En el hombre, como en el universo, todo está en movimiento. Nada permanece estático. Nada dura por siempre o termina completamente. Todo lo que vive, evoluciona o declina en un incesante movimiento energético. Las leyes subyacentes de este proceso universal eran conocidas por las ciencias de la antigüedad, las cuales asignaban al hombre su lugar apropiado en el orden cósmico.
Todas las manifestaciones de la vida del hombre son expresadas en formas de movimientos y actitudes, o sea posturas. Desde la más habitual hasta las de un nivel superior, cada posible manifestación tiene su propio movimiento y su propia actitud. Un pensamiento tiene un movimiento y una forma que es propia de él. Un sentimiento tiene un movimiento y una forma que es propia de él. Para una acción sucede lo mismo. Nuestra educación entera consiste precisamente en aprender un completo repertorio de actitudes de pensamiento y sentimiento, y actitudes de movimiento. Este repertorio constituye nuestro automatismo, y aquí se oculta un lenguaje que no entendemos.
Nosotros creemos que somos conscientes y que nuestros movimientos son libres. No vemos que cada movimiento es una respuesta al choque de una impresión.
El movimiento consciente tienen un doble objetivo, ya que requieren de una cualidad de atención diferente, mantenida en varias partes al mismo tiempo, ellas nos ayudan a salir del estrecho círculo de nuestro automatismo. Y a través de una estricta sucesión de nuevas actitudes, nos conducen a una nueva posibilidad de pensamiento, sentimiento y acción. Si pudiéramos percibir su significado y hablar su lenguaje, este tipo de movimientos nos revelarían otro nivel de entendimiento.
En esta disciplina, la consciencia del movimiento requiere total atención. La cualidad de esta atención nos llama a experimentar el estado de plena conciencia. A través del movimiento consciente, cuando todas las energías en nuestro interior están relacionadas, se produce una nueva energía. Podemos sentirla. Tiene otra cualidad, otra fuerza, y la conciencia que ordinariamente no tenemos, se trata de un nivel más elevado, la conciencia del verdadero Ser.
En los movimientos, lo más importante no son las posiciones sino el impulso, la energía que fluye de una posición a otra. Y nadie puede enseñar eso. Cada quien tiene que descubrirlo dentro de sí mismo.
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