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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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viernes, 1 de febrero de 2013

La Condicion de Ser Guerrero

No hay manera de librarse de la autocompasión de una vez por todas. Tiene un papel y un lugar definidos en nuestras vidas, una fachada definida y reconocible. Así, cada vez que se presenta la ocasión, la fachada de la autocompasión se activa. Tiene una historia. Pero si uno cambia la fachada, cambia su lugar de prominencia.
Las fachadas se cambian modificando los elementos que la componen. La autocompasión resulta útil a quien se siente importante y merecedor de mejores condiciones y de mejor trato, o bien a quien no quiere hacerse responsable de los actos que lo condujeron al estado que suscitó su autocompasión.
Cambiar la fachada de la autocompasión significa solo que uno ha asignado un lugar secundario a un elemento que antes era importante. La autocompasión continúa siendo un rasgo prominente, pero ahora ha pasado a un segundo plano; al igual que la idea de la propia muerte inminente, la idea de la humildad del guerrero o la idea de la responsabilidad por los propios actos estuvieron durante una época en un segundo plano para un guerrero, sin ser nunca utilizadas hasta el momento en que se convirtió en guerrero.

Un guerrero reconoce su dolor pero no se entrega a él. El guerrero que se adentra en lo desconocido no tiene el ánimo triste; por el contrario, está alegre porque se siente humilde ante su gran fortuna, porque confía en su espíritu impecable y, sobre todo, porque es plenamente consciente de su eficiencia. La alegría de un guerrero le viene de haber aceptado su destino y de haber evaluado en verdad lo que tiene delante.

Insistir no cabe en el mundo de los guerreros. Lo único que necesitamos para captar las maravillas de este mundo de la vida cotidiana es tener suficiente desapego. Pero, más que desapego, lo que necesitamos es tener el afecto y el abandono suficientes.
Un guerrero debe amar este mundo, para que este mundo que parece tan corriente se abra y revele sus maravillas. El único inconveniente para penetrar en las maravillas de este mundo, o en las maravillas de cualquier otro mundo, un hombre necesita ser un guerrero: sereno, recogido, indiferente, templado por los embates de lo desconocido.
El trabajo de un guerrero es silencioso y solitario, y cuando un guerrero se marcha o regresa, lo hace tan inadvertidamente que nadie repara en ello. Buscar la madurez del guerrero de cualquier otro modo sería ostentoso y, por tanto, inadmisible.

La inmensidad del mundo, ya sea el mundo de los chamanes o el de los hombres corrientes, es tan evidente que únicamente una aberración nos impediría percibirla. Intentar explicar a unos seres aberrantes lo que es andar extraviados en los surcos de la “rueda del tiempo” es la cosa más absurda que podría emprender un guerrero. En consecuencia, el guerrero se asegura de que sus viajes sean propiedad únicamente de su condición de guerrero.

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