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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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viernes, 11 de octubre de 2019

Complejidad del Ensoñar - Parte 1

A un guerrero se le deben dar serias razones antes de que pueda aventurarse sin peligro en lo desconocido. Una guerrera no está sujeta a esto y puede entrar en ello sin ningún titubeo, siempre y cuando tengan confianza total en quien las guía.
El requisito previo de entrada a cualquiera de las fases de la atención es poseer el impulso viviente, porque sin él un guerrero no puede tener dirección ni propósito. Al morir, nuestra conciencia también entra en la tercera atención, pero sólo por un instante, como una acción catártica, justo antes de que el Águila la devore.

Si se va a ensoñar dentro de una casa, lo mejor es hacerlo en la oscuridad total, estando uno acostado o sentado en una cama estrecha, o, mejor aún, sentado dentro de una cuna con forma de ataúd. En el campo abierto, el ensueño debe hacerse en la protección de una caverna, en las áreas arenosas de manantiales secos, o sentado con la espalda contra una roca en las montañas: jamás en el suelo plano de un valle, ni junto a ríos o lagos o el mar, ya que las zonas planas; al igual que el agua, eran antitéticas a la segunda atención; y la manera más segura de acceder a la segunda atención es a través de actos rituales: cantos monótonos e intrincados movimientos repetitivos.
Un ensoñador debe partir desde un punto de color; la luz intensa o las completas tinieblas son inútiles para un ensoñador en su asalto inicial. Colores como el púrpura, el verde claro o el amarillo profundo son excelentes puntos de arranque. Una vez que se logra entrar en el color, el guerrero habrá congregado su segunda atención permanentemente, si es capaz de estar consciente de las sensaciones físicas que experimenta al entrar en el color.

En el ensueño hay que dejar al cuerpo hacer todo lo que sea necesario y no pensar en dirigirlo o controlarlo. La segunda atención pertenece al cuerpo luminoso, así como la primera atención pertenece al cuerpo físico. El punto donde la segunda atención se localiza está situado aproximadamente a un metro de distancia enfrente de la parte media del cuerpo, justo entre el estómago y el ombligo, y a quince centímetros a la derecha.
Es conveniente poner las manos en ese punto y masajearlo moviendo los dedos de las dos manos, exactamente como si se estuviera tocando un arpa. Si se persiste en este ejercicio, tarde o temprano se termina por sentir que los dedos pasan por algo tan denso como el agua, para finalmente sentir el cascarón luminoso.

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