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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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martes, 10 de diciembre de 2013

El Guardian del Palacio

No entiendo cómo la gente corriente no se da cuenta de la presencia del volador. Aunque, en realidad se dan cuenta, pero solo los ven quienes han aprendido a verlos, pero nadie más. Cualquiera que siga el camino podría pasar junto a ellos y no vería absolutamente nada.
El volador sueña este lugar y nosotros poblamos su sueño. Pero la existencia de esa realidad es frágil y efímera. Inevitablemente se disolverá o se destruirá… una cosa o la otra.

Cuando un guerrero emprende el camino ya no está solo, porque se ha puesto en marcha y todo lo demás puede desaparecer pero aun así nunca estará solo. Los que están solos son los que todavía no han emprendido el camino.

Cuando un guerrero emprende el camino es como si se muriera, como si se muriera la persona que era antes. Porque antes su vida le traía algo que ver, algo que sentir o pensar, pero cada momento traía involucrado la misma muerte, porque la experiencia se desvanece, pasa a transformarse de una chispa de vida a un recuerdo de muerte y poco a poco esa carga de recuerdos se ha ido transformando en un enorme peso que debes sostener sobre tus hombros. Nadie puede descargarte de él ni llevarlo por uno, transportar de aquí para allá esa masa de muerte es la tarea más solitaria del mundo.
La vida resulta así insoportable y no la cambiamos porque estamos acostumbrados a funcionar así. El volador cuenta con el efecto estupidizante de la costumbre.

El volador es como una nube negra que gravita sobre la Tierra. Se alimenta del miedo. Las guerras, el crimen, el hambre y la pobreza son las cosas que hacen que se expanda. Pero hay un secreto que desconoce y es que la Tierra es algo más que el compendio de las desgracias que padece. Pese al hábito y al embotamiento, una persona puede encontrar el comienzo del camino y, si tiene valor, puede desprenderse de la enorme carga de miedo y del peso muerto del pasado.
Lo único que los seres humanos podemos hacer es abandonar repentinamente el mundo conocido y lanzarse hacia el único territorio donde el volador no tiene poder alguno: lo desconocido.

Andar y andar el camino, enfrentándose a lo desconocido sin obtener ningún beneficio a cambio puede llegar a ser una de las perspectivas más aterradoras que puede afrontar una persona. El volador se ha asegurado de que sea así e incluso cuando se consigue la libertad, el miedo sigue proyectando su sombra durante mucho tiempo. El volador cuenta también con eso, poniendo demonios aterradores en la puerta de la libertad para que nadie, o solo unos pocos, puedan ver lo que hay más allá.
El camino despejado, el polvo que lo cubre, los pasos que no dejan huella son el camino de corazón del guerrero viajero. El amor no puede capturarse. Todo lo que los mortales llaman amor se transforma en venenoso tan pronto como cae en la trampa del volador. Sin embargo, detrás de la puerta que se abre a la libertad, más allá de los demonios del miedo, no hay más que amor y para el amor la soledad es imposible.

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