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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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sábado, 24 de octubre de 2015

Conciencia Corporal

Un campo importante de interacción es la relación de la persona con la Tierra. Cualquier postura que adoptemos, cualquier paso que demos se basa en esta relación. A diferencia de las aves y de los peces, nuestro medio ambiente es el de la tierra firme. Y a diferencia de otros mamíferos, nos levantamos y nos movemos sobre las extremidades posteriores. Esta postura nos deja libres las extremidades anteriores, desplazando la columna vertebral y a las piernas la función de sostener el peso del cuerpo. El cambio a la posición erguida pone en tensión los músculos de la espalda, y esa tensión se centra en la región sacra y lumbar.

La carencia del sentido de estar arraigado deriva indudablemente de algún trastorno o anomalía de la función corporal. Este trastorno está en las piernas que son nuestras raíces móviles; nuestras piernas y nuestros pies se interrelacionan energéticamente con la Tierra.

Sólo a través del cuerpo se experimenta la propia vida y se tiene experiencia de estar en el mundo. Pero no basta con establecer contacto con el cuerpo, sino con la vida del cuerpo. Esto incluye a la mente, y no al entendimiento disociado, es decir, a la mente que no piensa ni es consciente de su cuerpo. Prestar atención a la vida del cuerpo y ocuparse en ella es la única manera de asegurar que el viaje termine satisfactoriamente con el emerger del verdadero ser.

El movimiento es la esencia de la vida; el crecimiento y la declinación sus dos aspectos. En realidad, no hay eso de quedarse inmóvil. Si se interrumpe el crecimiento en función del desarrollo de la personalidad, se inicia una declinación que al principio puede ser imperceptible, pero que tarde o temprano se hace evidente. El criterio real de una buena terapia es que inicia y promueve en el cliente un proceso de crecimiento que continuará sin la ayuda del terapeuta. Sólo se produce una crisis personal cuando está bajo una grave presión alguna rigidez de la personalidad. Por lo tanto, constituye a la vez un peligro y una oportunidad para la liberación y el crecimiento posterior. Los cambios en la personalidad están condicionados por los de las funciones corporales, o sea, por una respiración más profunda, una movilidad mayor y una expresión más plena y libre de la personalidad.

La dedicación al crecimiento requiere de la dedicación al cuerpo. Hoy en día muchas personas están fascinadas con la idea del crecimiento, y el movimiento potencial humano se basa en esta idea: estos individuos desarrollan una porción de actividades que tienden a fomentar el desarrollo de la personalidad. Estas actividades pueden producir beneficios positivos, pero si no se toma en cuenta al cuerpo, pueden convertirse también en juegos interesantes y hasta divertidos, quizás, pero que no llegan a ser procesos importantes de desarrollo. La personalidad no puede divorciarse del cuerpo, ni la conciencia de uno mismo de la conciencia de su cuerpo. La forma de evolucionar consiste en estar en contacto con el propio cuerpo y entender su lenguaje.

No podemos cambiarnos a nosotros mismos a base de fuerza de voluntad. Es como querer despegarse del suelo tirando hacia arriba de los cordones de los zapatos. El cambio se produce cuando uno está dispuesto, tiene el deseo y está capacitado para cambiar. No puede forzarse. Comienza con la aceptación y la conciencia de sí mismo y, desde luego, con el deseo de cambiar. Pero el miedo de cambiar tiene una gran importancia y desempeña un papel fundamental. Es preciso aprender a ser paciente y tolerante. Esto es un fenómeno corporal. El cuerpo va gradualmente desarrollando una tolerancia cada vez mayor a un modo más enérgico de vida, a sentimientos más fuertes y a una autoexpresión más libre y plena.

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