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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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jueves, 7 de noviembre de 2019

Premisa para Manejar el Desatino Controlado

El propósito fundamental del acecho consiste en recuperar los filamentos que un guerrero ha ido dejando en el mundo a lo largo de su vida, y particularmente aquellos que otros seres luminosos dejaron en ellos. Sin esta premisa no hay posibilidad de manejar el desatino controlado. Esos filamentos ajenos son la base de nuestra ilimitada capacidad de sentirnos importantes. Para practicar el desatino controlado, puesto que no está hecho para engañar a la gente, uno tiene que ser capaz de reírse de sí mismo. Uno de los resultados de la recapitulación detallada es la capacidad de estallar en risa genuina cuando uno se encuentra cara a cara con las aburridas repeticiones que el yo personal hace acerca de su importancia.


La regla del nagual define el acecho y el ensueño como artes, por tanto, es algo que uno pone en práctica, algo que uno lleva a cabo. La naturaleza intrínseca del aliento es dar vida, y eso es lo que le da capacidad de limpiar el cuerpo luminoso. Esta capacidad es la que convierte a la recapitulación en una cuestión práctica. Una recapitulación profunda es el medio más expedito para perder la forma humana. De ahí que a los acechadores les es más fácil, después de recapitular sus vidas, hacer uso de todos los no-hacer del yo personal, como son borrar la historia personal, perder la importancia en uno mismo, romper las rutinas, etcétera.

Sólo un maestro acechador puede ser un maestro del desatino controlado. El desatino controlado no significa embaucar a la gente. Significa, que un guerrero aplica los siete principios básicos del arte de acechar en cualquier cosa que hacen, desde los actos más triviales hasta las situaciones de vida o muerte. Aplicar estos principios produce tres resultados. El primero es que los acechadores aprenden a nunca tomarse en serio: aprenden a reírse de sí mismos. Puesto que no tienen miedo de hacer el papel de tontos, pueden hacer tonto a cualquiera. El segundo es que los acechadores aprenden a tener una paciencia sin fin. Los acechadores nunca tienen prisa, nunca se irritan. Y el tercero es que los acechadores aprenden a tener una capacidad infinita para improvisar.

Los acechadores voltean la cabeza; sin embargo, no lo hacen para enfrentar una nueva dirección, sino para enfrentarse al tiempo de una manera distinta. Los acechadores encaran el tiempo que llega. Normalmente encaramos el tiempo cuando éste se va de nosotros. Sólo los acechadores pueden cambiar esta situación y enfrentar el tiempo cuando éste avanza hacia ellos. Voltear la cabeza no significa que uno ve el futuro, sino que uno ve el tiempo como algo concreto, pero incomprensible.

Somos guerreros, y los guerreros tienen una sola meta en la mente: ser libres. Morir y ser devorado por el Águila es el destino del hombre. Por otra parte, querer salirnos de nuestro destino, querer entrar serenos y desprendidos a la libertad, es la audacia final.

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sábado, 2 de noviembre de 2019

El Elemento Clave de la Recapitulacion

La recapitulación es el soporte fundamental de los acechadores. Consiste en recordar la vida de uno hasta el detalle más insignificante. La razón por la que los acechadores deben recapitular sus vidas de forma tan meticulosa es que el don del Águila al hombre incluye la buena voluntad de aceptar un sustituto en lugar de la conciencia genuina, si tal sustituto en verdad es una réplica perfecta. Ya que la conciencia es el alimento del Águila, con una recapitulación perfecta en lugar de la conciencia misma, ésta puede quedar satisfecha.

Los aspectos fundamentales de la recapitulación consisten, durante la primera etapa, en un breve cómputo de todos los incidentes de nuestras vidas que de una manera patente se prestan a nuestro escrutinio.
La segunda fase es un cómputo más detallado, que empieza en un punto que podría ser el momento previo al que el acechador toma la decisión de empezar a recapitular, y sistemáticamente se extiende hasta el mismo momento del nacimiento.

Una recapitulación perfecta puede cambiar a un guerrero aún más que el control total del cuerpo de ensueño. En este aspecto, ensoñar y acechar conducen al mismo fin: el ingreso en la tercera atención. Sin embargo, para un guerrero es importante conocer y practicar ambos. Una mujer guerrera sólo puede dominar uno de los dos, según las configuraciones del cuerpo luminoso. Por otra parte, los hombres pueden practicar ambos con gran facilidad, pero jamás llegan a obtener el nivel de eficacia que las mujeres logran en cada arte.

El elemento clave de la recapitulación es la respiración. El aliento es mágico, porque se trata de una función que da la vida. Recordar se vuelve fácil si uno puede reducir el área de estimación en torno al cuerpo; después, la respiración misma fomenta recuerdos cada vez más profundos. Los acechadores tienen que recordar cada sentimiento que han tenido en sus vidas, y este proceso se inicia con una respiración.
El procedimiento comienza con una respiración inicial. Los acechadores empiezan cada sesión con la barbilla en el hombro derecho y lentamente inhalan en tanto mueven la cabeza en un arco de ciento ochenta grados. La respiración concluye sobre el hombro izquierdo. Una vez que la inhalación termina, la cabeza regresa a la posición frontal y exhalan mirando hacia delante.


Hay que compilar una lista de los eventos por revivir. Los acechadores entonces toman el evento que se halla a la cabeza de la lista y se quedan allí hasta que han sido recontados todos los sentimientos invertidos en él. A medida que recuerdan inhalan lentamente moviendo la cabeza del hombro derecho al izquierdo. Esta respiración cumple la función de restaurar la energía.
Debido a que el cuerpo luminoso crea constantemente filamentos que semejan telarañas, y que éstos son propulsados fuera de la masa luminosa por emociones de cualquier tipo; cada situación en la que hay acción social, o cada situación en que participan los sentimientos es potencialmente agotadora para el cuerpo luminoso. Al respirar de derecha a izquierda, cuando se recuerda un acontecimiento los acechadores, a través de la magia de la respiración, recogen los filamentos que dejaron atrás. La siguiente inmediata respiración es de izquierda a derecha, y es una exhalación. Con ella, los acechadores expulsan los filamentos que otros cuerpos luminosos, que tuvieron que ver en el acontecimiento que se recuerda, dejaron en ellos.

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sábado, 26 de octubre de 2019

Significado de Cruzar las Líneas Paralelas en la Totalidad de Uno Mismo

Estar en la conciencia del lado izquierdo es una ventaja solo cuando se acelera nuestra comprensión. Es una desventaja porque nos permite enfocar con inconcebible lucidez sólo una cosa a la vez, y esto nos vuelve vulnerables. No se puede actuar independientemente mientras se está en la conciencia del lado izquierdo; uno tiene que ser ayudado por guerreros que han obtenido la totalidad de sí mismos y saben cómo desempeñarse en ese estado. Lo que necesita un guerrero para entrar plenamente en el otro yo es abandonar el intento de la primera atención.

El paso de un yo al otro no tiene características físicas. El tiempo, no es algo que se mide con los movimientos del reloj. El tiempo es la esencia de la atención; las emanaciones del Águila están compuestas de tiempo, y, propiamente hablando, cuando uno entra en cualquier aspecto del otro yo, uno empieza a familiarizarse con el tiempo.
La rueda del tiempo es como un estado de conciencia acrecentada del otro yo, así como la conciencia del lado izquierdo es el estado de conciencia acrecentada del yo de todos los días. La rueda del tiempo podría describirse físicamente como un túnel de largo infinito, un túnel con surcos reflectores. Cada surco es infinito, y hay cantidades infinitas de ellos. Las criaturas vivientes están obligadas, por la fuerza de la vida, a contemplar compulsivamente uno de esos surcos. Contemplarlo significa ser atrapado por él, vivir ese surco.
Lo que los guerreros llaman voluntad pertenece a la rueda del tiempo. Es algo semejante a un tentáculo intangible que todos nosotros poseemos. El designio final de un guerrero consiste en aprender a concentrarlo en la rueda del tiempo con el fin de hacerla girar. Un guerrero que han logrado hacer girar la rueda del tiempo puede contemplar, cualquier surco y extraer de él lo que desee. Ser atrapado compulsivamente en cualquier surco del tiempo implica ver las imágenes de ese surco conforme se alejan. Ser libre de la fuerza fascinante de esos surcos significa que uno puede ver en cualquier dirección, ya sea cuando las imágenes se alejan o cuando se aproximan.

Un guerrero no tiene vida propia. A partir del momento en que comprende la naturaleza de la conciencia, deja de ser persona y la condición humana ya no forma parte de su visión. Solo debe dar lo mejor de sí mismo y aceptar su destino. El reto de un guerrero consiste en llegar a un equilibrio muy sutil de fuerzas positivas y negativas. Este reto no quiere decir que un guerrero deba luchar por tener todo bajo su control, sino que debe luchar por enfrentar cualquier situación concebible, lo esperado y lo inesperado, con igual eficiencia. Ser perfecto en circunstancias perfectas es ser un guerrero de papel. Para un guerrero, la excitación de quedarse es igual a la excitación del viaje. Ambos son lo mismo, porque los dos entrañan el cumplimiento de un cargo sagrado.

Se requiere una enormidad de fuerza para abandonar el intento de la vida de todos los días. Un guerrero debe evocar el intento. En la mirada está el secreto. Los ojos convocan el intento. La razón por la que el ver parece ser visual es porque necesitamos los ojos para enfocar el intento.
Estar en el lado izquierdo implica que lo inmediato toma primacía. En el lado izquierdo no hay lugar para las lágrimas, un guerrero no puede llorar, y la única expresión de angustia es un estremecimiento que viene desde las profundidades mismas del universo. Es como si una de las emanaciones del Águila fuese la angustia. El estremecimiento del guerrero es infinito.
El acto de recordar es absolutamente incomprensible. En realidad se trata del acto de acordarse de uno mismo, que no cesa cuando el guerrero recupera la memoria de las acciones llevadas a cabo en la conciencia del lado izquierdo, sino que prosigue hasta recuperar cada uno de los recuerdos que el cuerpo luminoso ha almacenado desde el momento de nacer. Las acciones sistemáticas que los guerreros llevan a cabo en estados de conciencia acrecentada son un recurso para permitir que el otro yo se revele en términos de recuerdos. Este acto de recordar, aunque parece estar asociado solamente con los guerreros, es algo que pertenece a cualquier ser humano; cada uno puede ir directamente a los recuerdos de su luminosidad con resultados insondables.

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sábado, 12 de octubre de 2019

Complejidad del Ensoñar - Parte 2

En el ensueño se tienen que desear los movimientos, porque no se trata de un asunto de contraer los músculos para levantarse. Cuando un guerrero logra hacer una concavidad en la luminosidad significa que ha movido un punto distante de su cascarón luminoso más cerca de su cuerpo físico, y por tanto, más cercano al control. A partir del momento en que el cuerpo aprende a hacer esa concavidad, es más fácil entrar en el ensueño. Es una muestra de sentirse en reposo, seguro, adormilado, suspendido sin el sentido del tacto, y al mismo tiempo completamente despierto, consciente de todo.
Aprender a cómo moverse en el ensueño comienza con fijar la atención en el punto medio del cuerpo. Ese punto suele hallarse debajo del borde inferior del ombligo. Hay que intentar barrer el suelo con él. La intención es percibir la acción de barrer el suelo con el punto medio del cuerpo, mientras se sigue despierto. Estar en la conciencia del lado izquierdo es una ventaja suficiente para cumplir bien con el ejercicio.

Los seres humanos tenemos un excelente centro de percepción en el exterior de las pantorrillas, y si la piel de esa área es puesta en calma y masajeada, el alcance de nuestra percepción aumenta de maneras imposibles de concebir racionalmente.
Al ensoñar, la conciencia del lado derecho y la del lado izquierdo se envuelven juntas. Ambas llegan a descansar hechas un solo montón en la concavidad de la segunda atención. Para ensoñar, uno necesita manejar tanto el cuerpo luminoso como el cuerpo físico. Primero, el centro de la segunda atención en el cascarón luminoso es forzado a ser accesible: o alguien lo empuja desde afuera, o el ensoñador lo succiona desde adentro. Segundo, para dislocar la primera atención, los centros del cuerpo físico localizados en el punto medio del cuerpo y en las pantorrillas, especialmente la derecha, tienen que ser estimulados y colocados lo más cerca posible el uno del otro hasta que parezcan unirse. Esto se logra colocando al muslo derecho contra el pecho. Después tiene lugar la sensación de ser enrollado y automáticamente la segunda atención toma el control.

La sensación de ser enrollado y colocado dentro de la concavidad de la segunda atención es el resultado de haber fusionado la conciencia del lado derecho y la del lado izquierdo hasta formar una sola, en la cual el orden de preponderancia había sido cambiado y el lado izquierdo tenía la supremacía. Es preciso agudizar la atención lo suficientemente como para presenciar el movimiento opuesto, esto es, las dos atenciones nuevamente convirtiéndose en lo que normalmente son, con el lado derecho llevando las riendas.
Primero que nada un guerrero tiene que perfeccionar su control a fin de poder moverse a voluntad. Hay que seguir cierto orden, y es una inútil y estúpida maniobra el impacientarse y agitarse como si se tratara con el mundo de la vida diaria. Impacientarse era correcto sólo en la primera atención; la segunda atención es la calma misma. Para moverme en el ensueño hay que intentar moverse desde un nivel muy profundo. En otras palabras, hay que estar absolutamente convencido de querer moverse, o quizá sería más exacto decir que se tiene que estar convencido de la necesidad de moverse.

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viernes, 11 de octubre de 2019

Complejidad del Ensoñar - Parte 1

A un guerrero se le deben dar serias razones antes de que pueda aventurarse sin peligro en lo desconocido. Una guerrera no está sujeta a esto y puede entrar en ello sin ningún titubeo, siempre y cuando tengan confianza total en quien las guía.
El requisito previo de entrada a cualquiera de las fases de la atención es poseer el impulso viviente, porque sin él un guerrero no puede tener dirección ni propósito. Al morir, nuestra conciencia también entra en la tercera atención, pero sólo por un instante, como una acción catártica, justo antes de que el Águila la devore.

Si se va a ensoñar dentro de una casa, lo mejor es hacerlo en la oscuridad total, estando uno acostado o sentado en una cama estrecha, o, mejor aún, sentado dentro de una cuna con forma de ataúd. En el campo abierto, el ensueño debe hacerse en la protección de una caverna, en las áreas arenosas de manantiales secos, o sentado con la espalda contra una roca en las montañas: jamás en el suelo plano de un valle, ni junto a ríos o lagos o el mar, ya que las zonas planas; al igual que el agua, eran antitéticas a la segunda atención; y la manera más segura de acceder a la segunda atención es a través de actos rituales: cantos monótonos e intrincados movimientos repetitivos.
Un ensoñador debe partir desde un punto de color; la luz intensa o las completas tinieblas son inútiles para un ensoñador en su asalto inicial. Colores como el púrpura, el verde claro o el amarillo profundo son excelentes puntos de arranque. Una vez que se logra entrar en el color, el guerrero habrá congregado su segunda atención permanentemente, si es capaz de estar consciente de las sensaciones físicas que experimenta al entrar en el color.

En el ensueño hay que dejar al cuerpo hacer todo lo que sea necesario y no pensar en dirigirlo o controlarlo. La segunda atención pertenece al cuerpo luminoso, así como la primera atención pertenece al cuerpo físico. El punto donde la segunda atención se localiza está situado aproximadamente a un metro de distancia enfrente de la parte media del cuerpo, justo entre el estómago y el ombligo, y a quince centímetros a la derecha.
Es conveniente poner las manos en ese punto y masajearlo moviendo los dedos de las dos manos, exactamente como si se estuviera tocando un arpa. Si se persiste en este ejercicio, tarde o temprano se termina por sentir que los dedos pasan por algo tan denso como el agua, para finalmente sentir el cascarón luminoso.

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sábado, 20 de julio de 2019

Ladrones del Espiritu

Cuando un guerrero se desprende del cadáver que hay en él, sólo entonces puede decir: ahora el sueño se ha alejado de mí para siempre. Entonces se habrá cumplido el suceso en que los hombres no pueden creer -porque, engañados por sus sentidos, no comprenden que materia y fuerza son la misma cosa- y la maravilla de que, incluso si te entierran, no habrá cadáver en tu ataúd. Solo entonces, un guerrero, puede diferenciar lo que es realidad de lo que es apariencia. Solo entonces encontrará a aquél que ha emprendido el camino antes que él. Todos los demás son sombras.

Hasta allí no sabes si eres la criatura más feliz o la más desgraciada. Pero no temas nada. Ni uno de los que han tomado el sendero de la vigilia, aunque se haya extraviado, ha sido nunca abandonado por sus guías.
Quiero darte una señal por la que podrás reconocer si una aparición es realidad o sólo imagen: si se acerca a ti, si tu conciencia se turba, si las cosas del mundo exterior son vagas o desaparecen, desconfía. ¡Mantente en guardia! La aparición no es más que una parte de ti mismo. Si no la comprendes, es sólo un espectro, sin consistencia, un ladrón que consume una parte de tu vida.

Los ladrones que roban la fuerza del espíritu son peores que los ladrones del mundo. Te atraen como fuegos fatuos al pantano de una esperanza engañosa, para dejarte solo en las tinieblas y desaparecer para siempre.
No te dejes cegar por ningún milagro que parezca realizado en tu favor, por ningún nombre sagrado que te den, por ninguna profecía que formulen, aunque ésta se cumpla; son tus enemigos mortales, arrojados del infierno de tu propio cuerpo, y con los cuales luchas por el dominio.
Has de saber que las fuerzas maravillosas que poseen son las tuyas propias desviadas por ellos para mantenerte en la esclavitud. No pueden vivir fuera de tu vida, pero, si los vences, se hundirán y se convertirán en instrumentos mudos y dóciles que podrás emplear según tus necesidades.

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