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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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lunes, 10 de agosto de 2015

El Poder de Liberar el Cuerpo

La mayoría de la gente teme al verdadero poder. La vitalidad auténtica es escasa y experimentarla es como sentirse arrancados de un largo sueño. Si se quiere despertar de la muerte en vida de una existencia apagada, se debe superar el miedo.

La práctica del chamanismo es una puerta a abrir, a través de la cual es posible verse a uno mismo, una oportunidad para liberar el cuerpo, expresar el corazón, vaciar la mente, despertar el alma y encarnar el espíritu.

Para experimentar el poder de ser, primero hay que liberar el cuerpo. El cuerpo es la metáfora raigal de nuestra vida y la expresión de nuestra existencia. Es nuestra Biblia, nuestra enciclopedia, la historia de nuestra vida. Todo lo que nos sucede queda registrado en él y por él es reflejado. El cuerpo sabe; el cuerpo dice. La relación entre el yo y el cuerpo es indivisible, insoslayable, inevitable. En el matrimonio entre carne y espíritu, el divorcio es imposible, si bien esto no significa necesariamente que el matrimonio sea feliz o bien llevado.

El camino hacia la plenitud debe comenzar por el cuerpo. Sólo cuando lo habitamos realmente podemos comenzar el viaje sanador. Mucha gente no está cómoda en sus cuerpos ni viven plenamente presentes, en forma vibrante, su corporalidad. Tampoco se suele estar en contacto con los ritmos básicos de nuestra vida corporal. Vivimos fuera de nosotros mismos, en nuestra cabeza, en nuestros recuerdos, en nuestros anhelos, como terratenientes ausentes de nuestras propiedades. Pero, si nos despojamos de nuestros cuerpos, ¿dónde vamos a vivir?

Para muchos, el cuerpo es un enemigo temible cuyos instintos, impulsos y apetitos deben ser conquistados, domados, vencidos, sometidos y reducidos a servidumbre.
Ser -existencia, energía, vitalidad- significa que nuestro espíritu llena nuestro cuerpo. Nuestro ser entero está encarnado. Cuando nos miramos en el espejo, ¿qué vemos? ¿Una mirada apagada y hueca? ¿Un pecho hundido? ¿Una sonrisa fingida? Vayamos a miramos. ¿Qué vemos? Si no es un ser brillante que rebosa energía y presencia, quiere decir que te estás privando el don de la vida. Lo sé por experiencia. Me ha pasado. He visto miles de personas ausentes, todos los hemos visto, en el Metro, en los atascos de tráfico de las horas punta, en el supermercado, perfilados contra las luces mortecinas del atardecer. Y todos sabemos que con frecuencia somos una de esas personas…

El camino que puede llevarte de vuelta a la vida es aprender a mover tu esencia, reingresando la energía a tu cuerpo, ejecutando tu propia danza de adentro hacia afuera, y no de afuera hacia adentro.

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