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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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viernes, 11 de marzo de 2011

La Tercera Compuerta del Ensueño

Hay dos fases en cada una de las compuertas del ensueño. La primera es llegar a la compuerta, la segunda es cruzarla.

Se alcanza la tercera compuerta del ensueño cuando uno se encuentra en un ensueño, mirando a alguien que está durmiendo y ese alguien resulta ser uno mismo.


Al ensoñar que uno se ve a sí mismo dormido, se llega a la tercera compuerta del ensueño. La segunda fase consiste en moverse una vez que uno se ha visto durmiendo.

En la tercera compuerta del ensueño, se empieza a fusionar la realidad de sueño con la realidad del mundo cotidiano. Los chamanes llaman a este procedimiento completar el cuerpo energético. La fusión de las dos realidades tiene que ser tan completa que se debe ser más fluido que nunca. En la tercera compuerta se examina todo con gran cuidado y curiosidad.

En la tercera compuerta, nuestra tendencia es perdernos en detalles. Ver las cosas con gran cuidado y curiosidad significa resistir la casi irresistible tentación de sumergirnos en detalles.

Los ensoñadores empiezan a forjar sus cuerpos energéticos siguiendo los ejercicios de la primea y la segunda compuerta de ensueño. Cuando alcanzan la tercera, el cuerpo energético está listo para emerger, o quizá sería mejor decir que está listo para actuar. Desgraciadamente, esto también significa que está listo para perderse en detalles.

El cuerpo energético es como un niño que durante toda su vida ha sido un prisionero. En el momento en que se siente libre, se empapa absolutamente de todo lo que puede encontrar. El cuerpo energético se absorbe totalmente en diminutos detalles que no vienen al caso.

El detalle más inapropiado se convierte en un mundo para el cuerpo energético. El esfuerzo de los ensoñadores para dirigir sus cuerpos energéticos es descomunal. En la tercera compuerta del ensueño, los ensoñadores tienen que evitar el casi irresistible impulso de sumergirse en todo; y la manera de evitarlo es siendo tan curiosos, tan desesperados por meterse en todo, que no dejan que nada en particular los aprisione. En la tercera compuerta el cuerpo energético tiene que unir todos sus recursos para poder actuar.

En la primera y la segunda compuerta del ensueño el cuerpo energético actúa con una parte de él. En la tercera compuerta hay que emplearlo en su totalidad para poder completar la tarea de esta compuerta. Para hacerle las cosas más fáciles al cuerpo energético, hay que suspender más que nunca los juicios y los dictámenes de la razón.

En la tercera compuerta del ensueño, la razón es la causa de que el cuerpo energético se obsesione con detalles superfluos y para llegar a esta compuerta y cruzarla se necesita fluidez, un abandono irracional para contrarrestar esa obsesión.

Ensoñar requiere de toda la energía disponible. Si existe una gran preocupación en nuestras vidas, no hay posibilidad de que ensoñemos. Para los chamanes, preocuparse significa que todas sus fuentes de energía están funcionando en sostener esa preocupación.

Hay que establecer una prueba válida que permita saber si realmente uno se está viendo así mismo dormido en su cama. La tarea es estar realmente en el cuarto, realmente ver el propio cuerpo. De otra manera, es meramente un sueño. Si ése es el caso, hay que controlar ese sueño y transformarlo en ensueño, observando sus detalles o cambiándolo.

Tratar de mover el cuerpo energético como si se estuviera en el mundo cotidiano es imposible. Empleamos tanto tiempo y esfuerzo en aprender a caminar que al final creemos que nuestro cuerpo energético también debe caminar. No hay razón por la cual deba hacerlo, excepto que caminar es lo primordial para nuestra mente. Moverse, para cruzar la tercera compuerta del ensueño, no significa caminar.

Los chamanes dicen que en la tercera compuerta del ensueño el cuerpo energético entero puede moverse como se mueve la energía: rápida y directamente. El cuerpo energético sabe exactamente cómo moverse, como en el mundo de los seres inorgánicos.

Cuando el cuerpo energético aprende a moverse por sí mismo, uno queda completamente fuera del alcance de los seres inorgánicos. Para deshacerse de los seres inorgánicos, uno ha de ser impecable. Ser impecable significa poner la vida en el tapete para respaldar las decisiones que uno quiere tomar, y hacer lo mejor de lo mejor para llevar a cabo esas decisiones. Si no hay decisiones en la vida de una persona, simplemente la está desperdiciando de una manera pueril.
Para mover el cuerpo energético, solamente debe tenerse el deseo de moverlo. A los ensoñadores les lleva largo tiempo perfeccionar su cuerpo energético. El cuerpo energético está impulsado a examinar detalles y quedarse atrapado en ellos debido a su inexperiencia. Un guerrero se pasa la vida entera completando su cuerpo energético por medio de la maniobra de dejarle absorber todos los detalles posibles.

El cuerpo energético se abstrae en detalles hasta que está completo y maduro. Y no hay manera de liberarlo de la compulsión de quedar absorto en todo. Pero si uno toma en consideración esto, en lugar de entrar en batalla con él, uno le puede ayudar dirigiendo su comportamiento, es decir, acechándolo.

Ya que todo lo relacionado con el cuerpo energético depende de la adecuada posición del punto de encaje, y ya que ensoñar es el medio de desplazarlo, acechar es hacer que el punto de encaje se quede fijo en la posición perfecta; en este caso, la posición en la que el cuerpo energético se puede consolidar y desde la cual emerge definitivamente.

Cuando el cuerpo energético se mueve por sus propios medios, los chamanes asumen que la posición óptima del punto de encaje ha sido alcanzada. El siguiente paso es acecharlo, esto es, mantener fijo el punto de encaje en esa posición, para de ese modo completar el cuerpo energético. El procedimiento es de una extraña simpleza: uno intenta acecharlo y lo acecha.

Intentar es el secreto. Los chamanes desplazan su punto de encaje a través del intento, y lo fijan igualmente a través del intento. Y no hay ninguna técnica para intentar. Uno aprende a intentar usando el intento.

Los ensoñadores tienen una regla empírica. Si sus cuerpos energéticos están completos, ven energía cada vez que miran fijamente algún objeto del mundo cotidiano. En sus ensueños, si ven energía en un objeto, están tratando con un mundo real, sin importar qué tan extraño o indefinido les pueda parecer ese mundo. Si no pueden ver energía en los objetos de su ensueño, se encuentran en un sueño común y corriente y no en un mundo real.


Un mundo real es aquél que general energía; lo opuesto a un mundo fantasma de proyecciones donde nada genera energía; como la mayoría de nuestros sueños, donde nada tiene un efecto energético.

El ensueño es un proceso por medio del cual los ensoñadores aíslan condiciones del ensueño en las que pueden encontrar elementos que generan energía. También, ensoñar es el proceso por medio del cual intentamos encontrar posiciones adecuadas del punto de encaje, posiciones que nos permiten percibir elementos que generan energía en estados que parecen sueños.

El cuerpo energético es también capaz de percibir energía diferente a la energía de nuestro mundo. Como en el caso de los seres inorgánicos, a quienes el cuerpo energético percibe como energía chisporroteante. En nuestro mundo nada chisporrotea, aquí todo oscila.

En la tercera compuerta, después de completar el cuerpo energético, la tarea del ensueño determina si los objetos en los que se enfoca la atención de ensueño generan energía terrestre, o generan energía foránea, o son meras proyecciones fantasmagóricas.

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