seres luminosos.
La diferencia básica entre el hombre común y un guerrero es que un guerrero toma todo como un desafío. Mientras que un hombre ordinario toma todo como bendición o maldición.
Uno no puede criticar a un guerrero por hacer cuanto impecablemente puede. Superar las limitaciones es el camino al poder. No podemos decir que el poder fluiría hacia uno si nuestra vida fuese diferente. Un guerrero no puede sentirse desamparado, ni desconcertado, ni asustado, bajo ninguna circunstancia.
Para un guerrero sólo hay tiempo para su impecabilidad, todo lo demás agota su poder, la impecabilidad lo renueva. La impecabilidad es hacer lo mejor que se pueda en lo que sea.
La clave de la impecabilidad es el sentido de tener o de no tener tiempo. Por regla general cuando uno se siente y actúa como un ser que tiene todo el tiempo del mundo no está siendo impecable; en esos momentos uno debe volverse, mirar alrededor suyo, y entonces se dará cuenta de que sus sentimientos de tener tiempo no tienen sentido. ¡No hay sobrevivientes en esta tierra!
Llegar a la totalidad de uno mismo no es cosa que uno quiera aceptar, o de que uno esté dispuesto a aprender.
¡No hay futuro! El futuro no es más que una forma de hablar. Para un guerrero sólo existe el aquí y el ahora. No hay encrucijada final, ni paso final en ninguna cosa. Y como no hay paso final en nada, no debe haber secreto acerca de nada de lo que es nuestra suerte como seres luminosos.
El poder personal es quién decide quién puede y quién no puede sacar provecho de una revelación.
La experiencia demuestra que son poquísimos los que estarían dispuestos a escuchar; y de los pocos que escuchan, menos aún estarán dispuestos a actuar de acuerdo a lo que han escuchado; y de aquellos que están dispuestos a actuar, menos aún tienen suficiente poder personal para sacar provecho de sus actos.
Las transformaciones y descubrimientos significativos del guerrero siempre se realizan en estados de sobriedad consciente. El poder da de acuerdo a la impecabilidad. La impecabilidad es de verdad el único acto que es libre y, por ello, la verdadera medida del espíritu de un guerrero.
Las tres técnicas que ayudan a "soñar" son romper las rutinas de la vida, la marcha de poder y no-hacer.
El no-hacer es un juego perceptual que consiste en enfocar la atención en partes del mundo comúnmente pasadas por alto, como las sombras de las cosas. No-hacer es, como todo lo demás, una técnica muy importante, pero no es el asunto principal.
Romper las rutinas, el paso de poder y no-hacer son avenidas para aprender nuevas maneras de percibir el mundo; maneras que dan al guerrero un anticipo de posibilidades increíbles de acción. El tener conciencia de que el mundo del "soñar" es independiente y pragmático, se hace posible por el uso de esas tres técnicas.
El “ensueño” es una ayuda práctica que inventaron los chamanes; sabían lo que estaban haciendo y buscaron la utilidad del nagual entrenando a su tonal para que se dejara ir, por un momento, por así decirlo, y luego volviera a agarrarse. "Ensoñar" es la corona del esfuerzo del guerrero. El uso máximo del nagual.
El secreto del doble radica en la burbuja de la percepción. El racimo de sentimientos puede agruparse al instante en cualquier parte. En otras palabras podemos percibir el aquí y el allá.
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Tradicion Tolteca
La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.
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2 comentarios:
wowwww
very interesante y profundo para los límites de la percepción.
ya sabes que nos vemos en el camino
saludos
ahí donde la percepción ya no tiene límites, es donde quiero preguntarte una cosa, estimado Moro, ¿cuáles son los sueños de ensueño que has tenido? Perdón, se que eso es demasiado preguntar, pero, podrías decirme cómo es para saber que un sueño, no es un sueño, sino un ensueño?
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