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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

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miércoles, 7 de diciembre de 2011

El Intento Inflexible del Guerrero

La unidad más importante del mundo cognitivo de los chamanes es el concepto de intento.

Para los chamanes del México antiguo, el intento era una fuerza que podían visualizar cuando veían la energía tal como fluye en el universo. La consideraban una fuerza omnipresente que intervenía en todos los aspectos del tiempo y del espacio. Era lo que impulsaba todo. Pero lo que resultaba de valor inconcebible para aquellos chamanes era que el intento, una pura abstracción, estaba íntimamente ligado al hombre. El hombre podía siempre manipularlo. Los antiguos chamanes de México se dieron cuenta de que el único modo de afectar esta fuerza era mediante un comportamiento impecable.
Sólo los practicantes más disciplinados eran capaces de lograr tal proeza.

El intento no es un pensamiento, ni un objeto, ni un deseo. El intento es lo que puede hacer triunfar a un hombre cuando sus pensamientos le dicen que está derrotado. Actúa aun a pesar de que el guerrero se haya entregado. El intento es lo que lo hace invulnerable. El intento es lo que envía a un guerrero a través de una pared, a través del espacio, al infinito.

Un aspecto del mundo de los chamanes del antiguo México que resulta de supremo interés para los modernos practicantes era la afiladísima conciencia que esos chamanes habían desarrollado sobre la fuerza universal que llamaban intento. El vínculo que cada uno de esos hombres tenía con dicha fuerza era tan limpio y nítido que podían influir en las cosas a placer. El intento de esos chamanes, desarrollado con tal afilada intensidad, era la única ayuda con la que cuentan los practicantes modernos.

Los practicantes modernos, si fueran honestos consigo mismos, estarían dispuestos a pagar cualquier precio por el hecho de vivir al amparo de un intento semejante.
Cualquiera que muestre el más leve interés por el mundo de los chamanes de la antigüedad es inmediatamente atraído al círculo de su afiladísimo intento. El intento de aquellos chamanes era algo inconmensurable que ninguno de nosotros podía cancelar. Por otra parte, no había necesidad de cancelar un intento semejante, ya que era la única cosa que importaba: era la esencia del mundo de aquellos chamanes, un mundo que los modernos practicantes codician más que cualquier otra cosa imaginable.

Los seres humanos son perceptores, pero el mundo que perciben es una ilusión: una ilusión creada por la descripción que les contaron desde el momento mismo en que nacieron.
Así pues, el mundo que su razón quiere sostener es, en esencia, un mundo creado por una descripción que tiene reglas dogmáticas e inviolables, reglas que su razón aprende a aceptar y a defender.

La ventaja oculta de los seres luminosos es que tienen algo que nunca se utiliza: el intento. La maniobra de los chamanes es la misma que la del hombre corriente. Ambos tienen una descripción del mundo. El hombre corriente la sostiene con su razón; el chamán, con su intento. Ambas descripciones tienen sus reglas; pero la ventaja del chamán es que el intento abarca más que la razón.

La impecabilidad comienza con un solo acto, que tiene que ser premeditado, preciso y sostenido. Si este acto se repite durante el tiempo suficiente, uno adquiere un sentido de intento inflexible que puede aplicarse a cualquier cosa. Si esto se logra, el camino queda despejado. Así, una cosa lleva a la otra hasta que al fin el guerrero desarrolla todo su potencial.

Todo cuanto existe en la totalidad del cosmos está ligado al intento por un vínculo de conexión. Los guerreros se dedican a estudiar, a entender y a emplear ese vínculo. Les interesa especialmente limpiarlo del aturdimiento y del entumecimiento provocado por los intereses ordinarios de la vida cotidiana. A este nivel, el chamanismo puede definirse como el proceso de limpiar nuestro vínculo de conexión con el intento.

El vínculo que conecta al hombre corriente con el intento está prácticamente muerto; así que los guerreros parten de un vínculo que es inútil, puesto que no responde voluntariamente. A fin de revivir ese vínculo, los guerreros necesitan un propósito riguroso y fiero, un estado especial de la mente llamado intento inflexible.
El conocimiento silencioso no es sino el contacto directo con el intento.

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